mayo 2, 2017
El término metanoia viene del prefijo griego meta que significa «más allá» y nous, que significa «intelecto» o «mente». Traducido literalmente, metanoia significa un cambio de propósito o de opinión. En general, el término se emplea en dos contextos distintos. Los dos conservan ese significado literal. En la Biblia, con mayor frecuencia el término se traduce como «arrepentirse».
El erudito cristiano Tertuliano (160 d.C –225 d.C) sostuvo que, en el contexto de la teología cristiana, la mejor traducción de metanoia es «cambio de opinión». En ese contexto específico, el cambio de opinión puede referirse al cambio de no ser creyente a convertirse en creyente. Además, ese cambio de opinión en particular se espera que conlleve un cambio general en la conducta y modo de ser de la persona. Se espera que el que experimente una metanoia no solo tenga una actitud piadosa sino que actúe de forma consecuente. De ahí que la palabra «arrepentirse» se refiera a renunciar al pecado tanto en el pensamiento como en la acción. Robert Arp
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Según el evangelio de Marcos, Juan el Bautista predicó un bautismo de arrepentimiento [metanoia] para perdón de los pecados[1]. Desde la perspectiva de Mateo, la esencia del mensaje de Juan el Bautista fue «Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado»[2]. Aquí y en otros pasajes de la Biblia, metanoia significa no solo un cambio interior de manera de ser, sino un giro completo en nuestra vida, un cambio de dirección que implica por una parte la necesidad de la ayuda de Dios y por la otra la conducta ética del hombre. Lewis and Demarest
En pocas palabras, metanoia es una palabra llena de sentido extraordinario en la predicación de Cristo y los apóstoles. […] La palabra significa «más allá de la mente», significa un cambio de parecer: pensar primero de una manera, y después pensar de otra manera. […]
El evangelio es la razón del cambio de parecer. La predicación de Jesús y los apóstoles se dirige a nous [la mente] y los hombres pueden o no cambiar de opinión al oír el evangelio. Cuando alguien cambia de opinión al predicarse el evangelio, ha experimentado una metanoia. Por lo tanto, la proclamación de metanoia al comienzo del Nuevo Testamento es la puerta a todo el resto de la doctrina del Nuevo Testamento: ¡cambia de opinión! ¿Acerca de qué? ¡Escucha! Un cambio de mentalidad radical está a punto de ocurrir en el mundo religioso… no, está ocurriendo ya… Está a punto de cambiar lo que pensamos acerca de Dios, de la ley, la justicia y el perdón. ¡Escucha! ¡Metanoia y cree el evangelio!
En el Nuevo Testamento la metanoia es un llamamiento divino a un cambio radical de actitud en la manera en que los hombres piensan acerca de la religión. Por lo tanto, el «arrepentimiento» es una traducción completamente insatisfactoria de la sorprendente palabra metanoia, que da una sensación totalmente diferente de lo que predicaron Jesús y Sus apóstoles. ¿Cuál fue la mayor proclamación de Jesús y los apóstoles? ¿«Arrepiéntanse»? ¿Lamenten haber cometido pecados? ¡O fue la metanoia! ¡Pensar de una manera nueva! ¿Ven la diferencia en esas dos palabras? ¿Cuál de ellas se ajusta al evangelio de la gracia como lo conocemos en el Nuevo Testamento? No la primera, sino la segunda.
El evangelio nos pide que pensemos de una manera nueva con respecto a la religión. Mientras que los hombres creen que son buenos y que la obediencia a la ley es el camino a la salvación, y que la ley solo requiere obediencia parcial, y que la mayoría de las personas no perecerán, Jesús nos pide que creamos que ninguno hay que sea bueno, y que nadie se salvará por la obediencia a la ley, porque la ley requiere obediencia perfecta y ese es el camino ancho que lleva a la destrucción. Los apóstoles nos llaman a creer que la cruz de Cristo es el poder y la sabiduría de Dios, el único medio por el cual somos salvos y vivimos por la fe, mientras que el mundo piensa que la cruz es insensatez. Eli Brayley[3]
El verdadero arrepentimiento es metanoia, que en griego significa un cambio total de rumbo. Hay muchos que se arrepienten pero nunca cambian de verdad, como el rey Saúl. El pobre Saúl nunca aprendía. Se arrepentía y pedía perdón a menudo, pero nunca se arrepentía de verdad, nunca daba media vuelta para tomar la dirección opuesta. Saúl lloraba delante del profeta Samuel, pero no lo hacía por arrepentimiento; lloraba porque lamentaba que estaba a punto de perder el reino[4]. En realidad, no confesaba su pecado ni renunciaba a él, a la raíz de maldad que se ocultaba tras su fachada de pesar[5].
