Efecto comprobado

enero 8, 2018

María Fontaine

[Proof That It Works]

Hace un tiempo oí hablar de un excelente estudio académico que me parece que puede ser provechoso para reforzar nuestra convicción de ser mensajeros de Dios donde sea que Jesús nos pida que estemos. Las pruebas presentadas en ese trabajo del sociólogo Robert Woodberry[1] pueden sernos útiles para formular una descripción objetiva, convincente, de la influencia positiva del cristianismo.

Para que se hagan una idea más clara del contenido del estudio de Woodberry, pedí a uno de mis colaboradores que hiciera un resumen de dicho estudio[2] y de un artículo de Christianity Today[3]. En el presente artículo incluyo partes de ese resumen.

Woodberry y sus colegas estuvieron 14 años acumulando información para su investigación, la cual respalda la conclusión radical de que las zonas donde los misioneros protestantes tuvieron una presencia importante tienen hoy en día, por lo general, un mayor desarrollo económico, comparativamente mejor salud, menor mortalidad infantil, menos corrupción, más alfabetización, mayor nivel de escolarización (en particular en el caso de las mujeres) y una participación más activa en asociaciones no gubernamentales.

Woodberry concluyó que el efecto positivo que tuvieron los misioneros en la democracia fue causado por quienes llama protestantes convertidores. Definió a los protestantes convertidores como aquellos que «(1) se esfuerzan por convencer a otros de sus creencias, (2) hacen hincapié en que los laicos lean la Biblia en la lengua vernácula, y (3) creen que las personas se salvan por la gracia, por la fe, por una decisión personal, no por la pertenencia a un grupo ni por los sacramentos. Los protestantes convertidores no son forzosamente ortodoxos ni conservadores».

El clero protestante financiado por el Estado, al igual que los misioneros católicos de antes de la década de los sesenta, no tuvieron un efecto comparable en las zonas donde trabajaron. Resulta que el operar de manera independiente, sin control gubernamental, supuso una gran diferencia en la eficacia de los misioneros. Woodberry descubrió que los que no fueron financiados por el Estado recibieron más apoyo de la población. Averiguó que, por ejemplo, fueron ellos los que más campañas hicieron contra los abusos, más liderazgo ejercieron para ayudar a la gente común a proteger sus tierras y más se esforzaron por poner fin al tráfico de opio, combatir los abusos de los terratenientes y desempeñar un papel fundamental en el movimiento abolicionista. Los misioneros hicieron eso por amor a la gente, porque se preocupaban por los demás, veían que habían sufrido injusticias y querían ayudar a enmendar la situación.

Lucharon asimismo por promover la alfabetización y la educación de las masas, conscientes de que si todos somos iguales a los ojos de Dios, todos deberían tener acceso a la Biblia en su propio idioma y por lo tanto todos deberían saber leer. Al crear las condiciones para que la gente aprendiera a leer la Biblia, le dieron también la capacidad de salir de la pobreza y establecer movimientos democráticos.

Philip Jenkins, profesor de Historia en la Universidad Baylor, dijo de este estudio:

«Por más que traté de hallarle defectos, la teoría se sostiene. [Tiene] grandes implicaciones en el estudio global del cristianismo».

El Dr. Robin Grier, profesor de la Universidad de Oklahoma, dijo de este trabajo:

«No soy religioso. […] Jamás me he sentido muy cómodo con la idea de [misionar]; me daba horror. Luego leí el trabajo de Bob y pensé: “¡Vaya! Es asombroso. [Esos misioneros] dejaron un gran legado”. Me ha hecho cambiar de opinión y replantearme el asunto».

El artículo de Christianity Today continúa diciendo:

«Más de una docena de estudios han confirmado las conclusiones de Woodberry. El número creciente de trabajos de investigación está empezando a cambiar los puntos de vista de académicos, cooperantes y economistas sobre la democracia y el desarrollo».

Es una prueba clara y convincente de la capacidad de los misioneros para ejercer un efecto benéfico en las culturas y las personas y tener sistemáticamente un fuerte impacto positivo en el mundo.

A los cristianos se nos pide que seamos embajadores de la verdad, el amor, la sabiduría y la libertad. El amor incondicional de Jesús por nosotros nos da la fuerza y la gracia para sacrificarnos por el bien de los demás. Para muchos, esa es una prueba de que es verdad lo que les decimos acerca del amor de Dios. Transforma vidas y va a contrapelo de tantísimos males que aquejan a la humanidad, como las guerras, la violencia, la codicia, el ansia de poder y la explotación.

Las palabras y obras de amor de los cristianos señalan un camino mejor. ¡Qué tarea tan idealista y loable! En país tras país, la labor de los misioneros cristianos ha aportado enormes beneficios y ha dejado huella en la vida de millones de personas. Por ese motivo, en muchas partes donde ha habido misioneros, estos son muy respetados por la población.

Somos parte de ese efecto bueno que ofrecen los cristianos y que históricamente ha sido importante. Nuestros esfuerzos seguirán cambiando este mundo y perpetuando el estupendo legado de verdad, libertad y propósito que hemos recibido de Jesús y por el cual nos regocijaremos a Su regreso.

Artículo publicado por primera vez en abril de 2015. Texto adaptado y publicado de nuevo en enero de 2018.


[1] Robert Woodberry es profesor adjunto de Ciencias Políticas y director del Project on Religion and Economic Change de la Universidad Nacional de Singapur. También es académico no residente del Institute for Studies of Religion de la Universidad Baylor, investigador asociado del Religious Freedom Project (RFP) del Berkley Center y participó en el Christianity and Freedom Project. Es sociólogo y se ha especializado en el impacto de la religión en el desarrollo político y el cambio económico.

[2] El estudio de Woodberry del año 2012, que sirvió de base para el artículo de Christianity Today, está aquí (en inglés).

[3] El artículo de Christianity Today acerca de Robert Woodberry tiene por título El mundo que los misioneros hicieron. Su autora es Andrea Palpant Dilley y se puede leer aquí. (También se puede encontrar buscándolo en Google).

 

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