febrero 11, 2020
Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse. Santiago 1:19 (NTV)
En el mundo actual, la ira confunde a muchas personas. Lo que pasa es que no sabemos cómo controlar la ira como lo hicimos en el pasado. En la Biblia (Proverbios 29:11) se encuentra una respuesta muy sencilla, pero a la vez profunda, para explicar nuestra ira: «Los necios dan rienda suelta a su enojo, pero los sabios calladamente lo controlan»[1].
Piensa antes de hablar. La demora es un magnífico remedio para el enojo. No necesitas retrasarlo de manera indefinida. Si tienes que hacer frente a un problema, debes hacerlo. El enojo que se pospone indefinidamente se convierte en resentimiento. Eso es peor que la ira. Enojarse no siempre es un pecado. El resentimiento sí lo es.
Si se respondes impulsivamente, la tendencia es a hacerlo con ira. Si esperas para hablar del conflicto que enfrentas, serás más racional, más razonable. Mientras más tiempo guardes la calma, mejor será tu respuesta. Date tiempo para pensar.
Cuando surge un conflicto y te das tiempo para reflexionar, ¿en qué deberías pensar? Examina estas cinco preguntas:
¿Esto es verdad? ¿Lo que voy a decir es cierto?
¿Es útil? ¿O solo hará daño a la otra persona?
¿Es inspirador? ¿Edifica o derriba?
¿Es necesario? Y si no lo es, ¿por qué tengo que decirlo?
¿Es algo amable?
Piensa antes de hablar: Reflexiona antes de reaccionar. Eso siempre contribuirá a que disminuya tu ira. Rick Warren[2]
Standard Oil fue una de las empresas más importantes en su rubro, dirigida por John D. Rockefeller, muy conocido en esa época. Un día, un ejecutivo tomó una mala decisión que le costó a la empresa dos millones de dólares. Eso ocurrió a finales del siglo XIX y dos millones era una suma enorme.
Edward Bedford, socio de la empresa, fue a ver a Rockefeller. Al entrar a su oficina, vio a su jefe muy concentrado escribiendo unas notas. Cuando por fin Rockefeller levantó la vista, dijo a Bedford: «Supongo que se habrá enterado de que tuvimos una pérdida. Lo he examinado y antes de pedir al empleado que viniera a hablar del asunto, he tomado unas notas».
Bedford miró la mesa y la página en la que Rockefeller había hecho las anotaciones. En la parte superior de la hoja había escrito: «Puntos a favor del señor ________». Abajo del título había una larga lista de las buenas cualidades del empleado; entre ellas, había anotado que en tres ocasiones el empleado había tomado decisiones que llevaron a que la empresa ganara una cantidad muchas veces mayor a lo que se había perdido a causa de ese error que cometió.
Más adelante, Bedford comentó: «Nunca olvidé esa enseñanza. En años posteriores, cuando tenía la tentación de arremeter contra alguien, me obligaba a mí mismo a sentarme primero y recopilar concienzudamente una lista de cualidades lo más larga posible. Al terminar mi inventario, siempre veía el asunto en su verdadera perspectiva y no perdía la calma. No hay manera de saber cuántas veces esa costumbre evitó que cometiera uno de los errores más costosos de un ejecutivo: perder los estribos». Tomado de storiesforpreaching.com
Los que tienen entendimiento no pierden los estribos; los que se enojan fácilmente demuestran gran necedad. Proverbios 14:29 (NTV)
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Enójate, pero no peques; no dejes que el enojo te dure hasta la puesta del sol. Aunque este es un mandato bíblico, en muchos círculos cristianos la ira es un tema tabú. Reprimir esta emoción humana normal no es ni justo ni saludable; de hecho, hacerlo puede llevar a problemas graves. Si no reconoces tu enojo, dejas que dure hasta la puesta del sol y te lo llevas contigo a la cama. Eso da oportunidad al diablo, le da una puerta para entrar a tu vida. Eso también puede causar diversos problemas de salud. Por lo tanto, es esencial que se reconozca con anticipación ese poderoso sentimiento. Decir enójate da permiso para tener esa sensación, de modo que puedas enfrentarla abiertamente. Sin embargo, debes tener cuidado de la manera en que lo expresas.
