enero 30, 2018
Jesús era un experto haciendo preguntas. Las utilizaba para atraer a la gente e incluirla. Hacía preguntas que conducían a pensar en los temas importantes y así ayudaba a la gente a entender quién era Él y a qué había venido. También se valía de preguntas para frenar ataques provenientes de los líderes religiosos de esa época, convirtiendo enfrentamientos en oportunidades para enseñar...
Los siguientes son algunos ejemplos de preguntas diversas que Él utilizó:
Preguntas para atraer a la gente: Jesús hacía preguntas concisas y sencillas para crear una conexión y atraer a la gente. En el Evangelio de Mateo, por ejemplo, con frecuencia les pregunta a Sus discípulos: «¿Qué piensan?» De camino al pueblo de Emaús, como lo describe Lucas, el Cristo resucitado les dice a dos de Sus seguidores: «¿De qué hablan mientras caminan?»[1] Cuando lleva a sus discípulos por Samaria y se detiene junto a un pozo de agua, le pregunta a la mujer solitaria: ¿Me das un poco de agua?[2]
Preguntas poderosas para infundir fe: Cuando Jesús se encontró con Bartimeo, el mendigo ciego, le preguntó: «¿Qué quieres que haga?»[3] En Juan 5:6, donde estaba el estanque de Betesda, le pregunta a un hombre enfermo: «¿Quieres ser sano?» Lo que busca en él es un deseo de cambiar y de tener fe.
Preguntas que obligan a los oyentes a pensar en quién es Él: Antes de ingresar a Jerusalén para enfrentarse a la muerte, les hace a Sus discípulos la pregunta más significativa que jamás formulara: «¿Quién dice la gente que soy?»[4] Cuando le responden algo no acertado, se vuelve hacia Pedro y les pregunta: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?»[5]
Preguntas como respuestas para rechazar a sus atacantes: En Marcos, capítulo 11, Jesús está en el templo y las autoridades religiosas desafían su autoridad para estar allí enseñando. Como respuesta, Jesús dice: «Les haré una pregunta. Respóndanme, y les diré con qué autoridadhago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respóndanme.»[…]
Preguntas que enseñan: En el capítulo 10 de Lucas, Jesús cuenta la historia del buen samaritano. Comienza con una pregunta de un intérprete de la ley: «¿Y quién es mi prójimo?» Al finalizar Jesús la parábola, pregunta: «¿Quién de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?» Y él solo pudo responder: «Aquel que tuvo misericordia de él.»
Preguntas con sentido son tu herramienta más importante para conectarte con otras personas, para saber quiénes son y construir relaciones profundas con ellas. Las preguntas poderosas también ayudan a definir cuál es el problema de fondo y determinar cuestiones oportunas. No hay mejor ejemplo de cómo hacer estas cosas que Jesucristo. Andrew Sobel[6]
Formular preguntas sencillas y conducentes es una manera casi imperceptible de tratar un tema espiritual en una conversación sin parecer abrupto. … A esto lo llamamos la táctica Colombo, en referencia al personaje televisivo de un detective torpe y aparentemente inepto, cuyo increíble éxito se basaba en sus inocentes indagaciones: «¿Le importa si le hago una pregunta?»
«Columbo» tiene más poder si se tiene un plan de juego para la conversación. Por lo general, cuando hago una pregunta, tengo una meta en mente. Soy alertado a algún punto flaco, un defecto o contradicción en el punto de vista de la otra persona, la cual quiero revelar de una manera encantadora.
Otras veces la pregunta puede implicar un final abierto, como: «¿A qué te refieres con eso?», transmitida de manera sinceramente inquisidora. El tema puede ser algo relacionado con cuestiones espirituales de una manera muy general. Luego se empiezan a hacer preguntas que poco a poco vayan guiando la conversación hacia algo puramente espiritual.
La pregunta para hacer el seguimiento «¿Cómo llegaste a esa conclusión?», asume, con gracia, que la persona no cristiana tiene razones para pensar de determinada manera y que no está solamente exteriorizando sus sentimientos. Le brinda la oportunidad de expresar su razonamiento (si es que lo tiene), brindándole a uno más material con el cual trabajar.
En ocasiones, alguien puede salir con un «No tengo razones, simplemente así lo creo», a lo cual respondo: «¿Por qué creerías algo para lo cual no tienes razones concretas para creer que es verdad?» Esta es una pregunta genuina, y muy apropiada. Y es simple.
