junio 25, 2019
«Una vida que gira en torno a Cristo», es una frase que nos encanta decir. [… ] Sin embargo, «en torno a Cristo» se dice muy fácil, pero vivirlo es más difícil, ¿verdad? En los momentos anodinos de la vida cotidiana, muchas otras cosas compiten con Cristo para estar en el centro del escenario.
Hoy quiero hablar de cuatro palabras que contribuyeron a formar mi comprensión de lo que debería ser una vida que gira en torno a Cristo.
1. Fuente. Una vida que gira en torno a Cristo empieza al darse cuenta de que el Señor es la fuente de todo lo que somos. Él nos creó, le pertenecemos a Él, nos dio los talentos, es el autor de nuestra historia y toda bendición que recibimos proviene de Él[1].
Además, Cristo es la fuente de nuestra rectitud cotidiana. Por nuestra cuenta no tenemos el deseo interno ni la capacidad moral para vivir en conformidad con las normas de la Biblia. Pero en Cristo, tenemos todo lo que necesitamos para vivir de manera acorde con los principios divinos[2].
2. Motivo. Una vida que gira en torno a Cristo significa que una Persona es la motivación de todo lo que pensamos, decimos y hacemos. En nuestro cristianismo, muchos de nosotros dejamos poco espacio para Cristo. Con ello quiero decir que nuestra capacidad de «cumplir la ley» o nuestro orgullo en la tradición histórica es lo que define nuestra fe, no la persona de Jesús.
¿Tu cristianismo es íntimo y personal? ¿Quieres conocer a Cristo?[3] ¿Quieres ser parte de Su obra? ¿Quieres complacerlo? ¿Quieres encarnar Su carácter? Una vida que se centra en Cristo es muy íntima y está motivada por una relación.
3. Objetivo. Una vida que gira en torno a Cristo tiene un objetivo final: que Jesús reciba la gloria. No está mal ir en pos de metas personales, pero la gloria de Cristo es la brújula orientadora que marca el rumbo para todo lo demás.
Debido a que queremos que Cristo sea conocido, honrado, adorado y obedecido, le entregamos todos los otros objetivos alcanzables. Nuestras decisiones ya no están controladas por deseos egoístas, sino por nuevos deseos que recibimos de Su amor[4].
4. Esperanza. Una vida que gira en torno a Cristo finalmente se juega todo a la carta del Señor. Sabemos que esta vida no es todo lo que hay, y que la eternidad viene[5]. Pero una vida que se centra en Cristo es más que solo un boleto para no ir al infierno. En el presente tenemos esperanza, porque Cristo ha prometido Su presencia y gracia hasta que vayamos a casa.
Pregúntate: ¿Mi vida gira en torno a Cristo? ¿Cristo es mi fuente para la vida? ¿Es lo que me motiva en todo lo que hago? ¿La gloria del Señor es mi objetivo? ¿Él es mi esperanza, tanto para hoy como para la eternidad?
Como dije al principio, hay mucho que compite para estar en el centro del escenario en nuestro corazón. La buena noticia del evangelio es que Jesús nos acepta y nos perdona cuando Él no está en el centro.
¡Nuestro Salvador camina pacientemente con nosotros y pelea por nosotros a medida que progresamos para hacer que Él sea el objetivo principal de nuestra vida! Paul Tripp[6]
«En vez preocuparte, ora… Es estupendo lo que ocurre cuando Cristo sustituye a la preocupación en el centro de tu vida». Filipenses 4:6-7[7]
¿Cuál será el centro de tu vida?
En otros términos, ¿para quién o para qué vas a vivir? Hay muchas opciones. Puedes cifrar la vida en una carrera, un deporte, un pasatiempo, en ganar dinero o divertirte.
Esas cosas no tienen nada de malo. Todas están bien. Sin embargo, todo eso sería pésimo como centro de tu vida. Necesitas que en el centro de tu vida haya algo que sea inamovible, que nunca te puedan arrebatar. […] Necesitas algo que no cambie y que sea seguro.
Una forma de saber que Jesús está en el centro de tu vida es que te preocupas menos. Cada vez que empiezas a preocuparte, debería sonar una alarma, aparecer una señal de advertencia que diga: «He permitido que alguien o algo —en vez de Dios— llegue a ser el centro de mi vida». Podrías permitir que una persona sea el centro de tu vida, y estarías bajo presión porque sabes que esa persona puede salir de tu vida en cualquier momento, o morir, o enfermarse.
Solo hay algo que puedes poner en el centro de tu vida que nunca cambiará y que es lo bastante fuerte como para sostenerte durante toda tu vida: Jesucristo.
Hace años se vendían unos juguetes, unas pelotas grandes que al lanzarse para que rebotaran podían llegar a una altura de 9 a 12 metros. ¿Por qué? Porque el centro de esas pelotas era muy compacto, un núcleo sólido. Eso les daba su capacidad de rebotar.
Cuando tu núcleo es sólido en Dios, tienes capacidad de rebotar, capacidad para recuperarte. Te recuperarás más rápido del estrés. Te recuperarás más rápido de los problemas. Te recuperarás más rápido de una profunda pena. Rebotarás más rápido de las crisis. En tu vida tienes algo sólido, algo que no cambia, y te preocupas menos. Rick Warren
Una vida centrada en Cristo (o Cristocéntrica) está enfocada en una entrega a Jesucristo como Señor. En el centro de todas las decisiones del ser humano hay una motivación. A algunas personas las motiva la búsqueda de placer o dinero. Otras, centran toda su vida en un objetivo, un trabajo o incluso su familia. Todo eso no es malo por sí solo; sin embargo, aquello en lo que centramos nuestra vida puede convertirse en nuestro dios.
