Cuando cante el gallo

junio 14, 2016

Recopilación

[When the Rooster Crows]

La noche que Jesús fue arrestado, Pedro le prometió lealtad. Le dijo a Jesús que daría su vida por Él. «Jesús le respondió: “¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.”»[1] Sin duda Pedro fue sincero, pero lo que era genuino y admirable en su espíritu no se pudo convertir en acción. Esa noche negó tres veces conocer siquiera a Jesús.

Habiendo sido uno de los que más apoyó a Jesús con entusiasmo, debió ser desgarrador para Pedro escuchar el canto del gallo. Los cuatro Evangelios hablan de este incidente, y con excepción del de Juan, dicen que Pedro se desmoronó y lloró. Muchos hemos derramado lágrimas de amargura por haber fallado en complacer a Dios, y luego nos resignamos a la idea de que ya no le seremos de utilidad. Incluso después de ver al Cristo resucitado, Pedro probablemente se sintió así, porque regresó a su vieja vida de pescador.

Las escrituras nos dicen que una mañana temprano, mientras Pedro pescada con otros discípulos, vieron a un extraño en la costa, y cuando Pedro se dio cuenta de que era el Señor, saltó del barco y corrió hacia Él. En esta ocasión Jesús apartó a Pedro y le hizo una pregunta que debió ser dolorosa: «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas tú más que estos?» Lo más probable es que «estos» se refería a los pescados y/o el equipo que se encontraba allí cerca. «Sí, Señor», le dijo, «Tú sabes que te amo.» Jesús le dijo: «Apacienta Mis corderos»[2].

La palabra «amor» que utiliza Jesús es la palabra griega «agape». Ágape es el principal amor que existe: el amor de Dios, que da sin esperar nada a cambio. Pedro, muy consciente de sus fallos, le responde a Jesús con un amor menor. Utiliza la palabra griega «fileo», que se refiere al afecto cálido y la amistad. Jesús le hizo esta pregunta a Pedro tres veces, y luego usa la palabra «fileo» al igual que Pedro. Y cada vez, Jesús le encarga: «Apacienta Mis corderos».

No son nuestros fallos o debilidades los que nos descalifican para ser útiles en servicio a Dios. De hecho, son los que nos califican. Pedro no equiparó su amor por Jesús utilizando el término «agape», sino en lo que debió haber sido un recuerdo doloroso de sus tres negaciones, le responde con sinceridad y humildad. Solo cuando reconocemos con humildad que hemos tocado fondo, y permitimos que Cristo viva en nosotros, tenemos el currículo que Dios busca.  Charles Price

 

Mencionado por nombre

La resurrección de Jesús trajo nuevas esperanzas, y agitación fresca. El ángel en la tumba esa mañana le dijo a las mujeres que fueron a ungir el cuerpo de Jesús: «No se asusten. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. No está aquí. Ha resucitado. Miren el lugar donde lo pusieron. Pero vayan ahora y digan a Sus discípulos, y a Pedro, “Él va delante de ustedes a Galilea”. Allí lo verán, tal y como Él les dijo»[3].

¿Cómo creen que se sintió Pedro al escuchar eso? El Señor no solo se había levantado de los muertos, sino que además había mencionado el nombre de Pedro en particular. Imagínense cómo lo habrá hecho sentir eso a Pedro. ¿Por qué se refirió a él específicamente? ¿Fue porque lo había negado?

Después de la resurrección de Jesús, Pedro sabría con seguridad que Jesús era verdaderamente el Cristo, ¡el hijo del Dios viviente! Todas las afirmaciones de Jesús de que daría Su vida en rescate de muchos eran ciertas. Pero, ¿iría a relacionarse con Pedro después de que lo negara, no una vez, sino tres veces?

Pedro supo pronto la respuesta. Jesús todavía lo aceptaba, confiaba en él y lo amaba, a pesar de la forma en que Pedro le había dado la espalda. Pedro pronto descubrió que las palabras «díganle a Pedro» expresaban amor, confianza y perdón por parte de Jesús.

«Díganle a Pedro». ¡Qué palabras más consoladoras para alguien que había sido infiel! El Señor estaba diciendo: «No importa lo que hayas hecho, hay perdón, esperanza. Estoy vivo. Estoy contigo hasta el final. Te ofrezco un nuevo comenzar.»

El resto es historia. Pedro pasó el resto de sus días proclamando con convicción las buenas nuevas del Señor al que una vez había negado. Se convirtió en un gran testigo del evangelio de Jesús, y al final selló su fe con su propia sangre como mártir. Pedro nos dejó un legado de alguien que falló, pero que con el poder de Jesús, comenzó de nuevo y tuvo una vida con sentido para la gloria de Dios.