Puede que no siempre tengas la respuesta, pero siempre puedes hacer preguntas, en especial preguntas con una intención puntual. Ese es el valor de la táctica Colombo. Greg Koukl[7]
Cuando uno tiene el amor de Jesús, no lo puede ocultar. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder; y cuando uno tiene un candelero, no lo pone debajo de la mesa, sino encima, para que alumbre toda la casa[8]. Si tienes esa luz, no la podrás ocultar, ¡es imposible! Es nuestro deber hablar de Él a los demás. Si estás convencido, si lo tienes en tu corazón y estás lleno de Su amor, se notará; lo darás a conocer, lo compartirás con los demás. Eso es la fe: dar la cara y dar testimonio de Jesús y de la verdad.
La Biblia dice: «El que gana almas es sabio»[9]. Hace falta mucha sabiduría y mucho amor. Por lo tanto, aquí van unos cuantos consejos valiosísimos para tener en cuenta cuando testifiques:
Hacer preguntas. En otras palabras, demuéstrales que sientes interés por ellos. Cuanto más los comprendas, más capacitado estarás para testificarles y determinar qué es lo que más necesitan. ¿Cómo vas a averiguar quién es ese individuo que tienes delante, qué es, a qué se dedica, cuál es su religión o cualquier cosa sobre él si no le haces preguntas?
Escuchar las respuestas. Aunque eso tome una hora o toda la noche. Hay un tema sobre el cual a casi todo el mundo le gusta hablar: sobre sí mismo. Te contarán sus problemas y su vida, y es muy posible que escucharlos sea casi lo mejor que puedes hacer por ellos. Tal vez solo necesitan a alguien con quien hablar, con quien desahogarse.
Cantidad de testigos hablan más de la cuenta y citan muchos pasajes de las Escrituras sin escuchar. De esa manera no manifiestan mucho interés genuino por las personas, si no quieren tomarse la molestia de escuchar sus desventuras, sus penas y problemas, e ir dándoles sugerencias y consejos sobre la marcha. Por supuesto, mientras escuchas, a veces se te presentará la oportunidad de intercalar el siguiente paso:
Presentar las soluciones de Dios. Transmíteles las soluciones que ofrece Dios para sus problemas. La principal, por supuesto, es que acepten al Señor. Una vez que hayas escuchado sus respuestas, explica: «Así es; pero ¿sabes?, la Biblia dice tal y cual», «Jesús dijo que lo que se debe hacer es tal cosa, nacer de nuevo», etc.
En cierto modo te vas desplazando a su alrededor buscando una oportunidad. ¿Alguna vez te has fijado en cómo pelean los boxeadores? Bailotean el uno alrededor del otro buscando una oportunidad, y cuando creen haberla encontrado, se lanzan al ataque. En cierto sentido tú estás participando en un combate espiritual e intentando averiguar cuál es la necesidad de la persona, la mejor forma de entrarle, su punto sensible, la manera de llegar al fondo de su alma. No para asestarle un golpe o hacerle daño, sino para derramar el bálsamo del amor y el aceite del Espíritu a fin de curarla. David Brandt Berg
Comenzar una charla sobre espiritualidad suele ser la barrera más grande para compartir tu fe en Jesucristo. ¿Te preguntas cómo tocar el tema en medio de una conversación casual? Puedes hacer de esto una tarea sencilla utilizando la simple técnica de preguntarle a tu amigo sobre sus creencias. Esta técnica suele tener dos ventajas. Primero, puede que tu amigo se vea obligado a escucharte hablarle de tus creencias una vez que tú has escuchado las de él. Segundo, y más importante, esta técnica te permite enterarte de lo que sucede en la vida de tu amigo de modo que puedas darle una mejor ayuda.
A continuación hay unas preguntas que pueden guiar la conversación de algo cotidiano hacia algo espiritual. Las preguntas hacen de embudo para presentar el Evangelio.
Estas cinco preguntas, formuladas en ese orden, pueden dirigir una conversación desde lo cotidiano a lo espiritual. Y si tu amigo responde «sí» a la última pregunta, obtendrás el privilegio de compartir tu fe con tu amigo. Tomado de AllAboutGod.com[10]
Publicado en Áncora en enero de 2018. Leído por Miguel Newheart.
[1] Lucas 24:17 (NVI).
[2] Juan 4:7.
[3] Marcos 10:51.
[4] Mateo 16:13.
[5] Mateo 16:15 (NVI), pero también Marcos 8:29 y Lucas 9:20.
[6] http://leadingwithquestions.com/leadership/how-jesus-used-powerful-questions-in-his-ministry.
[7] https://www.str.org/articles/the-columbo-tactic#.WR2gEsa1tPY.
[8] Mateo 5:14–15.
[9] Proverbios 11:30.
[10] http://www.allaboutgod.com/share-jesus-without-fear.htm.
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