mayo 28, 2019
Como soy el Creador de todo lo que hay y se te ha creado conforme a Mi imagen, en tu interior tienes una abundancia de poder creativo. Esfuérzate por ver tus circunstancias con una nueva perspectiva: con ansia de colaborar conmigo mientras creo algo nuevo dentro de ti y a través de ti. Aunque soy el Señor del universo, deseo trabajar conjuntamente contigo. A medida que aceptes participar en esta aventura sagrada, te conviertes más en la persona que he planeado que seas[1]. Jesús
*
La oración es como una operación conjunta entre el Creador y Sus criaturas. Cuando oramos unimos fuerzas con el Dios del universo para llevar a cabo Su voluntad a nuestro alrededor. Él nos pide que pidamos y luego reacciona respondiéndonos.
Si todo esto es cierto, entonces… ¡las oraciones poderosas constituyen una sociedad! Dios es trascendente, autosuficiente y omnipotente, no necesita depender de nosotros para nada. No obstante, nos invita a formar una sociedad con Él. Para nosotros es un privilegio trabajar en equipo con Dios para hacer Su voluntad en la tierra en una sociedad formada sobre la base de Su gracia.
A nosotros, que somos pecadores y débiles, se nos brinda el privilegio de una comunicación directa y constante con el Padre para que lleguemos a comprender Su voluntad y conocerlo de una forma más íntima, de manera que podamos pedirle las cosas que Él se deleita en concedernos.
Las oraciones poderosas hacen que Dios responda. En efecto, la oración es una conversación. Pero la oración también es más que una conversación. Tiene auténtico poder y lo tiene porque Dios elije actuar en respuesta a lo que pedimos.
No es que la oración sea una fórmula secreta o mágica, sino que hay un Dios real y vivo que responde a nuestras peticiones, que se hace presente. Y cuando lo hace sucede lo sobrenatural. En la tierra suceden cosas celestiales cuando oramos conforme a la voluntad de Dios, porque Dios ha elegido obrar Su voluntad de esa manera.
Me incomoda cuando escucho a alguien decir algo así como: «Algunos de ustedes pueden dar, otros pueden ir; y si no pueden hacer ninguna de las dos cosas, por lo menos pueden orar». ¿Por lo menos pueden orar? ¡Al contrario, lo mejor de todo es orar!
La oración es un ministerio, como dar de comer a los pobres, predicar el evangelio y alentar a los quebrantados. La oración es un proceso activo para unir los planes de Dios en el poder de Dios para llevar a cabo Su voluntad.
La gran pregunta es: ¿Quieres ser parte de la operación conjunta más grande de la creación, para lograr cosas celestiales en equipo con el Creador del universo?
De ser así el plan es sencillo: Ora, pide e irrumpe en el salón del trono del Cielo con tus peticiones en mano.
Únete a la gran operación conjunta en sociedad con Dios quien ha prometido escuchar y responder. Brandon Cox[2]
*
Dios quiere y merece ser un socio activo en la empresa de nuestra vida; y mientras más nos asociemos con Él, más nos beneficiaremos de esa sociedad.
Un componente clave en esa sociedad es estar a Su disposición, que pueda contar con nosotros. A Su disposición, en el sentido de ser sensibles para cuando Él quiera comunicarse con nosotros y estar dispuestos a escuchar lo que quiera decir. Que pueda contar con nosotros en el sentido de abrirnos y ser agentes de Su propósito en la vida de otras personas, ser un medio que Él emplea para comunicarse con quienes todavía no tienen una relación con Él.
Nuestra disposición en el aspecto espiritual y práctico es nuestra declaración al Señor de que Él es un socio de pleno derecho en nuestra vida, que queremos que participe en todo lo que hagamos. Peter Amsterdam
*
Durante la guerra civil norteamericana, Abraham Lincoln se reunió con un grupo de pastores para un desayuno de oración. Lincoln no era de ir a la iglesia, pero era un hombre de una fe profunda, aunque a veces poco ortodoxa. En un momento dado uno de los ministros dijo: «Señor presidente, oremos que Dios esté de nuestro lado». La respuesta de Lincoln mostró una mayor perspicacia: «No, señores, oremos que nosotros estemos del lado de Dios».
Lincoln les recordó a aquellos pastores que la religión no es un instrumento mediante el cual logramos que Dios haga lo que queremos sino una invitación a estar dispuestos a ser y hacer lo que Dios quiere. Tomado de storiesforpreaching.com[3]
*
Somos colegas de trabajo con Dios y esto se aplica a todo aspecto de nuestra vida, incluyendo a la oración. Ello responde a una pregunta que se nos viene a la cabeza cuando reflexionamos en las palabras de Jesús en Mateo 6. Dijo que al orar no debíamos usar vanas repeticiones como hacen los paganos, porque nuestro Padre sabe lo que necesitamos antes de pedirle[4].
La pregunta entonces es, ¿para qué orar? Y la respuesta es sencilla y reconfortante. Dios ha escogido concedernos el privilegio de ser Sus socios tanto en los aspectos físicos como en los espirituales de nuestra vida. Por medio de la oración trabajamos con Él para derrotar a las fuerzas del mal y para propiciar el cumplimiento de Sus amorosos designios en el mundo. ¡Qué privilegio es ser socios de Dios! ¡Y qué incentivo para orar! Herbert Vander Lugt[5]
*
Aunque Dios conoce nuestra necesidad,
quiere compartir Su obra con nosotros
haciéndonos socios
invitándonos a orar.
D. De Haan
Publicado en Áncora en mayo de 2019.
[1] Sarah Young, Jesus Lives (Nashville: Thomas Nelson, 2009).
[2] https://pastors.com/powerfulprayers/
[3] http://storiesforpreaching.com/categories/sermonillustrations/gods-sovereignity. Fuente: Esta es una anécdota hallada en Internet ampliamente difundida. También ha sido citada en estudios importantes. No he podido comprobar su historicidad.
[4] Mateo 6:7–8.
Copyright © 2024 The Family International