Nada es tan pequeño como para que Dios no le preste atención

mayo 7, 2019

Recopilación

[Nothing Is Too Small for God’s Attention]

En el Nuevo Testamento solo una vez se hace referencia a la casualidad, y fue en una frase empleada por el mismo Jesús en la parábola del buen samaritano. En Lucas 10:31 (NBLH), Jesús dice: «Por casualidad cierto sacerdote bajaba por aquel camino, y cuando lo vio, pasó por el otro lado del camino». En griego, el vocablo que se emplea es sugkuria, que es una combinación de dos palabras: sun y kurios. Sun significa «con» y kurios significa «señor», lo que connota autoridad suprema. Así pues, una definición bíblica de casualidad sería «algo que ocurre porque Dios arregló así las circunstancias».

Lo que nos parece algo al azar es en realidad supervisado por un Dios soberano que sabe cuántos cabellos hay en cada cabeza[1]. Jesús dijo que ni siquiera un pajarillo cae a tierra sin que nuestro Padre se dé cuenta[2]. En Isaías 46:9-11 (NVI), Dios dice claramente que Él está a cargo de todo: «Yo soy Dios, y no hay nadie igual a mí. Yo anuncio el fin desde el principio; desde los tiempos antiguos, lo que está por venir. Yo digo: “Mi propósito se cumplirá, y haré todo lo que deseo”. Del oriente llamo al ave de rapiña; de tierra distante, al hombre que cumplirá mi propósito. Lo que he dicho, haré que se cumpla; lo que he planeado, lo realizaré».

Al pensar en lo que nos ocurre en la vida, tenemos tendencia a clasificar unas cosas como importantes y otras como que no son importantes. A muchas personas no les cuesta creer que Dios se encarga de lo que ellas consideran que es importante, pero suponen que un Dios tan grande no se molestaría en atender los sucesos aparentemente minúsculos de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, esa interpretación está influenciada por nuestras limitaciones humanas y no está respaldada por las Escrituras. Para Dios, no hay algo que suceda que no sea importante. Él no necesita ahorrar energías, porque Su poder es ilimitado. Su atención nunca está dividida. Si el Señor, Dios, está al tanto de lo que le ocurre a cada pajarillo[3], entonces nada es tan pequeño como para que no le preste atención. A menudo se refieren a Él como el Omnipotente[4], un nombre que indica que tiene poder ilimitado y dominio absoluto.

Los humanos hablamos de casualidades para explicar los sucesos y encuentros inesperados. Pero solo porque nos hayan sorprendido no significa que Dios también lo esté. Las Escrituras dicen con claridad que Dios permite que los humanos pecadores cometan errores y enfrenten las consecuencias de ello; pero solo un Dios soberano también podría prometer que «dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con Su propósito»[5]. De formas que solo Dios conoce, incluso toma nuestros errores y los sucesos no planeados y los entrelaza para que se cumplan Sus propósitos.

En tiempos del Antiguo Testamento, a menudo se utilizaban el urim y el tumim, piezas del efod del sumo sacerdote, cuando se buscaba guía e instrucción[6]. En el Nuevo Testamento vemos que los apóstoles confiaban en la soberanía de Dios cuando echaron suertes para elegir un nuevo discípulo que reemplazaría a Judas[7]. Aunque cada uno de esos medios de comunicación parece insignificante, en las Escrituras Dios ha revelado que puede valerse del objeto o suceso más pequeño para que se cumplan Sus propósitos. Por lo visto, Dios no permite las casualidades. La administración del universo no está basada en una serendipia. La Biblia dice que los propósitos de Dios se impondrán y que Él es dueño de la situación, incluso en los hechos fortuitos[8]. Proverbios 16:33 (NBLH) dice: «La suerte se echa en el regazo, pero del Señor viene toda decisión». Lo que para nosotros puede parecer insignificante, tal vez en realidad sea el resultado del poder omnisciente de Dios que obra a nuestro favor para que se cumpla Su voluntad en nuestra vida.  Tomado de gotquestions.org[9]

*

Hace poco, fui testigo de una estupenda respuesta a la oración al manifestar fe. Una señora había llegado a la puerta de nuestra casita para vender algo. Al mismo tiempo, un amigo, el Reverendo Gardner de la primera iglesia Bautista llegó a verme. Acababa de entrar por la puerta principal cuando otro pastor de una iglesia pequeña que queda a la vuelta de la esquina, tocó en la puerta trasera. Y así nos reunimos los cuatro. No conocía a la señora que había tocado a la puerta principal para vender algo. De repente, ella se puso muy enferma.

Pedí a los dos pastores de Dios que oraran conmigo por aquella señora. Oramos con fervor. Uno de los pastores puso una mano en la cabeza de la señora. Cuando habíamos terminado de orar, de repente, ella levantó la vista con una mirada de extrañeza y dijo: «¿Saben? ¡Ha ocurrido un milagro! ¡Es lo más estupendo que me ha ocurrido!» Luego explicó: «De pronto me sentí muy mal y mareada. Me pareció que me iba a desmayar. He tenido jaquecas terribles. Siempre las he tenido. Tenía una jaqueca terrible y no podía mover la cabeza hacia la derecha. Solo la podía mover un poco. Después, no la podía mover más. ¿Y ven que ahora puedo mover la cabeza? ¡Y ya no me duele!» Esa señora no volvió a sufrir dolores de cabeza a partir de entonces; tampoco ha tenido rigidez en el cuello.

