mayo 19, 2020
Paul Brand es un excelente médico que llevó a cabo una labor pionera en el tratamiento para la lepra. Recibió el premio Albert Lasker, la reina lo nombró comendador de la Orden del Imperio Británico, fue el único occidental que trabajó en la fundación Mahatma Gandhi, y varios procedimientos médicos llevan su nombre.
Brand creció en la India, donde sus padres eran misioneros. A los nueve años lo enviaron a un internado en Inglaterra. Cinco años después, cuando tenía 14 años y estudiaba allí, recibió un telegrama en el que le informaban que su amado padre había muerto de fiebre hemoglobinúrica. Brand guardaba preciados recuerdos de su padre, un hombre que amaba mucho a la gente y a la naturaleza que lo rodeaba.
Poco después de haber recibido noticias de la muerte de su progenitor, Paul Brand recibió una carta de su padre. La carta se había enviado antes de la muerte de su padre, pero tardó un tiempo en llegar a Brand, pues se envió por barco. Sus palabras dejaron una profunda huella en el joven hijo.
El padre de Paul describió las colinas alrededor de su hogar y luego terminó con estas palabras: «Dios quiere que nos deleitemos en su mundo. No es necesario saber de botánica, ni de zoología ni de biología para disfrutar la vida de la naturaleza, que es diversa. Solo observa. Y recuerda. Y compara. Y siempre busca a Dios con agradecimiento y adoración por haberte puesto en este bello rincón del universo, que es el planeta Tierra». Tomado de storiesforpreaching.com
El Salmo 19:1 (NVI) dice: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de Sus manos». Es una de las declaraciones bíblicas más claras de que la propia naturaleza tiene el objetivo de mostrar la grandeza de Dios. Esas palabras están en tiempo presente. Es decir, los cielos «cuentan» y el firmamento «proclama» la obra creadora de Dios. Es una exposición constante. Lo que vemos en la naturaleza está pensado para mostrarnos constantemente que Dios existe y para decirnos que el Creador es de verdad asombroso.
Uno de los argumentos más fuertes en favor de la existencia de Dios es el argumento teleológico, o el «argumento del diseño». Este enfoque sostiene que lo que se observa en la naturaleza se explica mejor por medio de un acto de creación, deliberado e inteligente, y no por el azar o la suerte. La entrega de información es un aspecto importante al respecto. La información siempre se considera como el producto de la inteligencia. Algunos esquemas son complejos, pero casuales. Otros pueden estar bien definidos, pero no llevan ninguna información. Sin embargo, cuando vemos una disposición compleja y específica que entrega información, reconocemos que fue la obra de una mente y no solo una casualidad.
Salmo 19:1 une esta idea a la Escritura. Mientras más sabemos acerca del universo, con más claridad vemos la obra de Dios. [En otros tiempos] los científicos y los ateos suponían que el universo era eterno. La combinación de las teorías de Einstein y los adelantos en la física, han dejado claro que, en realidad, el universo tuvo un «principio». Al principio, esa idea fue rechazada por los científicos que la consideraron teología y no ciencia. Sin embargo, con el tiempo, negarlo se volvió imposible. El hecho de que el universo «comenzó», es algo que podemos ver simplemente al ver el cielo, el firmamento, como dice el Salmo 19:1.
Asimismo, Romanos 1 relaciona esta idea. En la naturaleza Dios ha revelado suficiente de Sí mismo y nadie tiene excusa para rechazarlo o para hacer lo que está mal. «Desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios […] se perciben claramente a través de lo que Él creó»[1]. Los cielos cuentan la gloria de Dios. […]
Cuanto más conozcamos el mundo que nos rodea, más gloria le daremos a Dios. Mientras más descubrimos, tenemos más pruebas de que Él es el único responsable de la naturaleza y sus leyes. Una persona necesita la Biblia y tener fe en Cristo a fin de tener una adecuada relación con Dios. Sin embargo, una persona solo necesita mirar con sinceridad el mundo que lo rodea para darse cuenta de que Dios existe. Tomado de gotquestions.org[2]
El salmista escribió: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de Sus manos. Un día transmite al otro la noticia, una noche a la otra comparte su saber»[3]. El Creador habla por medio de Su creación. Puedes oírlo si te detienes a escuchar.
Un lugar tranquilo en un entorno natural es ideal; pero si eso no es posible, basta con que fijes la vista en un árbol, unas plantas o aunque sea en un pedacito de cielo.
Apaga el teléfono. Olvida tu trabajo. No hagas caso del desorden. No pienses en nada más. Dedica a Dios toda tu atención. Concéntrate en algo creado por Dios: una flor, un árbol, un pájaro, una mariposa, una nube, una laguna, un arroyo, la brisa.
Imagínate con qué cariño y esmero lo creó Dios. Luego multiplica eso por todas las flores, árboles, pájaros, etc. que hay en el mundo. ¿Qué te indica eso sobre el amor que siente Dios por ti? ¿No te infunde paz? ¿No te hace sentirte bien?
Respira lenta y profundamente durante varios minutos. Relájate, recréate en el amor de Dios, disfruta de la vista y escucha a Dios mientras te revela más verdades. Tomado de la revista Conéctate
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Quédense quietos, reconozcan que Yo soy Dios. Salmo 46:10 (NVI)
¿Te ama Dios? La respuesta es claramente visible y palpable, y está en el hermoso mundo que hizo para ti. Basta con que mires a tu alrededor.
Él prodiga toda esa belleza y esas bendiciones no solo a quienes podría considerarse que merecen Su amor y Su misericordia, sino también a los que no se los merecen[4]. Él nos regala el sol, la lluvia, los árboles, la hierba, el cielo, la luna, las estrellas y todas las demás maravillas del universo. No tenía por qué hacer la vida tan placentera ni el mundo tan hermoso, pero lo hizo. David Brandt Berg
Publicado en Áncora en mayo de 2020.
[1] Romanos 1:20 (NVI).
[2] https://www.gotquestions.org/heavens-declare-glory-God.html.
[3] Salmo 19:1-2 (NVI).
[4] Mateo 5:45.
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