El primer paso es presentarme tu enojo. Te ayudaré a distinguir si es legítimo o no. Si es así, te ayudaré a entender lo que debes hacer. La ira puede ser una señal de que algo no está bien y debe abordarse. Sin embargo, a veces tu ira está basada en tergiversaciones: malentendidos o interpretaciones erróneas. Reconocer esas tergiversaciones puede ser muy liberador. Si no has actuado de manera hiriente ante esos sentimientos, simplemente podrás dejarlos ir. Sin embargo, si tu ira se ha expresado de manera pecaminosa, vas a necesitar pedirme perdón a Mí y a quienes hayas herido.
Recuerda que he venido para que seas libre. Enfrentar la ira de manera responsable te libera para que vivas en abundancia, disfrutando más plenamente de Mi Presencia. Jesús, hablando en profecía[3]
¿Sueles ponerte a alabar y a demostrar respeto, y a ser lento para la ira? Cuando sientes la tentación de enojarte, ¿qué haces? ¿Te tranquilizas, haces una pausa y oras, de modo que puedas responder amablemente y con consideración? ¿O dices lo primero que te viene a la mente? Sea cual sea la situación o circunstancia, la mejor respuesta que puedes dar es una que sea amorosa y que denote consideración.
Responder con consideración significa que te refrenas de alzar la voz y enojarte, gritar, discutir o ser cruel en tus comunicaciones. Significa que tienes consideración por los sentimientos de la otra persona.
Levantar el tono de voz o gritarles a tus amigos o enojarte rara vez te ayudará a salirte con la tuya. Más bien, solo hará que los demás se sientan heridos, acusados, humillados y a la defensiva. Piensa en cómo te sentirías tú si estuvieras en el lugar del otro y alguien te estuviera gritando con mucho enojo.
Si alguien te hizo algo que te dolió, resuélvelo con amabilidad y consideración por los sentimientos de la otra persona. Es más probable que te escuchen si presentas tu modo de ver las cosas con humildad.
Puedes orar por un espíritu manso y tranquilo, por sabiduría y tacto, por amabilidad y paciencia. Además puedes pedirle a Jesús que te ayude a no juzgar apresuradamente, y a no ser duro con tus palabras y modo de actuar.
Jesús nos puede dar el poder para ser lentos para la ira, pacientes, considerados, amables, perdonadores y alentadores.
Ser amorosos y considerados al relacionarnos con los demás nos ayudará a tener amistades y relaciones saludables. Christi S. Lynch
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Una persona sin control propio es como una ciudad con las murallas destruidas. Proverbios 25:28 (NTV)
El tiempo todo lo cura, aun un corazón partido. Si bien el dolor y la rabia que sientes ahora se desvanecerán con el tiempo, el proceso será más rápido y soportable si me pides que te ayude. Puede que igual te parezca que se alarga demasiado, pero en muchos casos la curación lenta es la mejor.
Por otra parte, hay ciertas cosas que tú debes hacer. Deja atrás el pasado. Permite que te llegue la sanación. Líbrate del resentimiento y la amargura. Desembarázate de todo eso. Por muy difícil que sea, debes aceptar lo que sucedió y perdonar. Solo así lograrás cerrarle la puerta al pasado, librarte de los recuerdos dolorosos y pasar a otra etapa.
En momentos así en que parece que todo tu mundo se desmorona y pierdes lo que más quieres, puede que te preguntes si todavía te amo y velo por ti. La respuesta a ese interrogante es muy simple: ¡sí! Más que nunca deseo mostrarte cuánto te amo. Aunque tu vida está más vacía ahora, Yo espero llenar ese vacío con Mi amor. Vamos, traspasa el umbral y ciérrale la puerta al ayer. Del otro lado estoy Yo, y te tengo reservadas muchas otras cosas buenas. Jesús, hablando en profecía
Publicado en Áncora en febrero de 2020.
[1] NTV.
[2] https://www.oneplace.com/ministries/daily-hope/read/devotionals/daily-hope-with-rick-warren/think-before-you-speak-in-anger-daily-hope-with-rick-warren-june-21-2018-11793276.html.
[3] Sarah Young, Jesus Lives (Thomas Nelson, 2009).
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