Ahora bien, aquella fue una estupenda curación y Dios se hizo cargo de inmediato, pero lo que quiero recalcar es que Dios por Su misericordia hizo que todos nos juntáramos en esa ocasión. Los dos pastores llegaron inesperadamente a mi casa; ellos no se conocían entre sí. Yo no conocía a la señora. Sin embargo, Dios había planeado que nos reuniéramos. Fue así.

Una tarde hablaba de ese tema con un grupo de personas. En el grupo estaba un científico y comentó disgustado: «¿Me dice usted que cree que Dios se rebajó a fin de reunir a un pequeño grupo como ese? ¿Que a Dios le interesaba tanto que llevó a su casa a un pastor por una puerta y al otro pastor por la otra, y también a la señora? ¿Que estaba muy interesado en un solo ser humano? No creo que aquella señora fuera tan importante para Dios».

Respondí: «Sí. Eso es lo que creo. Y yo soy tan importante para Dios como el pajarillo del que habló Jesús cuando dijo: “ni uno de ellos cae a tierra sin el permiso de vuestro Padre”. ¿Sabían que hasta los cabellos de su cabeza están todos contados? ¿Y que el Señor sabe cuántos son?»[10] Luego añadí: «¡Se dice que el átomo es una fuerza creadora y activa en el universo! Pues bien, del mismo modo, en el mundo espiritual la fe es una fuerza creadora activa que produce efectos y hace que ocurran maravillas.

»Mezcle tres cosas —oración sincera, fe sencilla y el poder de Dios— ¡y tendrá una fuerza más poderosa que el átomo! Solo porque la fe no está en el ámbito natural ni en el de los sentidos físicos, no es menos activa en el universo». No creo que quedó convencido. Sin embargo, amados, les digo que yo sí estoy convencida.  Virginia Brandt Berg

*

Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento.  Salmo 139:2[11]

*

En el sector de la salud nunca se sabe lo que ocurrirá durante la jornada laboral.

Cuando atiendo a los pacientes, en realidad no espero nada extraordinario que venga de parte de Dios. Soy asistente de enfermería, y mi trabajo consiste en ayudar a la enfermera a cuidar de los pacientes que se recuperan de una operación de las articulaciones. A fin de cuentas, es atención médica.

Una noche, el trabajo era como de costumbre y todos los pacientes estaban bien. Sin embargo, el trabajo se acumuló en el centro quirúrgico al otro lado del pasillo. No es común que me pidan ayuda a esa hora de la noche, pero entonces fue cuando cambió todo.

Me sentía un poco incómoda al tener que hacer algo diferente, salir de lo que para mí era un terreno conocido. Me preparé, respiré hondo y empecé. Mi primera tarea fue llevar en silla de ruedas a una paciente que iba a cirugía. Así pues, tuve que ir a la parte de atrás del edificio.

Llegamos a donde se encontraba el vehículo. Me despedí deseándoles lo mejor. Me di la vuelta para llevarme de nuevo la silla de ruedas a la puerta. Entonces noté que un hombre se acercaba a mí caminando, salió de una camioneta que estaba llena de ropa de cama.

—Disculpe señora —me dijo—. Necesito saber dónde debo entregar estas mantas.

Le expliqué dónde debía entregar esa carga. La situación me pareció extraña. Resulta que soy la única persona en el edificio que sabe qué ropa de cama pedimos y dónde llevarla.

Agradecido, me contó:

—Susurré una oración. Pedí a Dios que me enviara alguien, porque no sabía a dónde ir.

¿Y adivinen qué? Dios me envió en ese preciso momento al lugar exacto donde aquel hombre necesitaba la ayuda.

Amigo, Dios nos ve y sabe cuáles son nuestras situaciones, y también conocía la dificultad en la que se encontraba aquel hombre que debía entregar la ropa de cama. Dios no solo lo ve, sino que le importa. El Señor nos recuerda en el Salmo 139:2 (NVI): «Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento».

A Dios le interesó la plegaria de quien hacía aquella entrega lo bastante como para sacarme de mis tareas habituales y llevarme donde los pacientes van a cirugía, en la parte trasera del edificio. Y todo para que yo pudiera ayudar a aquel hombre. ¿Crees que Dios se interesa de igual manera por ti y por mí?

Dios no está distante, está cerca. Cuando levantamos la vista hacia Él, el Señor extiende la mano. Dios es nuestro socorro y nuestro libertador, el que mueve montañas (o personas) cuando susurramos una plegaria.

Los designios de Dios son inescrutables; y ciertamente no va a satisfacer todos nuestros caprichos. Sin embargo, el Señor aprecia las oraciones fervientes, como cuando una hija susurra a su amoroso padre.

Esa noche quedé maravillada al pensar que Dios actúa en nuestra vida cuando menos lo esperamos; ¡y que podemos ser parte de Su plan! ¡Me pregunto qué es lo próximo que Él hará!  Mary Peterson[12]

Publicado en Áncora en mayo de 2019.


[1] Lucas 12:7.

[2] Mateo 10:29.

[3] Mateo 10:29.

[4] Génesis 17:1; Éxodo 6:3; Job 13:3.

[5] Romanos 8:28.

[6] Éxodo 28:30; Levítico 8:8; 1 Samuel 30:7–8.

[7] Hechos 1:26.

[8] Proverbios 19:21.

[9] https://www.gotquestions.org/Bible-coincidence.html.

[10] Mateo 10:29-31.

[11] NVI.

[12] https://proverbs31.org/read/devotions/full-post/2018/05/04/the-whisper-god-heard

 

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