octubre 25, 2016
«En el hogar de Mi Padre, hay lugar más que suficiente. Si no fuera así, ¿acaso les habría dicho que voy a prepararles un lugar?» Juan 14:2[1]
¿Recuerdan la vez en que los discípulos de Jesús le preguntaron dónde vivía?[2] Era una pregunta capciosa. Lo que realmente querían saber era el origen de Jesús y el lugar que él llamaba hogar. El primer elemento para reflejar la imagen de Jesús es entender que su hogar estaba con el Padre[3].
Jesús habló mucho acerca de Su misión en la tierra, sin embargo, al acercarse la culminación de dicha misión, con frecuencia dijo que volvía al Padre, de quien había salido[4]. Jesús les dijo a los discípulos que había preparado un lugar, para que donde Él estuviera, ellos —y nosotros—, también estuviéramos[5]. Esta sencilla descripción de estar en casa con Dios es el destino final de un seguidor de Jesucristo.
En una sociedad en movimiento como la nuestra, donde lo primordial es la situación económica, el hogar se ha vuelto algo muy transitorio. Nos mudamos de una casa a otra, de una ciudad a otra y nunca nos quedamos lo suficiente en un lugar como para llamarlo hogar. El hogar está donde está el trabajo; y el corazón, efectivamente, se queda sin hogar. Por más de tres décadas, he sido un hombre itinerante, viajando alrededor del mundo. He visto y disfrutado muchísimo, he sido grandemente recompensado y he gozado de la amistad de mucha gente. Pero nada, literalmente nada, alegra mi corazón más que cuando un viaje exitoso finaliza y llega el día en que empaco mis maletas y me dirijo al aeropuerto. Eso significa que me voy a casa. ¿Qué hay acerca de mi casa que me hace sentir así? Es el único lugar en el mundo donde puedo ser yo mismo y donde me aceptan por quien soy.
Desearía haber sido un mejor padre y esposo. Si lo pudiera hacer todo de nuevo, cambiaría algunas de las cosas que hice o dije. Pero por mucho que me arrepienta de mis debilidades y metidas de pata, nunca me las echaron en cara. Hogar es donde me despierto y no necesito verme perfecto para que mi esposa me diga: «Te amo»…
Hogar significa el cuidado y honor que se nos brinda cuando estamos al natural y cansados. Hogar es donde me quieren por quien soy, no por mi nombre o por cómo predico o por los libros que he escrito, solo por ser yo mismo. Por eso creo que nuestro Señor describe nuestra presencia con Él en el cielo diciendo que lo conoceremos como nosotros fuimos conocidos por Él[6]. Dios nos conoce en nuestras debilidades; nosotros le conoceremos a Él en Su majestad trascendental. Él siempre nos ha conocido por lo que somos realmente, y aún así nos llama hijos y amigos. Y al final de todo, nos llama a casa para estar con Él. ¡Estaremos en casa con Dios! Ese es mi destino[7].
Jesús vino del Padre y volvió al Padre para preparar un lugar para nosotros. Eso es hogar. Esa es nuestra morada eterna. Atesoramos la tierna metáfora de hogar porque allí desempacaremos nuestras maletas por última vez. Ravi Zacharias.
Un extranjero soy, en tierra extraña estoy,
lejos está mi hogar, allende el ancho mar.
Embajador seré de un reino celestial,
trabajo aquí para mi Rey[8].
Creo que nunca me sentí cómodo en este mundo. Desde que era niño siempre me he sentido extraño, siempre. Lo más parecido al cielo era mi hogar o la iglesia.
Jesús dejó Su hogar para venir a este país extraño. Siempre cantábamos esta canción:
Dejó palacios de marfil para venir a este mundo de miserias,
solo Su gran amor eterno hizo que mi Salvador descendiera[9].
Él dejó Sus palacios de marfil, que no eran solo de marfil, sino de oro. El cielo era Su hogar y, sin embargo, estuvo dispuesto a venir. El Señor vivía allí con Su Padre, Dios y el Espíritu Santo, y accedió a dejar aquel hogar hermoso para venir y hacer de este mundo quebrantado Su hogar temporal. ¡Imagínate!
Se dice que fue tentado y probado en todo, como nosotros[10]. ¿Cómo pudo haber sido probado y tentado en todo a menos que haya sufrido y estado enfermo, y anhelado el cielo y Su hogar? ¿Y cómo podría ser el Sumo Sacerdote que nos representa, nos comprende y se compadece de nosotros, a menos que sufriera las mismas cosas? Él nunca nos hubiese podido comprender, de no haber experimentado tristeza, dolor, sufrimiento y tentación, pero sin pecado.
Nuestro llamado como cristianos es el de embajador seré de un reino celestial. En otras palabras, se supone que somos los embajadores del cielo que Dios tiene. Ese es nuestro país y somos embajadores del cielo en el país extranjero de este mundo, el cual no es nuestro hogar final. Solo estamos de paso rumbo a nuestro hogar final y eterno. David Brandt Berg
«Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir». Hebreos 13:14[11]
En cierto sentido, los cristianos no tienen un hogar. Nos aguarda nuestro verdadero hogar, preparado por nuestro Señor Jesucristo.
La Biblia toma la palabra hogar con todas sus tiernas asociaciones y sagradas memorias y las aplica al más allá y nos dice que el cielo es nuestro hogar.
El Señor Jesucristo está preparando un hogar apropiado para todos los que viven para Él, un lugar diseñado para la iglesia triunfante. Ilustremos la obra de Sus manos, pues están ocupadas a favor de nosotros, construyendo una ciudad lo suficientemente grande para incluir a Su pueblo de fe, un hogar eterno para el alma. Billy Graham
¿Qué significa realmente que los cristianos no son de este mundo? Esta frase aparece en Juan 18:36, donde Jesús dice que Su reino no es de este mundo. Como seguidores de Jesús, los cristianos somos miembros de Su Reino, el cual no es de este mundo, sino del cielo[12]. Sí, por ahora estamos en el mundo, pero nuestra vida terrenal no es sino neblina[13]. Pero el cristiano debería concentrarse en la eternidad, eso es mucho tiempo[14].
Saber que no somos de este mundo nos da, a los cristianos, esperanza aun en los momentos más sombríos[15]; esperanza de saber que eso pasará y al final estaremos en el cielo cara a cara con nuestro Dios para siempre[16]. Nosotros no pertenecemos a este lugar deteriorado y quebrantado, y tampoco es donde nos vamos a quedar.
Los cristianos no somos de este mundo. Dios mismo nos ha adoptado como herederos del cielo y ese es nuestro mundo, allí está nuestra ciudadanía[17]. Y mientras tanto aguardamos[18] y tenemos esperanza[19], y hacemos lo posible por conducir a otros a una relación no de este mundo con Jesucristo. Este mundo no es nuestro hogar y nunca lo será. Tomado de Gotquestions.org[20]
Publicado en Áncora en octubre de 2016.
[1] NTV.
[2] V. Juan 1:38.
[3] V. Juan 8:14–29; 12:44–50.
[4] V. Juan 13:3.
[5] V. Juan 14:2–4.
[6] V. 1 Corintios 13:12.
[7] V. Apocalipsis 21:3.
[8] Elijah Cassel, 1902.
[9] Henry Barraclough, 1915.
[10] Hebreos 4:15.
[11] RVR1960.
[12] Filipenses 3:20.
[13] Santiago 4:14.
[14] 1 Pedro 5:10.
[15] 1 Pedro 1:6–9.
[16] Apocalipsis 21:3–4.
[17] Tito 3:7.
[18] 2 Corintios 5:2.
[19] Romanos 5:5.
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