abril 9, 2018
«Yo soy el buen pastor. El buen pastor está dispuesto a morir por sus ovejas». Juan 10:11[1]
Cuando te sientas cansado, atribulado o agobiado, acude a Mí y deja que Mi Palabra te dé un grato alivio de las preocupaciones y desvelos que te abruman. Mis Palabras te animarán, te fortalecerán, te consolarán, te encaminarán, te llevarán y te ayudarán a lo largo de la jornada. Mis Palabras te revivirán y ampliarán tus horizontes.
Ven, deja que enjugue cada una de tus lágrimas y ahuyente cada una de las nubes que te ensombrecen, cada nube oscura de decepción, desaliento o temor. Al venir a Mí, hallarás consuelo y descanso para tu alma.
Cuando te encuentras en situaciones en que no te sientes capaz de encarar otro problema, con un desánimo muy grande, te das cuenta que tu único recurso es poner los ojos en Mí. Mas sabe que siempre anhelo guiarte y consolarte totalmente. Soy el Buen Pastor, amo y cuido Mis ovejas. Soy tu Buen Pastor. Si tan solo vienes, te quedas quieto y aprendes de Mí, te daré consuelo y descanso. A medida que eches sobre Mí todas tus cargas, conocerás Mis fuerzas más plenamente.
En este momento tienes los ojos empañados con las circunstancias que enfrentas, y no distingues con claridad el camino que tienes por delante. Pero Yo lo veo; y tengo un plan y un propósito para ti y para todas tus experiencias en la vida. Pon, pues, los ojos en Mí, y no mires abajo, a las aguas barrosas que enturbian tu visión. Con los ojos nublados no puedes ver más allá de tus circunstancias actuales, no ves Mi propósito y Mi plan.
No temas, porque haré que redunde en tu bien, a fin de que se cumplan Mis buenos propósitos en tu vida. Cuando sientas cansancio y te parezca pesada la carga que llevas, es el momento de que vengas a la sombra de Mis alas y guardes silencio.
Yo sé lo que es sentir el peso de la carga y la presión de la vida terrenal. Fui varón de dolores, experimentado en quebranto. Mientras llevaba a cabo Mi importante misión tuve que afrontar condiciones difíciles en extremo. No solo tuve que vivir hacinado con Mis discípulos, sino que en muchos casos las incomodidades de pasar buena parte del tiempo a la intemperie nos afectaron físicamente. En nuestra vida errante, nos veíamos con frecuencia en la incertidumbre de no saber dónde recostaríamos la cabeza a la noche.
Por dondequiera que andaba, dondequiera que iba, era muy solicitado por las muchedumbres, que contaban con que les enseñara y apacentara; o bien, tuve que hacer frente a burladores, escarnecedores y gente que quería hacerme daño. En esos momentos me apoyé de lleno en Mi Padre celestial, y así cobré fuerzas. En aquellas horas sombrías y solitarias, al apoyarme tanto en Él descubrí que Su fortaleza bastaba para sacarme adelante.
Me hice carne a fin de poder comprenderte y ser tu Intercesor, tu Buen Pastor. Como soy tu Buen Pastor, voy delante de ti para que pongas la mirada en Mí, participes de Mi consuelo y halles alivio. Así como Mi Padre me dirigió, me sostuvo y obró por medio de Mí mientras estuve en la Tierra, Yo también lo haré contigo. Si en estos días de pruebas sigues caminando, pones los ojos en Mí y dejas que te lleve en brazos, te daré un tiempo de descanso y satisfacción.
Del mismo modo que Mi Padre estuvo conmigo, así estoy Yo contigo. No temas, pues. Aprende de Mí. Esta época de tribulación, estas pruebas, estas tentaciones, pasarán y servirán para que me busques más y entables conmigo una comunicación más estrecha de la que habías tenido. Te digo que si andas con fe, a medida que vayas extendiéndome la mano, descubrirás que Mi amor te llevará. Todo tiene su tiempo, y si pones los ojos en Mí, esto también pasará.
Búscame en el lugar secreto, y verás cómo satisfago tus necesidades. Prometo ser tu Pastor cuando te sientas perdido, solo o abandonado, y que encontrarás descanso para tu alma. Cuando te sientas débil y abrumado por la carga, es el momento de correr hacia Mí en espíritu, y Yo te llevaré en brazos. Pon la vista en Mí, pues soy Yo quien te infundirá fuerzas.
No necesitas llevar la carga tú solo. No tienes que llevar los pesos por tu cuenta. Échalos sobre Mí. Ponlos a Mis pies, y Yo te sustentaré. No dejaré para siempre caído al justo.
«Yo soy el buen pastor; conozco a Mis ovejas, y ellas me conocen a Mí, así como el Padre me conoce a Mí y Yo lo conozco a Él, y doy Mi vida por las ovejas». Juan 10:14-15[2]
No teman, pues. Yo los protegeré siempre y los guardaré en cualquier circunstancia que enfrenten. Yo acamparé alrededor de ustedes. Dondequiera que vayan, en toda tierra que hollen sus pies, estaré con ustedes. Nunca los dejaré ni los desamparé. Yo cuido de los Míos como un padre protege a sus hijos. Como el Buen Pastor que nunca se aparta de su lado, siempre estaré con ustedes.
No teman, manada pequeña, porque me ha placido darles el reino[3]. Pero recuerden que a través de problemas y tribulaciones entrarán en el reino[4]. Incluso en medio de la tribulación, Yo estoy con ustedes. Seguiré consolándolos y hablándoles. Les dirigiré palabras de amor, de sabiduría y de guía. Mis Palabras siempre los acompañarán, los tranquilizarán, los ayudarán, los sanarán y los fortalecerán.
¡No teman! No pierdan el valor y aférrense a la paz que les he dado, la paz que sobrepasa todo entendimiento. Confíen en Mí, que Yo los guardaré en el camino en que deben andar y los guiaré con Mis ojos puestos en ustedes[5]. Al final del camino de su vida, tienen garantizada una victoria grandiosa: ¡Vendrá Mi reino!
Artículo publicado por primera vez en octubre de 1996. Texto adaptado y publicado de nuevo en abril de 2018.
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