septiembre 1, 2020
En la Biblia hay muchos pasajes que hablan de lo que Dios tiene que decir de lo que valemos para Él. Génesis 1:26, 27 dice que estamos hechos a Su imagen, la imagen misma de Dios. El Salmo 139:13-16 (NBLH) dice que hemos sido creados asombrosa y maravillosamente, y que todos los días de nuestra vida se escribieron en el libro de Dios antes de que naciéramos, lo que confirma el previo conocimiento y plan de Dios para nuestra vida. Efesios 1:4 dice que Dios escogió a Sus hijos desde antes de la fundación del mundo, y en Efesios 1:13,14 dice que somos la posesión de Dios, elegidos para la alabanza de Su gloria, y que tenemos una herencia en el Cielo con Él como hijos Suyos.
Pongamos atención en las palabras de las frases anteriores: «estamos hechos», «creados asombrosa y maravillosamente», «se escribieron», «Dios escogió a Sus hijos», «somos la posesión de Dios» y «tenemos una herencia». Todas esas frases tienen algo en común: algo que Dios nos hizo a nosotros o para nosotros. No son cosas que hayamos hecho nosotros, tampoco las hemos ganado o merecido. De hecho, somos simplemente los destinatarios de «toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo»[1]. Por lo tanto, podemos concluir que en realidad nuestro valor no proviene del «yo»; más bien, es un valor que Dios nos da. Para Dios somos de un valor incalculable debido al precio que pagó para hacernos merecedores: la muerte de Su Hijo en la cruz.
La Biblia nos dice que «siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros»[2]. De hecho, estábamos «muertos en delitos y pecados»[3]. Dios nos atribuyó Su propia justicia[4], no porque fuéramos dignos de recibirla, sino porque éramos indignos, difíciles de amar e incapaces de sentirnos merecedores. Sin embargo —este es el milagro—, en realidad Él nos amó a pesar de nuestra condición[5], y debido a ello, nuestro valor es inmenso.
Juan 1:12 nos dice que a los que recibieron a Cristo y creyeron en Su nombre, Dios les dio el derecho de ser Sus hijos. En 1 Juan 1:9 dice que si confesamos nuestros pecados, Él es fiel para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si nos centramos en lo mucho que Dios nos ama y en el precio que pagó para redimirnos, nos veremos como Dios nos ve, y eso nos ayudará a entender lo valiosos que somos como hijos del Dios Altísimo.
En muchos casos, nuestra autoestima se basa en lo que otras personas nos dicen acerca de nosotros. Jesucristo es la única y verdadera autoridad sobre nuestra autoestima; y como Él dio Su vida por nosotros al morir en una cruz, eso nos debería decir lo valiosos que somos en realidad. Tomado de gotquestions.org[6]
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La convicción de que eres hijo o hija de Dios te da una sensación de comodidad en tu autoestima. Significa que puedes encontrar fuerzas en el bálsamo de Cristo. Te ayudará a enfrentar las penas y dificultades con fe y serenidad. James E. Faust
Cuando un seguidor de Jesús vive la vida acorde con Sus preceptos, se convierte en algo hermoso. Ser cristiano y mantener una relación con Dios debería ser algo que impregne nuestras experiencias cotidianas, se integra a nuestras decisiones y brinda color a nuestra percepción de nosotros mismos, de los demás y de la vida misma.
Como un bello cuadro, la gloria más grande de un cristiano se compone de innumerables componentes pequeños. Las pequeñas manchitas de pintura que parecen tan insignificantes cuando las miramos de cerca se tornan en una belleza conmovedora cuando se contemplan en su totalidad. Del mismo modo, las incontables expresiones del amor de Dios compartidas con los demás en el transcurso de la vida de un cristiano parecen insignificantes en sí mismas. Sin embargo Dios las observa en el contexto de la totalidad de una vida que lo glorifica y Él se complace en su belleza.
Somos obra de Dios. Al dar lugar a que Él plasme los diversos matices de Su amor y misericordia y dé forma a la belleza que desea que adquiramos, nos convertimos en una obra maestra Suya, que hablará al corazón de muchas personas. Abracemos con ansias el don preciado de Su presencia en nuestra vida. Al cultivar la belleza cautivante del amor de Dios en todo lo que hagamos y digamos, los demás se verán atraídos a Él a través de nosotros. María Fontaine
No hay dos hojas iguales, dos piedras preciosas, dos estrellas, dos vidas iguales. Cada vida es un nuevo pensamiento de Dios para el mundo. Nadie en el mundo puede cumplir igual que tú el propósito de Dios para tu vida. Y si no descubres y vives ese propósito de Dios para tu vida, faltará una gloria que de otro modo existiría. Cada joya irradia su propio brillo. De cada flor emana una fragancia particular. Cada cristiano tiene su propia porción de la luminosidad y fragancia de Cristo, y Dios las transmite a los demás a través de cada uno. James McConkey
Dios te tejió. Al igual que un tapiz, cada uno de nosotros es una criatura compleja[7]. […] El salmista identifica correctamente a Dios como el Maestro Artista que es la fuente de nuestro origen.
Eso debería provocar que de nuestro corazón surjan alabanzas y agradecimiento[8]. Somos una creación admirable. Cada uno de nosotros es un ser único en muchos aspectos, pero también en muchos otros es parecido. Cada uno de nosotros es una obra maestra original del Creador. No niegues este aspecto de tu identidad (muchísimas personas lo han hecho). Dios puede valerse de tus habilidades particulares[9]; ¡Dios tiene un propósito para ti! Jon W. Quinn
Formas parte de un extenso y complejo plan global. Tú no lo ves, pero Yo sí. No entiendes lo perfectamente que encajas en la trama general de la vida y el equilibrio del universo, mas Yo sí. Algún día tú también te darás cuenta y te maravillarás conmigo de lo espléndidamente que se concretó todo.
Eres singular. No hay nadie en el mundo que sea igual que tú y nunca lo habrá. Resiste la tentación de verte desde una óptica negativa y fijarte en tus fallos, en tu poca capacidad y en las imperfecciones de tu cuerpo o de tu personalidad. Yo te amo tal como eres, como si no hubiera nadie más en todo el mundo. Significas mucho para Mí. Jesús, hablando en profecía
Publicado en Áncora en septiembre de 2020.
[1] Efesios 1:3.
[2] Romanos 5:8.
[3] Efesios 2:1.
[4] 2 Corintios 5:21.
[5] Juan 3:16.
[6] https://www.gotquestions.org/self-worth.html.
[7] V. Éxodo 26:36.
[8] V. Salmo 139:14.
[9] V. Salmo 139:16.
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