Los cuatro evangelios

junio 13, 2019

Peter Amsterdam

[The Four Gospels]

Los evangelios se escribieron varios decenios después de la muerte y resurrección de Jesucristo. Su autoría se atribuye a creyentes de aquella época. Esas biografías de Jesús permitieron que Su vida, Sus palabras, Sus actos y Su promesa de salvación se conservaran y difundieran durante siglos. Al cabo de dos mil años, seguimos leyendo y estudiando el mismo evangelio al que tuvieron acceso los primeros lectores.

Según los historiadores, los tres primeros evangelios —Mateo, Marcos y Lucas— se escribieron entre los años 45 y 69 d. C. El último, el de Juan, data del año 90 d. C. aproximadamente. Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas son llamados sinópticos, ya que es fácil estudiar sus numerosas similitudes, como también sus diferencias, colocándolos lado a lado en tres columnas paralelas.

Aunque no se sabe con certeza, hoy en día los exégetas suelen considerar que el Evangelio de Marcos fue el primero que se redactó, seguido por el de Mateo y el de Lucas. El consenso general entre los eruditos es que Mateo y Lucas tuvieron acceso al Evangelio de Marcos cuando escribieron los suyos y que ambos consultaron otra fuente común de documentación escrita. Aparte de eso, Mateo dispuso de material o fuentes independientes con los que no contó Lucas, el cual por otra parte también tuvo sus fuentes independientes. De ahí que bastantes partes de los evangelios sinópticos guarden semejanza entre sí.

El Evangelio de Juan, escrito décadas después de los otros tres, no sigue el mismo esquema que los evangelios sinópticos. Se parece en términos generales a los demás, pero presenta características propias y distintivas en cuanto a contenido, estilo y ordenamiento. En lugar de narrar el nacimiento o detallar la genealogía de Jesús como Mateo y Lucas, Juan describe el nacimiento de Jesús como la manifestación de la Palabra de Dios encarnada (en forma corporal). En lugar de contar parábolas, expone las enseñanzas de Cristo a modo de dilatados diálogos. Además, dispone los sucesos en distinto orden que los evangelios sinópticos.

El objetivo de los evangelistas no era escribir una biografía detallada de Jesús. En lugar de reseñar uno por uno Sus actos, suelen sintetizarlos en frases como «los sanaba a todos» o «recorrió toda Galilea proclamando el mensaje»[1]. Juan escribió al final de su evangelio que Jesús hizo muchas otras cosas que él no recogió en su libro[2]. Los evangelistas se limitaron a describir episodios de la vida de Jesús que consideraron óptimos para dar a conocer a sus lectores quién era Él, qué predicó y qué significaron Su muerte y resurrección para nuestra salvación. La finalidad fundamental de los evangelistas era divulgar la buena nueva, invitar a otros a creer en Jesús y preparar un texto que sirviera para instruir a los nuevos creyentes en el conocimiento de Jesús y Su mensaje, a fin de que estos a su vez se lo transmitieran a otras personas.

Se cree que antes de que se escribieran los evangelios, buena parte de su contenido ya circulaba oralmente. En la Antigüedad, particularmente en Israel, el método habitual de educación era la memorización por recitación, el cual permitía a la gente repetir grandes cantidades de enseñanzas, mucho más extensas que todos los evangelios juntos[3].

Aparte de los relatos de la vida y ministerio de Cristo que se transmitían oralmente, por lo visto existían también algunos textos de Sus dichos y hechos, como se desprende de lo escrito por Lucas al principio de su evangelio:

Muchos han intentado hacer un relato de las cosas que se han cumplido entre nosotros, tal y como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos presenciales y servidores de la palabra. Por lo tanto, yo también, excelentísimo Teófilo, habiendo investigado todo esto con esmero desde su origen, he decidido escribírtelo ordenadamente, para que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron[4].

En ese momento cobró importancia poner por escrito la información sobre Jesús y Sus enseñanzas. Ello por dos razones: una, que los primeros testigos presenciales estaban envejeciendo y algunos ya habían fallecido; otra, que el evangelio se había difundido por la mayor parte del vasto Imperio romano de la época. Eso significaba que ya no era posible que los apóstoles y otros de los primeros creyentes viajaran a rincones alejados del imperio para contar en persona lo que habían aprendido a los pies de Jesús. Era preciso poner por escrito Su vida y Sus enseñanzas a fin de preservarlas y divulgarlas donde no alcanzaban a hacerlo quienes las transmitían oralmente.

Los evangelistas

En ninguno de los cuatro evangelios se declara explícitamente quién es el autor del mismo. Para identificar a los autores se han utilizado textos cristianos de la primera parte del siglo II. Algunos exégetas cuestionan esas conclusiones, pero existen argumentos históricos para afirmar que los autores fueron Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Repasémoslos brevemente.

La primera referencia a Mateo como autor del libro que lleva su nombre es de Papías (fallecido c. 130 d. C.), obispo de Hierápolis, Frigia (cerca de Pamukkale en la actual Turquía). Otros padres de la iglesia —Ireneo (c. 120–203), Orígenes (c. 185–254) y Eusebio (c. 260–340)— avalan la autoría de Mateo.

