junio 27, 2017
Somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás. Efesios 2:10[1]
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Eres una persona valiosa por lo que Dios dice de ti, no por lo que otros dicen de ti.
A muchas personas les falta autoestima. No se sienten bien consigo mismas porque siempre intentan aumentar su valor por medio de la ropa que se ponen, el auto que manejan y lo que dicen. Siempre tratan de aumentar su valor a fin de sentirse mejor consigo mismas porque en realidad no se aceptan; y eso es rebelarse contra de Dios.
Si Dios quisiera que fueras otra persona, no existirías. Sin embargo, Él te quería a ti. Te hizo para que fueras tú. La verdadera autoestima proviene de tres realidades:
La Biblia dice: «Somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás»[2]. Originalmente el Nuevo Testamento se escribió en griego. Las palabras «obra maestra» son traducción del vocablo griego poiéma, de donde viene la palabra «poema». Dios dice: «Eres mi poema. Eres mi obra maestra. No quiero que copies a nadie. En ti he puesto dones —corazón, capacidad, personalidad, experiencias— y quiero que los utilices.» Vales debido a lo que Dios dice acerca de ti y a lo que ha hecho por ti.
No solamente eres una persona querida; ¡haces falta! La Biblia dice en 1 Corintios 12:4-6: «Hay diferentes clases de dones espirituales, pero todos vienen del mismo Espíritu. Hay diferentes formas de servir, pero hay un solo Señor. Hay diferentes formas de actuar, pero hay un solo Dios que trabaja entre nosotros en todo lo que hacemos»[3].
Haces falta. Haces falta en tu iglesia. Haces falta en tu comunidad. Haces falta en este mundo. Si no hicieras falta, Dios no te habría creado. Dios no te creó únicamente para que te quedaras aprendiendo, sin servir. Te trajo aquí para que con tu vida hagas una contribución. Y todos somos necesarios.
En la familia de Dios no hay personas insignificantes. Cada parte es necesaria. ¿Sabes cuál es la luz más importante de mi casa? No es la enorme araña de luces que hay en el comedor. Es la lucecita que tengo prendida de noche de modo que al levantarme para ir al baño a medianoche no me dé con el dedo del pie contra algo.
Cada tarea es importante. Tú eres importante. Tienes valor porque Dios lo dijo y porque pagó un rescate muy grande por tu vida cuando envió a Su hijo Jesús, a morir en la cruz por ti. Rick Warren[4]
En un día excepcional en que dispuse de un rato libre para organizar mis cosas, me di cuenta de un aspecto mío (pero no el más llamativo), y es que tengo muchas cosas pendientes, al menos en cuanto a proyectos personales. Con frecuencia suelo preguntarme por qué tengo tantos proyectos y tareas personales inconclusas. ¿Por qué parece tan complicado incluso terminar una? ¿Y por qué actúo así?
¿Eso es postergar las cosas? ¿Estar demasiado atareada? ¿Desorganización? ¿Demasiados castillos en el aire? ¿O todo lo anterior? ¿Cuál es la solución para que todos esos proyectos o tareas pendientes se lleven a cabo y sirvan para algo?
Ken Gire escribe en su libro The Weathering Grace of God sobre la importancia de la quietud.
«Los poetas conocen la importancia de… la quietud, de la calma. Saben que si guardan silencio por suficiente tiempo, la obra de arte en que trabajan les hablará, les dirá lo que quiere ser y lo que necesita de ellos para adquirir dicha forma. Todos los artistas saben eso, ya sea que trabajen con el pincel o con el torno, con las letras o con notas musicales.
»Miguel Ángel sabía cómo tener quietud y guardar silencio ante la piedra y escuchar al David que se hallaba en su interior. Strauss sabía cómo guardar silencio ante el Danubio y escuchar el vals que se arremolinaba en sus aguas. Monet sabía cómo guardar silencio ante la laguna y escuchar a los lirios asolearse en su superficie… En nuestra cultura sabemos muy poco sobre ese tipo de quietud».
Las mejores ideas, y cómo llevarlas a cabo, no solo exigen tiempo, sino también silencio y quietud de cuerpo, mente y espíritu. El Señor nos alienta en el libro de los Salmos: «Quédense quietos, reconozcan que Yo soy Dios»[5]. La obra terminada, ya sea que se trate de una pequeña actividad o de la vida en sí, requiere quietud de alma y mente.