El corazón humano fue diseñado para adorar; y si no adora a Dios, adorará otra cosa. Si nuestra vida no gira en torno a Cristo, nos centraremos en otra cosa. La adoración se mide por la cantidad de tiempo, dinero y energía emocional que se invierte. Nuestros dioses pueden identificarse por el grado de compromiso apasionado que suscitan en nosotros y, al cabo de cierto tiempo, comenzamos a parecernos a ellos. Hablamos de ellos, pensamos en ellos, soñamos con ellos y elaboramos planes a fin de pasar más tiempo con ellos. Las personas que nos conocen mejor, por lo general saben cuáles son nuestras más grandes pasiones, porque la adoración es difícil de ocultar.
Los seguidores de Cristo que centran su vida en Jesús comienzan a volverse más como Él. Hablan de Jesús, piensan en Él, sueñan con Él y hacen planes para pasar más tiempo con Él. […] El mayor deseo de los creyentes que están centrados en Cristo es complacerlo y llegar a ser más como Jesús. […] Glorificar a Dios es el objetivo principal de una vida que gira en torno a Cristo.
Pero vivir en torno a Cristo no debe confundirse con una vida centrada en la religión. En la época de Jesús, los fariseos llevaban una vida que giraba en torno a la religión. Comieron, bebieron y durmieron según la ley. […] Pero Jesús tenía para ellos una dura reprimenda. Estaban centrados en la ley pero no centrados en el amor; y eso marcó la diferencia[8]. Una vida centrada en la religión se esfuerza por alcanzar supremacía, atención y gloria que se basan en el desempeño. Lleva la cuenta de los tantos y se juzga a sí misma y a los demás por sus propias normas. Las vidas que giran en torno a Cristo se basan en la obra que Jesús terminó a favor de ellas y anhelan la santidad como un medio para permanecer cerca de Él[9].
El secreto para vivir en torno a Cristo es entender el «temor del Señor»[10]. El temor del Señor es la concienciación constante de que nuestro amoroso Padre celestial observa y evalúa todo lo que pensamos, decimos o hacemos. Quienes llevan una vida en torno a Cristo han llegado a tener una conciencia tangible de la presencia de Jesús[11]. Toman decisiones que están basadas en la pregunta «¿Esto le agradaría al Señor?» Evitan las trampas de Satanás y los embrollos del mundo porque evalúan las decisiones que toman, preguntándose: «Si Jesús pasara el día conmigo, ¿yo haría esto? ¿Vería esto otro? ¿Diría eso?»[12] […]
A excepción de Jesús, nadie ha llevado una vida perfecta[13]. Incluso quienes tienen un profundo deseo de vivir en torno a Cristo tropezarán, caerán, pecarán y tomarán decisiones carnales en momentos de debilidad[14]. Sin embargo, una persona centrada en Cristo no puede soportar vivir sin estar en armonía con Dios; rápidamente confesará el pecado y se restablecerá la comunión con Él. Vivir en constante armonía con Dios […] es un proceso de toda la vida; por medio de ese proceso Dios nos hace más como Jesús[15]. Cuando comenzamos a centrar nuestro corazón en Jesús, rápidamente en nuestra vida ocurrirá lo mismo. Tomado de gotquestions.org[16]
Me dirijo a los cristianos: Quiero animarte a que te detengas por unos instantes y pienses cómo el mundo puede hacer mella en tu corazón y desplazar a Cristo: todas esas cosas innecesarias e inútiles, dar prioridad a algo indebido, dedicar demasiado tiempo a cosas mundanas, prestar más atención a lo material que a tener comunión con Jesús y leer Su Palabra. Muy pronto desplazarás a Jesús.
El mundo jamás satisface. Pero el Señor sí, y por eso quiero recalcarlo. Si nada te satisface, si sientes dentro de ti ese doloroso vacío, esa carencia, presta atención a esta escritura: «Mi porción es el Señor». Millones de personas dan testimonio de ello, de que Él ha satisfecho cada anhelo de su corazón, y de que cuando solo conocían las obras y recompensas mundanas que no les proporcionaban satisfacción alguna, Cristo llegó a su vida y alumbró con una extraordinaria luz su alma entenebrecida. Virginia Brandt Berg
Publicado en Áncora en junio de 2019.
[1] Génesis 1, Hechos 17:26, Santiago 1:17.
[2] 2 Pedro 1:3.
[3] Filipenses 3:10.
[4] 2 Corintios 5:14-15.
[5] 1 Corintios 15:19, Apocalipsis 21:4.
[6] https://www.paultripp.com/wednesdays-word/posts/what-is-a-christ-centered-life.
[7] Traducción de la versión The Message.
[8] Mateo 23:25; Lucas 11:42.
[9] Hebreos 12:14.
[10] Salmo 19:9; Proverbios 16:6.
[11] Mateo 28:20.
[12] 1 Timoteo 3:7; Efesios 6:11.
[13] Hebreos 4:15.
[14] 1 Juan 1:8-10.
[15] Romanos 8:29; Hebreos 12:14.
[16] https://www.gotquestions.org/Christ-centered-life.html.
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