Papías es también la fuente más temprana para acreditar que el autor del Evangelio de Marcos fue Juan Marcos, el cual en su juventud viajó con Pablo. Otros padres de la iglesia primitiva lo confirman. Papías escribió que «el presbítero» —nombre con el que se cree que se refería al apóstol Juan— dijo que Marcos, que trabajó con el apóstol Pedro, redactó con exactitud lo que Pedro le contó y lo que este predicaba sobre los dichos y hechos de Jesús. Marcos no fue un testigo ocular, pero escribió lo que Pedro le contó de la vida de Jesús. Trabajó en estrecha colaboración con Pedro, que lo llamó «hijo»[5]. Marcos era primo de Bernabé[6] y fue compañero de viajes de Bernabé y Pablo[7].

El Evangelio de Lucas es el más largo de los cuatro y el único que tiene una continuación: el libro de los Hechos. Si bien Lucas no fue testigo ocular del ministerio de Jesús, las palabras iniciales de su evangelio establecen claramente que recabó información de los primeros creyentes, cotejó esos datos con «testigos presenciales y ministros de la palabra»[8] y dispuso en orden todo el material reunido. Lucas era médico, muy probablemente gentil (no judío). Conoció a Pablo y a veces lo acompañó en sus viajes[9]. Numerosos padres de la iglesia primitiva lo señalan como el autor del evangelio que lleva su nombre.

Los exégetas suelen considerar que Lucas tuvo acceso al Evangelio de Marcos y además contó con mucho más material oral y escrito de otras fuentes. Más del cuarenta por ciento de su evangelio es distinto, incluido el relato que hace del nacimiento de Jesús, al igual que varios dichos y parábolas que no figuran en los otros evangelios. Dado que él escribió su evangelio y también el libro de los Hechos, que termina con Pablo en la cárcel antes de su ejecución, es muy posible que su evangelio sea anterior al ajusticiamiento de Pablo, o sea, que fuera escrito en los últimos años de la década del 50 d. C. o en los primeros de la década del 60 d. C.

La autoría del Evangelio de Juan se ha debatido ampliamente en el último siglo. Los antiguos padres de la iglesia estaban convencidos de que el apóstol Juan, hijo de Zebedeo, era el autor de este evangelio. En tiempos más modernos, se ha cuestionado su autoría por las grandes diferencias que hay entre este evangelio y los sinópticos. El sustento histórico para la autoría de Juan está en los escritos de varios padres de la Iglesia del siglo II. Ireneo (c. 180) escribió que Juan publicó un evangelio durante su estadía en Éfeso (Asia Menor). Buena parte de lo que escribió Ireneo lo había aprendido de Policarpo (c. 69–155), que fue seguidor de Juan.

La fecha que tradicionalmente se da para la redacción del Evangelio de Juan está entre los años 90 y 100 d. C. Es muy factible que se escribiera en Éfeso, ciudad ubicada en la actual Turquía. El Evangelio de Juan difiere de los sinópticos en que no incluye las parábolas que figuran en estos, no hay exorcismos, ni curaciones de leprosos, y no se parte el pan ni se bebe el vino en la Última Cena. Al final de este evangelio, Juan hace explícito el propósito por el que lo escribió: «Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de Sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en Su nombre»[10].

El evangelio cuádruple

En la primera mitad del siglo II, quizás unos 10 o 20 años después de escribirse el Evangelio de Juan, los cuatro evangelios comenzaron a circular juntos y llegaron a conocerse como el evangelio cuádruple. Eso fue posible gracias a la adopción del códice, un formato de publicación que entró en vigencia al final del siglo I y que sustituyó al rollo. Un códice era similar a un libro de hoy en día. Consistía en hojas de papiro o vitela cosidas por el lomo. En los rollos, en cambio, las hojas de papiro se pegaban una al lado de otra para formar una lámina continua.

Cuando los evangelios empezaron a circular juntos, el libro de los Hechos de los Apóstoles, que era la continuación del Evangelio de Lucas, se distribuyó por separado, no con los evangelios. En ese mismo período circulaba por las iglesias otra colección de escritos: el conjunto de las cartas de Pablo, conocidas como epístolas. Con el tiempo, el libro de los Hechos se utilizó como conector entre los evangelios y las cartas de Pablo, y todo ello combinado con las otras epístolas terminó conformando el Nuevo Testamento.

Artículo publicado por primera vez en noviembre de 2014. Adaptado y publicado de nuevo en junio de 2019.


[1] Marcos 1:38,39 (BLPH), Lucas 4:40 (NTV). A menos que se indique otra cosa, todos los versículos proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995.

[2] Juan 20:30,31.

[3] C. Blomberg en Joel B. Green, ed., Diccionario de Jesús y los Evangelios (Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 2016).

[4] Lucas 1:1–4 (NVI).

[5] 1 Pedro 5:13.

[6] Colosenses 4:10.

[7] Hechos 13:5.

[8] Lucas 1:2 (RVC).

[9] Colosenses 4:14.

[10] Juan 20:30,31.

 

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