diciembre 4, 2018
Desde hace años tengo por norma tratar al Señor Jesucristo como un íntimo amigo. No es un credo ni una mera doctrina; lo tenemos a Él, a Él mismo. Dwight L. Moody
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«Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a Mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes»[1].
Este es uno de mis versículos favoritos de la Biblia. Es además una de las cosas que más aprecio de Jesús. ¡Jesús es mi amigo!
Mantengo relaciones muy variadas con la gente. Pero Jesús es mi amigo.
A lo largo de mi vida y de todas mis travesías, Jesús nunca me ha fallado. Es mi amigo.
¡Oh, te amo, Jesús! Eres glorioso, y Tu amor, presencia y amistad colman mi corazón de amor y adoración. Enséñame, Jesús, a ser Tu amigo.
En la vida son contados los amigos verdaderos que uno puede tener. En mi vida y en mi entorno existen muchos amigos en potencia, pero sencillamente no hay tiempo para entablar una verdadera amistad con muchos. Ser verdaderos amigos requiere pasar tiempo juntos. Además exige franqueza y sinceridad. Combinado con esto hay un deseo de conocer y compartir las aventuras, los sufrimientos y el derrotero de la vida cueste lo que cueste…
La diferencia que hay con Jesús es que Él no tiene que limitarse a unos pocos, sino que puede ser amigo de todo el que desee Su amistad y compañía y quiera seguirlo. ¡Eso es fabuloso! Millones y miles de millones de personas sin límite pueden contar con Jesús como su amigo. Jesús nunca cambiará. Puedes contar con Él.
Algo apasionante acerca de Jesús es que Él mismo se calificó «amigo de pecadores». Aquí el Sagrado Jesús se retrata a Sí mismo como amigo del pecador. ¡Hay esperanza para ti y para mí! […]
¡Jesús será tu amigo! ¡Ahora y para siempre! Arthur Blessitt[2]
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Alguien definió así la amistad: «Conocer el corazón de otra persona y compartir el propio con ella». Compartimos el corazón con aquellos en quienes confiamos; asimismo, nos fiamos de quienes se preocupan por nosotros. Les confiamos nuestros secretos a nuestros amigos porque tenemos la certeza de que se servirán de ello para ayudarnos, no para perjudicarnos. Ellos, a su vez, confían en nosotros por la misma razón.
A menudo nos referimos a Jesús como nuestro amigo porque sabemos que desea lo mejor para nosotros. Le damos a conocer nuestras intimidades porque le tenemos confianza. Sin embargo, ¿alguna vez pensaste en que Jesucristo tiene a Su pueblo como confidente?
Jesús empezó a llamar a Sus discípulos amigos en lugar de siervos, porque les había confiado todo lo que había oído decir a Su Padre[3]. Jesús confió en que Sus discípulos se valdrían de esos conocimientos para el bien del reino de Su Padre.
Aunque sabemos que Jesús es nuestro amigo, ¿podemos decir que nosotros somos amigos de Él? ¿Lo escuchamos o solo queremos que Él nos escuche a nosotros? ¿Deseamos saber lo que alberga en Su corazón o únicamente queremos desahogarle lo que hay en el nuestro? Para ser amigos de Jesús, debemos escuchar lo que Él quiere que sepamos y luego aprovechar ese conocimiento para animar a otros a entablar amistad con Él[4]. De «Nuestro Pan Diario»
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Para muchos de nosotros es importante tener un mejor amigo. Todos tenemos parientes, vecinos, socios comerciales y otras personas amigables con quienes trabajamos o nos asociamos a veces. Hay gente con la que conversamos de cuando en cuando en un ambiente informal. Sin embargo, el vínculo que mantenemos con un mejor amigo es mucho más estrecho. En muchos casos el mejor amigo de una persona es su cónyuge.
Un mejor amigo es alguien de nuestra confianza. Generalmente ha formado parte de nuestra vida desde hace un tiempo y entiende cómo pensamos, reaccionamos y nos sentimos. Con frecuencia conoce nuestra historia, vida y milagros, y es consciente de nuestras victorias, las pruebas y quebrantos que pasamos y nuestras más profundas inquietudes. Es una persona a la que le confiamos nuestros secretos, que nos acompaña cuando necesitamos oración, ayuda o un oído atento. Sabemos que estará a nuestro lado desinteresadamente y nos dará ánimos.
El vínculo que tienes con un mejor amigo implica que deseas que otras personas lo conozcan también. Quieres incluirlo en lo que sea que estés haciendo y además sentirte parte de lo que sea que esté haciendo él. En pocas palabras, tu vida y la de tu mejor amigo están entrelazadas. Se comprenden y se aceptan íntima y profundamente, en un grado que no se da con muchas otras personas.
Jack Zavada, anfitrión de un sitio web cristiano[5], habla del tipo de amigo íntimo que es Jesús:
Jesús experimentó en carne propia la soledad del ser humano y comprendió que así como necesitamos un salvador, también nos hace falta un amigo.
¿Qué mejor amigo podríamos tener? Jesús es tenazmente leal. Perdona todas tus faltas. Te apoya y te da aliento cuando más lo necesitas, y te escucha cuando quieres desahogarte. Es un oyente incansable. Te ama como un amigo que quiere ver que te desarrollas hasta alcanzar tu máximo potencial. No abriga celos. Únicamente quiere lo mejor para ti.
Qué estupendos motivos para que nosotros, los cristianos, celebremos el cumpleaños de nuestro más querido y absolutamente perfecto amigo: Jesús. Un amigo así es tan valioso que merece que se lo presentemos a los demás, lo emulemos y hagamos todo lo posible por profundizar en nuestra amistad con Él en todo sentido. Yo quiero hacer a Jesús partícipe de todo aspecto de mi vida. Estoy dispuesta a hacer todo lo que Él quiera, siempre y cuando Él y yo lo podamos hacer juntos. Tiene que ver más con nuestra profunda amistad que con la actividad misma que estemos realizando. Si Él está dispuesto a ser mi amigo en las buenas y en las malas, yo desde luego quiero corresponderle a esa amistad.
Él me garantiza que aun cuando meto la pata y soy infiel, Él permanece fiel[6]. Por una amistad así vale la pena pagar cualquier precio; sin embargo, Él nos la obsequia. Lo menos que podemos hacer es entregar también ese regalo a los demás.
Hagamos de la Navidad una celebración, no solo del nacimiento de nuestro Salvador, ¡sino también de nuestro mejor amigo! Regalémosle lo que más desea: la oportunidad de ser para otros el mismo Salvador maravilloso y perfecto amigo que es para nosotros. María Fontaine
Publicado en Áncora en diciembre de 2018. Leído por Gabriel García Valdivieso.
[1] Juan 15:15 (NVI).
[2] http://www.blessitt.com/jesus-my-friend. Arthur Blessitt ha cargado la cruz por todos los países del mundo y ostenta el record Guinness por haber realizado la caminata más larga, 68.041 km a través de 324 países, archipiélagos y territorios durante 50 años.
[3] Juan 15:15.
[4] https://odb.org/2011/07/05/he-calls-me-friend/
[5] https://www.thoughtco.com/jack-zavada-701410
[6] 2 Timoteo 2:13.
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