enero 10, 2017
¿Cómo se define la gracia? Yo ni siquiera intento descifrarla. Jesús habló mucho acerca de la gracia, principalmente por medio de relatos. Recuerdo una vez que me quedé atascado en el tráfico de Los Ángeles y llegué 58 minutos tarde a la oficina de Hertz Rental. Me acerqué un poco malhumorado, puse las llaves en el escritorio y pregunté:
—¿Cuánto debo?
La mujer dijo:
—Nada. No debe nada.
Le dije que había llegado tarde, ella sonrió y dijo:
—Sí, pero hay un período de gracia de una hora.
—¿En serio? ¿Qué significa gracia? —le pregunté.
—No lo sé —dijo ella. [Seguramente no enseñan el significado de esa palabra en los talleres de capacitación de Hertz]. Y prosiguió—. Supongo que debe significar que aunque debe pagar, no tiene que hacerlo.
Ese es un buen comienzo para una definición. Philip Yancey
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Ahmed Shah fue un famoso gobernante de Afganistán.
El país había sufrido el flagelo de conflictos entre jefes tribales, pese a ello, Shah trajo la paz. La leyenda cuenta que Shah condujo a su pueblo a un valle secreto que había descubierto en sus viajes. Se trataba de una vasta planicie, rodeada de profundos acantilados. Para proteger su apacible nuevo estilo de vida, era imprescindible que nadie revelara el paso secreto que conducía a la planicie.
Cierto día, a Ahmed Shah se le acercó muy nervioso un teniente.
—Emir, encontramos a alguien dando a conocer la ubicación del paso secreto.
¡El traidor resultó ser la madre de Ahmed Shah!
Ahmed Shah estaba sumamente angustiado. Podía liberar a su madre, matar a los soldados que la capturaron y silenciar todo el asunto matando a los guardias que la habían descubierto. Pero cuando la verdad llegara a oídos de la gente se armaría el caos. Shah decidió que lo iba a pensar durante la noche y anunciaría su decisión por la mañana.
Al llegar la mañana, todo el pueblo se reunió en la plaza. Ahmed anunció que su madre debía recibir cien azotes, lo cual supondría una muerte segura. Condujeron a la madre de Ahmed hasta la plaza y la ataron.
Se dobló ante los dos primeros latigazos y ya estaba sangrando. Ahmed no lo pudo aguantar. Detuvo el procedimiento, desató a su madre y la llevó a su habitación, donde la acostó en su lecho.
Luego, saliendo de su choza, pidió que nadie se moviera, pues tenía algo que decir. Se dirigió a la multitud, y dijo:
—El castigo por el delito de mi madre era cien azotes. Ella ha pagado dos de ellos. Yo recibiré los noventa y ocho restantes.
Cuando terminaron, Ahmed se encontraba al borde de la muerte, azotado, ensangrentado y magullado. Por algunas semanas no se sabía si iría a sobrevivir. Logró sobrevivir y su pueblo jamás olvidó su acto de amorosa gracia. Michael Frost[1]
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«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna». En otras palabras, somos pecadores; vamos a morir y vamos a ir al infierno si no tenemos a Jesús. Pero Dios nos amó tanto que entregó a Jesús para que muriera en nuestro lugar y tomara nuestro castigo.
Aquí tienen una ilustración sencilla que empleaba con mis hijos cuando eran pequeños: «Dios es nuestro Padre celestial; Jesús, nuestro hermano mayor, el Hijo de Dios; y nosotros somos hijos de Dios. Todos nos hemos portado mal algunas veces. Tú te has portado mal, ¿cierto?» Todos saben que en algún momento se han portado mal. «Pues entonces mereces un castigo, ¿verdad? Mereces una paliza. Sin embargo, Dios te ama tanto que no quiere darte una zurra ni castigarte por tus pecados; por consiguiente, permite que Jesús sufra el castigo en tu lugar. Todo lo que tienes que hacer tú es creer en Jesús y darle las gracias. Lo único que debes hacer es creer y aceptar personalmente a Jesús». David Brandt Berg
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¡La gracia de Dios es increíble! Somos salvos por gracia; por el inmerecido favor de Dios. Vivimos por gracia, la cual es también el poder de Dios que se manifiesta en nuestra vida para hacer lo que por nuestra propia fortaleza no podríamos hacer. Y todo se debe a que Dios es amor, y nos ama incondicional, constante y plenamente. Joyce Meyer
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Esa es la maravilla de Su gracia: que vino a llevar nuestras cargas. A participar en nuestra vida, a ser nuestra fortaleza. Cuando somos fuertes no descubrimos Su poder, sino cuando somos débiles, cuando no nos consideramos competentes. «No que estemos capacitados para hacer algo por nosotros mismos; al contrario, nuestra capacidad proviene de Dios»[2].
En muchas ocasiones la situación se me ha hecho insoportable. Cuando me vi ante la clara posibilidad de perder a mi esposo, enfermo de cáncer, me agobiaban los temores, porque era madre de cuatro hijos. Cuando yo misma tuve cáncer, tuve dolores físicos que desde luego se podrían calificar de insoportables. Más tarde tuve fibromialgia. En muchas ocasiones el dolor y la fatiga, además del estrés mental y emocional, me parecieron insoportables.
Pero ni una sola vez Jesús me falló. Nunca me dejó sola. Jamás me ha ocurrido que Su gracia no fuera suficiente para mí. Me he apoyado en Él, he dependido totalmente de Él. Y cuando todo lo demás falló y me sentí indefensa, me arrojé a Sus brazos. Él es lo bastante fuerte. Le importo. Es más que capaz de hacer milagros en la actualidad.
Ponlo a prueba. Toma esa carga que llevas, ese peso que te oprime los hombros, y entrégaselo a Jesús. Él llevará la carga para que no lo hagas tú. En ese momento tendrás las fuerzas de Él. Cuando ya no podemos más, por fin descubrimos la verdadera capacidad de Dios. Dependiendo a ese extremo de Dios llegamos a conocerlo de verdad; Cristo en nosotros, la esperanza de gloria[3].
Esta es nuestra esperanza y fortaleza, la misma esperanza y fortaleza que ayudaron al apóstol Pablo a sobrellevar enormes dificultades y sufrimientos, y lo inspiraron a decir: «De buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades para que repose sobre mí el poder de Cristo»[4]. Somos débiles, pero Él es fuerte. Aunque no somos competentes, nos basta Su gracia. Si bien tenemos dificultades insoportables, Él lleva la carga por nosotros. «Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores»[5]. «Yo confiaré en Él»[6]. Misty Kay
Publicado en Áncora en enero de 2017.
[1] Michael Frost, Jesus the Fool (Hendrickson Publishers, 2010).
[2] 2 Corintios 3:5.
[3] Colosenses 1:27.
[4] 2 Corintios 12:9.
[5] Isaías 53:4.
[6] Hebreos 2:13.
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