junio 30, 2020
«¿Cómo, pues, invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?» Romanos 10:14[1]
Cuando se trata del servicio cristiano, Dios siempre obra en nosotros y a través de nosotros para llevar a cabo la tarea que nos ha pedido que hagamos. Sin embargo, no nos quedamos sentados y observamos pasivamente. Dios requiere nuestro compromiso, tanto espiritual como físicamente.
Lo primero que Dios requiere de nosotros es nuestra disposición y disponibilidad. Y la primera parte de nuestra anatomía que requiere de nosotros son nuestros pies, los que nos llevan donde Dios quiere que estemos. En Efesios 6:15 Pablo se refiere a ellos así: «Calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz». Cuando estamos en el lugar correcto, Dios requiere nuestros ojos. Jesús dijo a Sus discípulos: «Yo les digo: ¡Abran los ojos y miren los campos sembrados! Ya la cosecha está madura»[2]. Eso fue después de que los discípulos hicieron caso omiso de la mujer de Samaria; casada cinco veces, viviendo en pecado, y rechazada por su comunidad, pero sedienta de lo que solo Dios podría darle.
Muchas personas están listas para recibir la Palabra de Dios, pero nuestros ojos deben estar abiertos para verlas.
Dios también requiere nuestros oídos. En Jeremías 23:22 Dios dice: «Si hubieran estado en Mi consejo, habrían proclamado Mis palabras a Mi pueblo». Es de vital importancia dedicar tiempo a estar a solas con Dios y escuchar lo que Él pone en nuestro corazón. Isaías escribe: «Todas las mañanas me despierta, y también me despierta el oído, para que escuche como los discípulos»[3].
Una vez que escuchamos a Dios, Él requiere nuestra lengua. En el mismo versículo, Isaías dice: «El Señor omnipotente me ha concedido tener una lengua instruida, para sostener con mi palabra al fatigado». Hay muy poco que sea más satisfactorio que escuchar a una lengua instruida en los asuntos de Dios, y hay muy poco que sea más frustrante que escuchar a una lengua no instruida. El Espíritu Santo revela las verdades de Dios, y necesitamos presentarlas con convicción, exactitud y bondad.
Trabajamos con Dios, y Él utilizará nuestros pies para ponernos en el lugar indicado en el momento indicado, nuestros ojos para que vean lo que hay que hacer, nuestros oídos para saber lo que Él nos dice. Será trabajo con la dirección divina; es casi seguro que verá obstáculos y reveses, pero al final, resultará en un trabajo dinámico.
Dios es el que da el empoderamiento, y dice: «¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas!»[4] No tendremos un mayor llamamiento que el de subir esa montaña con Dios. Charles Price
Se ha dicho que las únicas Biblias que el mundo lee son las que están encuadernadas en cuero de zapatos: Tú y yo. Cuando las personas ven el poder milagroso de Dios que obra en nuestra vida, eso sirve de prueba genuina y viva de que también puede ocurrirle a ellas. Nuestro cuerpo es el vehículo en el que viaja Su Espíritu, y nuestra lengua el instrumento que les da la verdad.
Pero ¿por qué tenemos que decírselo nosotros? ¿Por qué no manda el Señor por ahí a unos cuantos ángeles y deja que ellos se lo digan? En vez de eso, Dios se vale de nosotros, que somos seres humanos falibles y pecadores como ellos, para llevarles el Evangelio. Dios sabe que tendremos paciencia, amor y misericordia de la gente, porque hemos enfrentado los mismos desafíos y dificultades. ¿Ves la lógica que siguió Dios cuando escogió como testigos Suyos a otros seres humanos? ¡Eres Su prueba!
Alguien dijo en una oportunidad: «Es imposible demostrar la existencia de Dios, no se puede poner a Dios en un tubo de ensayo y demostrarme que existe». Dios se ha puesto en ustedes, y ustedes son la prueba viviente y visible de que Dios existe, al igual que Su creación es prueba visible de Su existencia. Su amor, la luz de sus ojos y su rostro, y el espíritu maravilloso que los demás perciben en ustedes, no solo les demuestra que existe Dios, sino también que Él los ama.