¿Te sientes desanimado? ¿Te sientes, como Pedro, abatido por la magnitud de tus insuficiencias, la presión de vivir tu fe, y por las veces que quizás también negaste a Jesús en tu vida?

Jesús sabe lo que enfrentarán los cristianos en esta vida. Nuestra fidelidad será puesta a prueba muchas veces; a través de tentaciones, rechazos, oposición y desaliento. Pero en esas palabras dirigidas a Pedro podemos ver la voluntad de nuestro Señor de que podamos tener nueva vida y prevalecer. Cuando nos topamos con pruebas así, también podemos ser una fuente de fortaleza e inspiración para los demás.

¡Anímate! Que las palabras del Señor a través del ángel del huerto te sirvan de aliento. Su mensaje es tanto para ti como lo fue para aquel que pensó que había cometido un error por el que ya no volvería a ser aceptado… Jesús resucitó de entre los muertos por ti. Él pagó por ti.  Eugene Guzon

 

Segundas oportunidades

¡Todos hemos cometido errores en el pasado! Que Dios nos ayude a rectificar nuestros errores y aprender algo de ellos. «Sanó a los enfermos porque tuvo compasión de ellos»[4]. ¿Cómo podríamos rechazar a alguien? ¿A quién irían? Solo Jesús tiene las palabras de vida eterna[5]. Debemos estar dispuestos a dar una segunda oportunidad a las personas. Jesús lo hizo. La iglesia primitiva lo hizo. Jesús hasta le confió el dinero a Judas, aunque sabía que era un ladrón. Un ejemplo de darle a alguien una oportunidad, ¿no creen?[6]

Aunque cada vez que Pedro abría la boca metía la pata, y hasta volvió a pescar por un tiempo después de negar a su Maestro, cuando Jesús se levantó de los muertos le dijo a María Magdalena que les dijera a Sus discípulos «y a Pedro» que lo encontraran en Galilea, sabiendo que Pedro se debía sentir tan culpable que ya no se sentiría digno, y que hasta los discípulos posiblemente lo estarían evitando[7].

Y no olvidemos al hijo pródigo, Juan Marcos, el rey David y muchos otros que se descarriaron por un tiempo, pero después hicieron cosas más exitosas, o al menos llegaron a reincorporarse en lugares de confianza, si su arrepentimiento fue genuino. Esto incluye a todos los discípulos, que dejaron de lado a Jesús durante su arresto. Uno de ellos hasta salió corriendo desnudo porque los guardias le arrancaron la túnica[8].

«Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra»[9]. Yo me he quedado corto, y ustedes también. ¿Qué hubiera pasado si Dios no nos hubiera aceptado de nuevo y se hubiera servido otra vez de nosotros? ¿Dónde estaríamos ahora? Todos somos culpables. ¡No seamos santurrones! Jesús dijo que debemos perdonar setenta veces siete[10].

La Biblia también nos dice: «Reciban al que es débil»[11] y «restáurenlo»[12]. «Gana a tu hermano»[13], «A quien se le perdona mucho, mucho ama» [14]. «Haz con los demás como quisieras que hagan contigo»[15], ¡o como Jesús ha hecho contigo! Otro ejemplo de esto es Onésimo, a quién Pablo defendió delante de su jefe, Filemón, en la epístola con ese nombre.

Si otros no tienen fe en ti, es difícil tener fe en ti mismo; a veces hasta es difícil tener fe en el Señor. Lo sé, a mí me ha pasado. Cuando sientes que nadie te ama o confía en ti, piensas que Dios tampoco lo hace y te da ganas de rendirte. Pero si alguien te demuestra el amor y la fe de Dios, te inspira a responder con nuevas fuerzas para triunfar. Pero aun si no recibes ese tipo de confianza de otros, puedes encontrar fuerzas sabiendo que Dios te perdona y que Él nunca te dejará ni te desamparará.  David Brandt Berg

Publicado en Áncora en junio de 2016.


[1] Juan 13:38

[2] Juan 21:15–16

[3] Marcos 16:6–7 (RVC)

[4] Mateo 8:16, 14:14.

[5] Juan 6:68.

[6] Juan 12:6.

[7] Marcos 16:7.

[8] Marcos 14:51–52.

[9] Juan 8:7.

[10] Mateo 18:22.

[11] Romanos 14:1.

[12] Gálatas 6:1.

[13] Mateo 18:15; Lucas 17:3.

[14] Lucas 7:47.

[15] Lucas 6:31.

 

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