La justicia según la Biblia

noviembre 4, 2020

Sally García

[Biblical Justice]

Justicia es una palabra que este año salta a la vista en las columnas de los periódicos y se vocifera en las crónicas televisivas. La gente clama por justicia —nos enteramos—, pero a la vez esa justicia nos llega con una confusa mezcla de significados.

Lo que para algunos es justicia, para otros es algo desproporcionado o imposible de aplicar. ¿Se puede, por ejemplo, exigir justicia para algo que ocurrió hace eternidades? ¿Puede una querella multimillonaria subsanar una injusticia cometida? ¿Se usa a veces la justicia como sinónimo de venganza?

¿Y en qué momentos o circunstancias debemos pronunciarnos los cristianos? ¡Son tantos los males por enmendar en este mundo! Desde sus albores el cristianismo ha desempeñado un papel activo en ayudar a los agraviados, los hambrientos y los oprimidos. Sin embargo, ¿por dónde empezamos y cómo sabemos qué causas abrazar?

Preguntas así me vienen una y otra vez mientras avanzo por la pantalla de mi cuenta de Facebook, en la que tengo amigos que datan desde mi infancia hasta el día de hoy, además de conocidos y familiares directos cuyas cosmovisiones, en su conjunto, abarcan todo el espectro de opiniones socio-políticas. Las mismas preguntas surgen cuando leo el periódico, sobre todo al leer las páginas de opinión.

¿Cómo definimos, pues, justicia correctamente y de qué modo y en qué casos salimos en su defensa? Para abordar este tema a cabalidad haría falta mucho más espacio del que disponemos en este artículo; en todo caso, les presento enseguida algunas conclusiones a las que llegué luego de estudiar el asunto. Me ha sido provechoso recurrir a la Biblia, en la que hallé el firme fundamento que necesitaba para adquirir una comprensión más clara de la materia. Estas son algunas de las cosas que para mí tienen sentido. Hasta el momento he encontrado en la Biblia más referencias en lo que respecta a actuar yo con justicia que en lo tocante a clamar por justicia, salvo en casos en que se apela al Juez Divino para que administre justicia según Su perspectiva omnisciente.

A mi entender la justicia en su sentido bíblico reposa sobre los siguientes preceptos fundamentales:

¿Cuál es nuestra función y cuáles nuestros deberes sociales?

Haz todo el bien que puedas, por todos los medios que puedas, de todas las formas que puedas, en todos los lugares que puedas, tantas veces como puedas, por todo el tiempo que puedas[1].

Un blog cristiano lo expone así:

La justicia, en su expresión más sencilla, significa corregir o enmendar las cosas. No obstante, ¿cómo sabemos qué es lo correcto? ¿Quién define lo correcto? ¿La sociedad en conjunto o la cultura en que estamos inmersos? ¿Existe una ley moral que intrínsecamente sabemos que hay que acatar? [...] Al observar la vida de Jesús y el mandato que se nos hace a lo largo de las Escrituras es evidente que a los seguidores de Cristo se nos llama a «hacer justicia». Se nos insta a actuar, a hacer frente al mal, velar por los vulnerables y deshacer entuertos. Dicho mandato no es nuevo. No es una moda cultural o una simple tendencia de la sociedad actual. Nuestro llamado a la justicia se hace patente a lo largo del Antiguo y del Nuevo Testamento[2].

Con tantos temas candentes en discusión es importante que nos tomemos el tiempo para determinar cuidadosamente cuáles de ellos compartimos y refrendamos y cuáles condenamos. ¿Se nos está utilizando para promover los planes y programas de otros? ¿Cuál es el origen de esta campaña? ¿Cuál es el trasfondo? ¿Cómo se sostiene el lema que se esgrime frente a los preceptos bíblicos y sobre todo frente a las enseñanzas de Jesús? Él se fija en lo que nos mueve a actuar y quiere que amemos a los demás, no porque nos hayamos visto obligados a hacerlo por presión social o porque sea la última causa que pregonan los titulares, sino más bien porque sentimos que Su Espíritu nos está hablando al alma.

No sean parciales en el juicio; consideren de igual manera la causa de los débiles y la de los poderosos. No se dejen intimidar por nadie, porque el juicio es de Dios[3].

Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre[4].

¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda![5]

El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura? ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes?[6]

Jesús abrió el camino enseñándonos el espíritu de los preceptos del Antiguo Testamento. Fue amigo de todo el que se le acercó con un corazón abierto. No le importaba el sexo, posición social o la reputación de la persona. No reparaba en nada de eso; la miraba directo al alma. Desafiaba los convencionalismos con amor y radicalidad a fin de curar y consolar a los que acudían a Él. Gracias al ejemplo de Jesús y Sus seguidores nosotros aprendemos a hacer lo mismo.

No hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús[7]. Pues no hay distinción de personas delante de Dios[8].

Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor[9].

El siguiente extracto de un artículo de Timothy Keller desglosa los vocablos hebreos y griegos utilizados para expresar justicia:

La palabra hebrea equivalente a «justicia», mishpat, en su acepción más elemental significa tratar equitativamente a la gente. Supone absolver o castigar a cada persona según lo amerite el caso, sin distinción de raza o categoría social. Todo el que comete el mismo delito merece la misma pena. Además significa otorgar a la gente sus derechos. Mishpat implica asumir el cuidado y la causa de las viudas, los huérfanos, los inmigrantes y los pobres, quienes constituyen el denominado «cuarteto de los vulnerables».En las sociedades agrarias previas a la era moderna estos cuatro grupos carecían de poder social. Vivían en condiciones mínimas de subsistencia, y de producirse una hambruna, invasión y hasta el menor malestar social eran susceptibles de morir de hambre en pocos días. La mishpat, o justeza de una sociedad, conforme a la Biblia, se determinaba según el trato que diera a esos grupos. [...] Eso es lo que significa «hacer justicia».

Logramos una mayor penetración en el tema si tomamos en cuenta la segunda palabra hebrea que se puede traducir en el sentido de «ser justo». Se trata de la palabra es tzedaká, que alude a una vida de relaciones rectas. Tzedaká se refiere al diario vivir en que una persona conduce todas sus relaciones en familia y en sociedad con imparcialidad, generosidad y equidad.

Esas dos palabras corresponden en líneas generales a lo que algunos denominan «justicia primaria» o «rectificadora». La justicia rectificadora es la mishpat. Significa castigar a los infractores y velar por las víctimas de trato injusto. La justicia esencial o tzedaká entraña un comportamiento que de llegar a ser predominante en el mundo haría innecesaria la justicia rectificadora, puesto que todo el mundo viviría en correcta relación con todos los demás.

Si procuras llevar una vida acorde con la Biblia, el concepto de justicia y el llamado a la misma son ineludibles. Hacemos justicia cuando damos lo que corresponde a todos los seres humanos en su calidad de creaciones de Dios[10].

Entonces ¿qué aplicación tiene esto para mí y de qué modo debo filtrar las noticias, las páginas de opinión y los comentarios de Facebook que veo? ¿Cómo hago para saber a qué causas adherirme? ¿Cómo lograr coherencia entre mis actos y mis creencias? En lugar de sumarme a la última campaña de moda debo investigar como corresponde y pedir orientación y discernimiento por medio de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo.

Además, ruego que en mi pequeño rincón del mundo yo pueda ser una fuerza de bien y ser perseverante en compartir con los demás lo que Dios me ha dado, trátese de bienes espirituales o materiales. Todos mis estudios me retrotrajeron al principio: la Ley del Amor que sintetizó y simplificó todos los libros de los profetas y la ley:

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.» Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»[11].

Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve[12]. Todas sus cosas sean hechas con amor[13]. No deban a nadie nada salvo el amarse unos a otros, porque el que ama al prójimo ha cumplido la ley[14].

En cuanto lo hicieron a uno de estos Mis hermanos más pequeños, a Mí me lo hicieron[15].

¡Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno! ¿Qué requiere de ti el SEÑOR? Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Dios[16].


[1] Frase atribuida a John Wesley.

[2] Christine Erickson, https://sharedhope.org/2018/06/04/biblical-justice-and-social-justice.

[3] Deuteronomio 1:17 (NVI).

[4] 2 Corintios 9:7.

[5] Isaías 1:17 (NVI).

[6] Isaías 58:6,7 (NVI).

[7] Gálatas 3:28.

[8] Romanos 2:11.

[9] 1 Juan 4:7,8.

[10] https://relevantmagazine.com/god/practical-faith/what-biblical-justice.

[11] Mateo 22:37–39.

[12] 1 Corintios 13:3.

[13] 1 Corintios 16:14.

[14] Romanos 13:8.

[15] Mateo 25:40.

[16] Miqueas 6:8.

 

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