marzo 21, 2017
La gran pasión del escritor de Hebreos es que nos «acerquemos» a Dios[1]. Que nos acerquemos a Su trono para encontrar toda la ayuda que necesitamos. Que nos acerquemos a Él, con la confianza de que nos recompensará con todo lo que Él representa para nosotros a través de Jesús. Eso es lo que nos quiere decir con toda claridad en Hebreos 10:22, porque el versículo 19 dice que tenemos confianza «para entrar en el lugar santo», es decir, el nuevo lugar «santísimo» celestial, como la habitación interior en el antiguo tabernáculo del Antiguo Testamento donde el sumo sacerdote se reunía con Dios una vez al año, y donde Su gloria descendió sobre el arca del pacto. Así pues, el mandamiento, la exhortación que se nos da en Hebreos 10:19–22 es que nos acerquemos a Dios. El objetivo principal del escritor es que nos acerquemos a Dios, que tengamos comunión con Él, que no nos conformemos con una vida cristiana distanciados de Dios, que Dios no sea un pensamiento distante, sino una realidad presente y cercana, que experimentemos lo que los puritanos de antaño llamaban comunión con Dios.
Este acercamiento no es una acción física. No se trata de construir una torre de Babel, y por tus logros llegar al cielo. No se refiere necesariamente a entrar a una iglesia, o a caminar hacia un altar. Es una acción invisible del corazón. […] Es dirigir el corazón a la presencia de Dios, que está tan distante como el lugar santísimo en el cielo, y sin embargo tan cerca como la puerta de la fe. Él nos está ordenando que vayamos a Él, que nos acerquemos a Él, para estar junto a Él...
«También nos regocijamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien hemos recibido ahora reconciliación»[2]. Este es el mensaje central del Evangelio —el huerto de Getsemaní y el Viernes Santo—, que Dios ha hecho cosas impresionantes y costosas para acercarnos a Él. Envió a Su Hijo a sufrir y morir para que a través de Él podamos acercarnos. Todo para que podamos acercarnos. Y todo esto es para que seamos felices y para Su gloria.
Él no nos necesita. Si permanecemos distantes, Él no se empobrece. Él no nos necesita para ser feliz en la comunión de la Trinidad. Pero engrandece Su misericordia dándonos libre acceso a través de Su Hijo, a pesar de nuestra naturaleza pecaminosa, a la única realidad que nos puede satisfacer totalmente y para siempre, es decir, a Sí mismo. «Me das a conocer el camino de la vida; en Tu presencia hay plenitud de gozo; a Tu diestra hay placeres eternos»[3]. John Piper
¡Debes seguir sirviendo al Señor en esta vida! Por más errores que cometas, por más tropiezos, caídas y descarríos, tienes que seguir intentándolo. Tienes que seguir adelante. Aunque lo hagas con lágrimas en los ojos, tienes que seguir esforzándote. ¡Sigue adelante por el Señor! ¡Aleluya!
Con más cariño cada día amar,
llevar a los perdidos a Su Hogar,
a orar y en Su Palabra meditar,
y a confiar en Él,
hasta el atardecer, es mi misión.
Tras la verdad cual ciegos tras la luz,
hacer que con tesón lleven la cruz,
dispuesto el corazón para Jesús,
que sepan responder,
cuando les llame Él, es mi misión.
Al fin, un día, al Salvador verán,
dejando a Sus pies todo su afán.
En Su Ciudad de oro vivirán,
salvos serán allí.
Llevarlos hasta allí, es mi misión[4].
¡Que Dios te bendiga y haga de ti una bendición! Que sea esa tu misión, en el nombre de Jesús, amén. Hagas lo que hagas, ¡sigue adelante por Dios! ¡Jesús nunca falla! David Brandt Berg
Más grande que todos mis problemas, más grandes que todos mis miedos,
Dios es más grande que cualquier montaña que vea, o no pueda ver,
Más grande que todas mis preguntas, más que nada,
Dios es más grande que cualquier montaña que vea, o no pueda ver.
Dios es mucho más grande de lo que puedo imaginar. Dios es un Dios que «hace» lo que dice. Es un Dios muy capaz de hacer cualquier cosa. Es capaz de hacer lo que sea, más allá de nuestros pensamientos humanos e imaginación. La Biblia dice en Efesios 3:20: «Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir»[5].
No existe ninguna circunstancia imposible o perdida a la que Dios no pueda ministrar.
No hay dificultad demasiado grande que Dios no pueda resolver.
No hay enfermedad que Él no pueda curar,
ningún milagro que Dios no pueda obrar.
No hay oración que Él no pueda responder.
No hay pecador tan perdido en su pecado que Dios no pueda salvar.
No hay desertor demasiado alejado de Dios que Él no pueda hacer volver.
No hay ciudad demasiado terca a la que Dios no pueda traer un reavivamiento.
Porque nuestro Dios es muy capaz de hacer mucho más de lo que pedimos o pensamos... ¡Él es capaz de hacerlo!
Si somos sinceros con nosotros mismos, debemos reconocer que con bastante frecuencia tendemos a fijar nuestros ojos en el problema. Y si nos concentramos en él, permitimos que crezca hasta convertirse en una montaña enorme delante de nosotros. Sin embargo, a los ojos de nuestro gran y fenomenal Dios, es un granito de polvo que Él puede hacer desaparecer con un suave soplo...
Nuestro Dios puede hacer todo lo que necesites que Él haga.
Nuestro Dios puede sanarte.
Nuestro Dios puede rescatarte.
Nuestro Dios puede salvarte.
Nuestro Dios puede satisfacer todas tus necesidades.
Nuestro Dios puede cambiar todo a tu alrededor.
Nuestro Dios puede restaurarte.
Nuestro Dios puede arreglar tu matrimonio roto.
Nuestro Dios puede perdonarte.
Nuestro Dios puede mostrarte misericordia y gracia.
Nuestro Dios puede responder a todas tus oraciones.
Nuestro Dios puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir.
Nuestro Dios puede obrar infinitamente más que todo lo que pidamos o imaginemos.
Nuestro Dios es un Dios gigantesco, más grande que todos nuestros problemas; Él es más grande que cualquier cosa.
Puede que nunca podamos comprender lo impresionante que es Dios, o la inmensidad de Dios. O Su omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia. Sin embargo, podemos comprender la plenitud de esta promesa del Señor en Efesios 3:20: «Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir», porque nuestro Dios, ¡es un Dios impresionante! Matthew McDonald[6]
Publicado en Áncora en marzo de 2017. Leído por Gabriel García Valdivieso.
[1] Hebreos 4:16, 7:25, 10:22, 11:6.
[2] Romanos 5:11.
[3] Salmo 16:11.
[4] «Mi misión», Maude Ray (1903), adaptado.
[5] NVI.
[6] http://peebles.wordpress.com/2009/02/17/ephesians-320-kjv-unto-him-that-is-able-he-is-to-do-exceedingly-abundantly-above-all-that-we-can-ask-or-think/.
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