No todas las personas del mundo han oído el Evangelio. Es posible que hayan oído hablar de Jesús, pero no siempre entienden quién es ni lo que hizo. Tienen la tarea difícil de intentar convencer a las personas sin que hayan visto. Es posible que no se den cuenta, pero ahora mismo cuando los miran a los ojos y la cara y oyen sus palabras, están viendo la prueba viviente. Ven, sienten y escuchan a Jesús a través de ustedes. «Cristo en ustedes, la esperanza de gloria»[5].
No solo representan a Jesús, sino a la Palabra de Dios. Son como una Biblia andante y parlante. La Palabra viva de Dios. La mayoría de la gente que no es salva no va a leer la Biblia. La única prueba de verdad que muchos verán, serán ustedes. Todo lo demás tiene que ser por fe. Y Dios hasta siembra esa semilla de fe en los corazones de las personas para ayudarlas a creer.
Ustedes son la prueba viviente de la salvación que da Jesucristo. David Brandt Berg
¿Qué quiso decir el apóstol Pablo cuando escribió: «¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas!»? Examinemos varios aspectos que ayudarán a que la gente aprecie el valor, la valía, y el poder de los que participan en la predicación del evangelio.
1. El evangelio es bello debido a su autor, el Señor Jesucristo. El Señor Jesús es bello en Su carácter, en Su amor, y en la verdad que Él personificó en todos los aspectos de Su vida. […] Cristo es el autor del evangelio y lo hizo para que el mundo pudiera salir de la fealdad de su pecado, depravación y esclavitud y para que tuviera una relación con Dios, bella e indescriptible. Una vida de perdón, propósito y privilegio es verdaderamente bella en todos los aspectos. Cuando adquirimos un aprecio íntimo de la belleza del Señor Jesús, nos vemos en la obligación de querer llevar Su bella santidad, verdad y alegría a otros que luchan en el fango de la fealdad del pecado. Es verdaderamente bello estar con personas que caracterizan los frutos del evangelio de amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, dulzura, fidelidad y dominio propio. Solo el evangelio libra a la gente de la fealdad del odio, la envidia, los celos, la ira, la maledicencia, la calumnia, las divisiones y la inmoralidad.
2. Los que llevan el evangelio son bellos porque asumen la identidad de Jesucristo. Todos tenemos tendencia a volvernos más y más como las personas con quienes nos asociamos. Cuando participamos más en llevar el evangelio, tenemos una identificación más estrecha con Jesucristo. Los que se identifican con Cristo se conocen por el bello servicio que dan a quienes sufren en la fealdad del pecado de autodestrucción.
3. Los pies de los que llevan el evangelio se consideran bellos porque llevan un mensaje de paz, esperanza y vida eterna. En este mundo todo es en última instancia vano, así que los que llevan el evangelio ofrecen liberación de la vaciedad y el sinsentido. Hay un gran regocijo cuando un pecador se aleja de la agitación y el dolor del pecado. Es posible que en el momento muchas personas no reconozcan la belleza de los mensajeros del evangelio, pero Dios se llena de alegría al ver a los que llevan el mensaje de vida eterna a un mundo que muere en su pecado. […]
Los que llevan buenas nuevas dan un mensaje que entrega paz interior y exterior. Animan con promesas eternas de una paz duradera. Dios considera bellos a los que participan en llevar este mensaje a los 6.200 millones de personas en el planeta. […]
El evangelio da a todas las personas una llave para la puerta de la belleza eterna por medio de una relación personal con Dios, que las transforma y las vuelve más y más conforme a Él por medio del poder santificador de Su Espíritu Santo[6]. Paul Fritz[7]
Publicado en Áncora en junio de 2020.
[1] NBLA.
[2] Juan 4:35 (NVI).
[3] Isaías 50:4 (NVI).
[4] Isaías 52:7 (NBLA).
[5] Colosenses 1:27.
[6] 2 Corintios 3:18.
[7] https://www.sermoncentral.com/sermons/what-did-paul-mean-when-he-wrote-the-words-how-beautiful-are-the-feet-of-paul-fritz-sermon-on-evangelism-how-to-42124.
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