junio 17, 2020
A veces cuando compartes tu fe puedes sentir que tus argumentos intelectuales o basados en evidencias para creer en Dios están cayendo en oídos sordos. En momentos así, podrías probar otra táctica. Puedes tratar de mostrarle a la persona a la que estás testificando los beneficios emocionales de la fe en Jesús y en la Biblia. Veamos algunas de las situaciones emocionalmente complejas de la vida y cómo el enfoque cristiano es emocionalmente saludable.
Temor: La Palabra de Dios nos dice que no temamos. Más de 365 veces en la Biblia Dios dice «no temas» o una variante de dicha expresión. «No temas, porque Yo estoy contigo; no desmayes porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de Mi justicia»[1]. Dios conoce nuestra condición humana, y los miedos, las dudas y el desaliento a los que somos propensos. Dios promete que va a estar con nosotros, nos va a ayudar, proveer para nuestras necesidades y guardarnos. Pase lo que pase en nuestra vida terrenal, Dios nos ayudará a sobrellevarlo.
Muchos de los primeros cristianos murieron como mártires por su fe. Dios les dio poder sobre el temor si bien sufrieron algunas muertes terribles a manos de sus enemigos. Fueron capaces de morir con fe y no con miedo. Su fe cristiana les dio la esperanza de la vida eterna. Su propio líder les había dicho: «No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Más bien, teman a aquel que puede destruir alma y cuerpo en el infierno»[2]. Al andar en el temor de Dios, los cristianos pudieron guardar Sus mandamientos de amor y verdad. Jesús les había dicho y mostrado que la mejor decisión era vivir y morir por aquellos principios. Por tanto, creer en Dios nos da la victoria sobre el temor.
Muerte: Dios promete que va a estar con nosotros aunque andemos «en valle de sombra de muerte»[3] y ofrece «librar a todos los que por el temor a la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre»[4], o esclavitud como dice en otra traducción. Nos ofrece vida eterna y victoria sobre la muerte física. En la tumba de Lázaro, Jesús le dijo a Marta, hermana de Lázaro: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en Mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en Mí no morirá jamás»[5].
Como cristianos no debemos temer la muerte; la podemos aceptar cuando venga porque tenemos vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor. Jesús resucitó de entre los muertos para demostrar que decía la verdad. La tumba vacía fue una de las más grandes pruebas de Su resurrección. Las autoridades romanas y judías pudieron haber parado en seco el cristianismo si hubieran producido el cuerpo muerto de Cristo. Pero no lo pudieron hacer, porque Él no estaba allí. Luego de Su resurrección y el subsecuente bautismo del Espíritu Santo, Sus discípulos que antes tenían miedo fueron transformados en intrépidos pregoneros de Su mensaje de amor y verdad. La verdad de Su resurrección es la mejor explicación de toda la evidencia circunstancial que tenemos de ese evento.
Dolor: Jesús promete estar con nosotros en nuestro dolor. Su Espíritu Santo es nuestro consolador en tiempos de angustia, no solo para consolarnos, sino para ayudarnos después a consolar a otros por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios[6].
Sufrimiento: Dios promete estar con nosotros en el sufrimiento que experimentemos en esta vida. Nos promete fortaleza y resistencia, y Él recompensará a todos los que sufren por amor de Su nombre. Muchos pasajes de la Biblia hablan de los beneficios del sufrimiento. El libro de Job trata con este problema. La Biblia nos dice que Dios es compasivo y misericordioso con Sus hijos que sufren[7]. El mismo Jesús dijo: «No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros»[8].
Enojo: Dios tiene la solución para el enojo y nos advierte que nos apartemos del mismo[9]. Por medio de la confesión y la oración[10] el cristiano puede obtener la victoria sobre una ira descontrolada pues Dios nos da dominio propio o templanza como uno de los dones del Espíritu Santo[11]. Entonces podremos ser lentos para la ira, los gritos y las calumnias; y más bien ser bondadosos y compasivos unos con otros, perdonándonos unos otros[12].
Culpa: Dios nos ofrece alivio de la culpa. Su Palabra dice: «Si confesamos nuestros pecados Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad»[13]. En otro versículo Él dice que si confesamos nuestros pecados y nos apartamos de ellos alcanzaremos misericordia[14]. Entonces, vemos que el cristianismo ofrece alivio de cargar con la culpa que sentimos cuando hemos hecho algo mal. Jesús nos prometió liberación de la culpa. Todos somos culpables porque hemos pecado o hecho algo malo, y lo sabemos. Sin embargo, Cristo murió por los pecados del mundo y nos ofrece perdón. Si creemos en Él, el perdón es nuestro.