Es muy fácil comenzar algo. Es bueno comenzar algo. Se dice que un trabajo bien empezado, ya está medio acabado. Pero terminarlo, llevarlo a cabo hasta el fin, no siempre es una tarea sencilla.
Lleva tiempo. Hace falta paciencia. Fe. Y todo eso no siempre se consigue fácilmente. No siempre se halla buscándolo en nuestro interior o a nuestro alrededor. Pero cuando miramos hacia arriba, con paz y tranquilidad de mente, y escuchamos la suave vocecilla de Dios que nos susurra si dedicamos tiempo a escucharla, entonces sabremos qué senda debemos tomar. Sabremos cómo terminar lo que empezamos… y lo que Él ha comenzado en nuestra vida.
En cierta forma, todos somos la obra inacabada de Dios. Él ha comenzado un montón de proyectos que empezaron bien, que incluso son perfectos, pero que están sin concluir. La obra del Maestro en Su creación aún sigue en marcha, moldeándose, tomando forma, recortándose, puliéndose. Viene acompañada de la promesa: «Todo lo hizo hermoso en Su tiempo»[6]. Jewel Roque[7]
Un día estaba cortándome el pelo. Entonces, el hombre que me cortaba el pelo de repente se detuvo y exclamó:
—¡Mire eso!
Miré por encima del hombro. Y se trataba de uno de los más bellos atardeceres que he visto. Varias personas se levantaron de su asiento y salieron para verlo mejor. Era un atardecer impresionante. Las personas se quedaban de pie contemplándolo asombradas.
Claro, es un recordatorio de que «los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de Sus manos»[8]. Dios es un gran artista. De eso no hay duda.
Sin embargo, la mejor obra maestra de Dios no es algún atardecer que se pueda tener el privilegio de ver, ni los Alpes (aunque sean espectaculares), ni las islas de Hawái y Tahití (que son hermosísimas).
La mejor obra maestra de la creación de Dios eres tú. Y soy yo. Somos la más excelente obra maestra de Dios.
De hecho, en Efesios 2:10 leemos que «somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas»[9]. Esa hechura Suya se podría traducir como que somos «Su obra de arte». Somos Su poema. O bien, como se expresa en otra traducción, «somos la obra maestra de Dios». […]
Además de ser un poema o una obra de arte, también se trata de algo perfecto. Lleva la idea de ritmo, de orden y belleza. Cuando contemplo mi vida, no veo forzosamente ritmo, orden ni belleza. Y puedo garantizarte que no veo perfección. Cuando nos vemos a nosotros mismos, tenemos tendencia ver nuestros defectos. Vemos tantas cosas que hace falta cambiar. Sin embargo, Dios dice: «Ustedes son Mi obra de arte. Son Mi poema. Son Mi obra maestra».
Dios no es como un padre que adora a sus hijos y hace caso omiso de los defectos de ellos. Más bien, Él todo lo sabe, el Padre todopoderoso en el Cielo puede ver con anticipación lo que serás cuando haya terminado todo el proceso. Dios puede mirarte y ver lo que llegarás a ser antes de que haya sucedido.
Nos vemos a nosotros mismos y decimos: «No lo entiendo. Para mí, esta no es una persona perfecta. Esto no parece ser una obra bella».
Sin embargo, eres una obra que no está terminada. Es un proceso que no se termina de la noche a la mañana. Durará toda tu vida en la Tierra. No se terminará del todo hasta que llegues al Cielo.
Entonces verás sin duda que eres una obra de arte perfecta, la obra maestra de Dios. Greg Laurie[10]
Publicado en Áncora en junio de 2017.
[1] NTV.
[2] Efesios 2:10 (NTV).
[3] PDT.
[4] http://pastorrick.com/devotional/english/you-are-god-s-masterpiece.
[5] Salmo 46:10.
[6] Eclesiastés 3:11.
[7] Just1Thing.
[8] Salmo 19:1 (RVR 1995).
[9] RVR 1995.
[10] http://www.oneplace.com/ministries/a-new-beginning/read/articles/gods-masterpiece-12125.html.
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