El rey David también cometió grandes pecados, pero se arrepintió profundamente y cambió de verdad. Por eso Dios le concedió un gran perdón. David buscaba el corazón de Dios[6]. Amaba mucho al Señor y tenía un gran deseo de glorificarlo y complacerlo. Todos sus pecados y traspiés no fueron obstáculo para que Dios le manifestara Su amor, porque se mostró dispuesto a confesarlos y enmendarse, y así llegó a convertirse en uno de los grandes personajes de la Biblia, a pesar de sus defectos.
Así pues, el verdadero arrepentimiento no es solo lamentar lo que se ha hecho. Es metanoia, un cambio completo de parecer, ánimo y dirección; un hombre enteramente nuevo, una nueva personalidad, una nueva criatura en Cristo Jesús, ¡nacido de nuevo! Solo Dios puede hacerlo, pero nosotros debemos estar dispuestos, tener voluntad creyente.
Se tiene un verdadero arrepentimiento al haber un cambio de corazón, cuando ha cambiado tu vida, al haber un completo cambio de mentalidad. Significa hacer un viraje completo, ¡ir en dirección contraria! Se podría comparar a conducir por una calle y luego decidir que iremos en dirección contraria; se debe dar una vuelta en U.
Entonces, se hace exactamente lo que metanoia significa en nuestro Nuevo Testamento: «Arrepentíos, ¡porque el reino de los cielos se ha acercado!»[7] ¿Sabes lo que dijo Jesús con esas palabras? Decía que hagas un giro en tu vida, ¡pues el reino de Dios se ha acercado! En otras palabras, decía: da la vuelta y ve en dirección contraria. No puedes seguir viviendo de la misma manera. Ya no puedes viajar de la misma manera. No puedes volver y ser esclavo de las riquezas y servir a Dios. No puedes servir a Dios y a las riquezas. Es imposible; el propio Jesús lo dijo. O amas a uno y aborreces al otro, o estimas a uno y menosprecias al otro[8]. ¿A quién sirves? David Brandt Berg
Cuando Pablo pide a los ancianos de Efeso que vayan a la isla de Mileto, les dice que él fue públicamente y de casa en casa «testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo»[9]. Luego, cuando estuvo delante del rey Agripa, Pablo dice: «No fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento (metanoia)»[10]. Pablo proclama el mismo mensaje de Juan, de Jesús y de Pedro, y dice que el arrepentimiento es necesario para la salvación y que el fruto u obras dignas de arrepentimiento (literalmente, un proceso continuo bajo el control del Espíritu Santo) indican un verdadero arrepentimiento.
Asimismo, la Biblia enseña que el arrepentimiento es un regalo de Dios. En Hechos 5:31, Pedro y los otros apóstoles dicen al sanedrín: «A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados». Luego, después de que Pedro explica su llamamiento del Señor de dirigirse a los gentiles con el mensaje de salvación, sus hermanos de Jerusalén responden glorificando a Dios y diciendo: «¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!»[11]
Hoy en día, la condición de arrepentimiento está bastante ausente del mensaje de salvación cristiano. Muy a menudo la salvación se ofrece como un boleto gratuito al Cielo, un boleto que no nos cuesta nada. Sin embargo, la Biblia enseña que tanto el llamado al arrepentimiento y la condición de arrepentirse son absolutamente necesarios para que ocurra el proceso de salvación: el verbo [de metanoia] expresa el llamado a la acción, a decidir cambiar el rumbo de nuestra vida; el sustantivo de metanoia expone la condición necesaria para la salvación. Solo al estar presentes esos dos elementos será cuando seguirá el fruto de arrepentimiento. En términos sencillos, una persona debe percatarse de que necesita cambiar la dirección de su vida. Debe tomar la decisión de hacer un cambio, y luego entregar su vida a Cristo al recibir el Espíritu de Cristo en su propio espíritu. Aquí está el costo, la sumisión de su vida. Eso es necesario porque, como deja claro el lenguaje bíblico, ninguna persona tiene la capacidad de cambiar sin ayuda; el cambio espiritual viene solamente de Dios. La buena noticia es que el arrepentimiento es el regalo de Dios a todos los que se entregan a Cristo. Bill Klein[12]
Publicado en Áncora en mayo de 2017.
[1] Marcos 1:4; Lucas 3:3.
[2] Mateo 3:2.
[3] http://www.timothyministry.com/2012/07/the-great-meaning-of-metanoia.html.
[4] 1 Samuel 15:24–30.
[5] Proverbios 28:13.
[6] 1 Samuel 13:14; Salmo 51.
[7] Mateo 4:17.
[8] Mateo 6:24.
[9] Hechos 20:21 (RV 1995).
[10] Hechos 26:19–20 (RV 1995).
[11] Hechos 11:18 (RV 1995).
[12] http://www.studylight.org/language-studies/greek-thoughts/print.cgi?a=59.
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