Preocupación: La psicología moderna nos ha dicho que nos estamos matando de preocupación y que muchas de nuestras enfermedades y problemas psicológicos se derivan de la preocupación. Jesús nos dijo específicamente que no nos preocupáramos por el mañana, que no nos preocupáramos por tener provistas nuestras necesidades, porque Dios cuidaría de nosotros, tal como vela por las aves del cielo y por las flores del campo. La fe y la confianza nos dan poder sobre la preocupación.
Corrie ten Boom dijo: «Preocuparse es llevar la carga de mañana con las fuerzas de hoy; cargando con dos días a la vez. Es avanzar al mañana antes de tiempo. Preocuparse no le quita al mañana su dolor, le resta las fuerzas al presente.» Jesús dijo: «No se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.»[15] Cuando sentimos temor o preocupación, a menudo tenemos que acudir al Señor momento a momento y aferrarnos a Su Palabra y verdad.
Perdón: El cristianismo nos ofrece perdón por nuestros fallos, pecados y errores. Dios promete que, si creemos en Él, nos limpiará de toda maldad. Jesús nos perdona y nos enseña a perdonar a los demás. El cristianismo ofrece el código moral más elevado que se haya ofrecido alguna vez al ser humano, el código del perdón y del amor. «Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios os perdonó a vosotros en Cristo»[16].
Amor: El cristianismo nos dice que el mejor comportamiento es el amoroso. El código de ética más elevado es el que se basa en el amor. «Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor»[17]. Charles Dickens, el gran escritor británico del siglo XIX, dijo: «El Nuevo Testamento es el mejor libro que jamás ha conocido o será conocido por el ser humano. Te enseña las mejores lecciones que guiarán a cualquier persona que quiera ser veraz y fiel al deber.»
Agradecimiento y alabanza: Nick Vujicic dijo que nunca conoció a una persona amargada que fuera agradecida ni a una persona agradecida que estuviera amargada. El cristianismo ofrece una solución a muchas emociones negativas aconsejándonos que seamos agradecidos y andemos en alabanza. Los Proverbios nos dicen que el corazón alegre constituye buen remedio. El apóstol Pablo escribió: «Dad gracias en todo»[18]. Le dijo a sus discípulos que Dios haría que redundara en bien todo lo que pasara en la vida, por difícil que pareciera, si continuaban amando a Dios y confiando en Él[19] y se regocijaban en sus tribulaciones. La Palabra de Dios nos dice que el gozo del Señor es nuestra fortaleza[20]. Hay algo extremadamente poderoso acerca de encarar los problemas de la vida con una actitud agradecida, positiva, incluso alabando a Dios.
Enfoque positivo: Muy relacionado con lo anterior, la Palabra de Dios nos dice que seamos positivos. Un enfoque positivo nos puede ayudar a superar los pensamientos negativos. Si podemos controlar nuestros pensamientos y lo que ponemos en nuestra mente, tal como uno controlaría su dieta si fuera diabético, podemos ayudarnos a nosotros mismos a crear pensamientos positivos que afectarán positivamente a nuestras emociones. Pablo escribió: «Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad»[21].
El cristianismo ofrece las mejores soluciones para hacer frente y superar las vicisitudes de la vida, con la promesa de vida eterna, cuando ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron[22]. Ni siquiera vamos a recordar la angustia y el dolor que sufrimos por las alegrías y placeres que nos aguardan. «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman»[23].
[1] Isaías 41:10.
[2] Mateo 10:28 (RVC).
[3] Salmo 23:4.
[4] Hebreos 2:15.
[5] Juan 11:25–26 (NVI).
[6] 2 Corintios 1:4.
[7] Santiago 5:11.
[8] Juan 14:18.
[9] Proverbios 22:24.
[10] 1 Juan 1:9.
[11] Gálatas 5:23.
[12] Efesios 4:31–32.
[13] 1 Juan 1:9.
[14] Proverbios 28:13.
[15] Mateo 6:34 (NVI).
[16] Efesios 4:32.
[17] 1 Corintios 13:13.
[18] 1 Tesalonicenses 5:18.
[19] Romanos 8:28.
[20] Nehemías 8:10.
[21] Filipenses 4:8.
[22] Apocalipsis 21:4.
[23] 1 Corintios 2:9.
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