Claves de Pablo para la flotabilidad espiritual

mayo 25, 2016

Estudio de 2 Corintios

Philip Martin

[Paul’s Keys of Spiritual Buoyancy]

(Nota de la Redacción: Tuvimos la bendición de publicar varios artículos y recopilaciones que hizo Philip Martin para Áncora durante varios años. Esta es la tercera parte de la serie sobre la flotabilidad espiritual y la última contribución de Philip. Recientemente sufrió un infarto y el 26 de abril de 2016 se fue a casa, a encontrarse con su amado Salvador. Se le echará mucho de menos.

Celebramos los 45 años de su fiel servicio misionero. Hallamos consuelo al saber que el Señor lo ha recibido en el Cielo, diciéndole: «Hiciste bien, siervo bueno y fiel. Entra en Mi gozo».

Le sobreviven su esposa Ruth, 10 hijos y 8 nietos. A ellos les damos nuestro más sentido pésame por la pérdida en su familia. Los tenemos presentes en nuestras oraciones.)

Pablo se refiere en numerosas ocasiones a lo que sufrió por Cristo, pero la lista más completa se encuentra en 2 Corintios 11. Vencer, remontarse y mantenerse a flote en el océano de la vida cuando las fuerzas del mundo trataban de derribarlo no fue algo que Pablo vivió de vez en cuando. Fue algo que aceptó como parte de su estilo de vida. No consideró los padecimientos y desilusiones como algo insólito que le sucedía[1].

He trabajado más arduamente, he sido encarcelado más veces, he recibido los azotes más severos, he estado en peligro de muerte repetidas veces. Cinco veces recibí de los judíos los treinta y nueve azotes. Tres veces me golpearon con varas, una vez me apedrearon, tres veces naufragué, y pasé un día y una noche como náufrago en alta mar. Mi vida ha sido un continuo ir y venir de un sitio a otro; en peligros de ríos, peligros de bandidos, peligros de parte de mis compatriotas, peligros a manos de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el campo, peligros en el mar y peligros de parte de falsos hermanos. He pasado muchos trabajos y fatigas, y muchas veces me he quedado sin dormir; he sufrido hambre y sed, y muchas veces me he quedado en ayunas; he sufrido frío y desnudez. Y como si fuera poco, cada día pesa sobre mí la preocupación por todas las iglesias.  2 Corintios 11:23-28[2]

¿Has leído alguna vez los relatos de la vida de Pablo que se encuentran en el libro de Hechos, y pensado «cómo logró mantener la cabeza por encima del agua con tantas dificultades, padecimientos, apuros, desilusiones y aparentes derrotas»? Si examinamos detenidamente los capítulos anteriores a ese breve resumen de sus sufrimientos, Pablo nos da algunos de sus secretos para tener flotabilidad espiritual y mantenerse a flote en las tormentas de la vida.

1) El ministerio de consolación: Estaba dispuesto a pagar el precio de ser un consolador. A fin de consolar de verdad a otros, debemos estar dispuestos a sufrir.

Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren. Pues así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de Él tenemos abundante consuelo. Si sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación; y si somos consolados, es para que ustedes tengan el consuelo que los ayude a soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos. Firme es la esperanza que tenemos en cuanto a ustedes, porque sabemos que así como participan de nuestros sufrimientos, así también participan de nuestro consuelo.  2 Corintios 1:3-7

2) Aprendió a depender de Dios completamente, lo cual es el secreto del verdadero liderazgo spiritual.

Pero eso sucedió para que no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios, que resucita a los muertos.  2 Corintios 1:9

Aprendí que en la vida de fe Dios a menudo nos quita los apoyos que hemos puesto para no depender de Él. Creo que no hay forma de que aprendamos a depender de Dios completamente a menos que al seguirlo nos permitamos estar en situaciones en las que solo dependemos de Él. Alguien me dijo en las primeras etapas de mi vida cristiana: «No tengas miedo de arriesgarte, pues el fruto sale en esa situación».

3) Esperanza y fe: Por medio de sus muchas aflicciones, pruebas y padecimientos cotidianos, Pablo aprendió a tener esperanza y fe en que Dios seguiría librándolo.

Él nos libró y nos librará de tal peligro de muerte. En Él tenemos puesta nuestra esperanza, y Él seguirá librándonos.  2 Corintios 1:10

4) Pablo nunca perdió el gozo de su salvación, su capacidad de asombro ante la misericordia de Dios ni la gratitud por ser llamado al ministerio. Sabía que entre los apóstoles era el que menos merecía y que solo por la gracia de Dios se le daba el derecho de estar en el ministerio.

Por esto, ya que por la misericordia de Dios tenemos este ministerio, no nos desanimamos.  2 Corintios 4:1

5) Renovación cotidiana: A diario Pablo recurría a las fuerzas del Señor. Había aprendido que la clave para una vida cristiana victoriosa y para tener el poder de remontarse estaba en renovarse diariamente.

Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros. Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. […] Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día.  2 Corintios 4:7-9, 16

6) Veía su vida desde una perspectiva celestial; andaba por fe, no por vista. Ante el sufrimiento Pablo tenía esperanzas, porque su objetivo estaba en el Cielo, no en este mundo. Al mirar desde el punto de vista de las recompensas inimaginables que esperan al creyente victorioso en el Cielo, Pablo pudo poner sus padecimientos en la perspectiva correcta.

Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno. De hecho, sabemos que si esta tienda de campaña en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas.  2 Corintios 4:17-18, 5:1

Por eso mantenemos siempre la confianza […]. Vivimos por fe, no por vista.  2 Corintios 5:6-7

7) La fuerza de la debilidad. Después de terminar el capítulo 11 de 2 Corintios con su lista de sufrimientos, Pablo cuenta una experiencia espiritual que tuvo, y luego añade que debía enfrentar continuamente un obstáculo.

Una espina me fue clavada en el cuerpo, es decir, un mensajero de Satanás, para que me atormentara. Tres veces le rogué al Señor que me la quitara; pero Él me dijo: «Te basta con Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.  2 Corintios 12:7-10

Para citar a Andrew Murray: «[Pablo] rogó que le fuera quitado [el aguijón], pero no fue concedida esa petición, porque era algo que necesitaba. En vez de quitar el aguijón, el Señor le aseguró que le daría la gracia necesaria para soportar. Cuando Pablo entendió cual era el significado de todo aquello y escuchó la promesa divina, empezó a regocijarse en sus debilidades, porque gracias a ellas tendría una mayor medida de la fuerza de Cristo».

Espero que este estudio de la Biblia te anime —como ha sido en mi caso—, a tener fe para seguir remontándote, de modo que un día digamos lo mismo que Pablo:

El tiempo de mi partida ha llegado. He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado Su venida.  2 Timoteo 4:6-8


[1] Véase 1 Pedro 4:12.

[2] Todos los pasajes de las Escrituras que aparecen en este artículo fueron tomados de la Nueva Versión Internacional (NVI).

 

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