noviembre 15, 2019
Escucho todo el tiempo de pastores que quieren darse por vencidos. Están cansados, frustrados. Consideran que le han fallado a su familia, a su congregación y a Dios.
Todo dirigente veterano ha experimentado desaliento. De hecho, algunos de nosotros hemos pasado por varios momentos difíciles.
No es pecado sentirse desanimado. Nos sucede a todos. El desaliento es una consecuencia de la guerra espiritual. También se presenta cuando es necesario reajustar nuestras expectativas.
(Leer este artículo [en inglés] aquí.)
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