abril 18, 2016
El gozo del Señor es en realidad un estado de ánimo y del corazón. Es producto de la gratitud que sientes al saber ante todo que te di vida eterna. Al fin y al cabo te das cuenta de cuáles son las prioridades de la vida… cuál es el sentido de tu vida.
Puedes conservar ese gozo del Señor te hagan lo que te hagan y sean cuales sean las circunstancias. ¡Tienes vida eterna en el Cielo! Es como haber ganado el premio mayor, y lo mejor es que nunca puedes perderlo.
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El gozo del Señor es un estado de ánimo. Es tener presente la realidad de la dimensión espiritual, del mundo eterno. Recuerda lo que dije: «El Reino de Dios está en vosotros»[1]. Está ahí mismo, en ti. Mi reino vive dentro de ti, en tu corazón.
El gozo del Señor consiste en recolocar tus prioridades en el debido orden y perspectiva y tener en cuenta que todos los detalles fastidiosos, incompletos y a veces exasperantes e imperfectos que te abaten son insignificantes y un día desaparecerán. Pero tu espíritu permanece y vivirá eternamente. ¡Tienes la salvación! Es fenomenal. Eso es lo prioritario y la forma debida de ver la vida, tu vida. Es fijar la mirada, que a veces determina tu actitud y tus acciones, en los valores eternos por los que te regirás por siempre. Es dejar atrás los reveses temporales.
El gozo del Señor consiste en tener presente la verdad de que se vivirá por siempre en un mundo de felicidad. Ustedes, amigos Míos, serán los que cumplan la promesa de «los espíritus de los justos hechos perfectos»[2]. Perfectos en amor, en gozo, en creación. Así son. En esa dirección van encaminados. Recuperar el gozo es tener conciencia de esa verdad y no dejar que las fachadas de lo temporal les obstaculicen el camino.
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Una sonrisa tiene mucha fuerza, cuando sonríes y no dejas de hacerlo, aunque no tengas ganas. Aunque todo vaya muy mal, te canses y sobrecargues de trabajo y te falte energía, sonríe. No pierdas la sonrisa; no la pierdas por nada. No dejes de sonreír. ¡Es posible! Si no pierdes la sonrisa, muy pronto será sentida. ¡Surte efecto!
Deseo que disfrutes la vida de principio a fin, no en ratos breves e intensos. Que cultives recuerdos felices. Me gustaría que pasaras tiempo riendo con los demás y amándolos. Quiero que ames, que vivas, que disfrutes de algo cada día.
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La vida se disfruta mucho más y la compañía es mucho más placentera cuando se está con alguien de corazón alegre y feliz y espíritu contento. No tiene nada que ver con lo que pase en la vida personal de uno ni las batallas o pruebas por las que esté pasando. ¡Aun así puede tener una sonrisa a flor de labios y un corazón alegre! Quizás tengan que poner bastante empeño para que aflore y se vea, pero una vez que lo hagan y hayan adquirido el hábito de dar rienda suelta a la alegría, se volverá automático y espontáneo.
Lo importante es no tomarse la vida muy en serio. No se tomen tan en serio a ustedes mismos ni a los demás. Aprendan el arte de la alegría, y póngalo en práctica.
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Recuerda también que solo se te concede una oportunidad de vivir en la Tierra. Esta es tu oportunidad, así que disfrútala mientras dure. Disfruta de tu servicio a Mí mientras estás ahí. Disfruta de la compañía de las personas con las que vives y trabajas, porque no durará para siempre. Disfruta de las circunstancias, porque ese será el único momento en que te encuentres exactamente en esas mismas circunstancias, en ese lugar en particular, con esos seres queridos y no con otros. ¡Disfruta del tiempo de que dispones! Disfruta del momento, porque dentro de un instante el presente habrá pasado. ¡Vives! ¡Aprovéchalo!
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Podrás recordar los buenos tiempos o querer olvidarlos si fueron malos. Podrás recordar con nostalgia lo mucho que disfrutaste en su momento, o lamentarte de no haberlo hecho. En todo caso, el único tiempo en que puedes disfrutar del momento es ahora, en este mismo instante. ¡Aprovéchalo! ¡Aprovecha el día! ¡Aprovecha la alegría!
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Dijo el salmista hace más de tres mil años: «Me mostrarás la senda de la vida. En Tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a Tu diestra para siempre»[3]. Amigos Míos, esa es la fórmula secreta. Encontrarás toda la alegría que necesitas si no te apartas de Mi presencia. Soy un Dios alegre, y si no te apartas de Mí, Mi alegría te cubrirá también a ti.
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Me encantaría que el mundo estuviera lleno de risa sana y alegre: risas joviales, contagiosas y festivas, de esas que propagan la alegría por el mundo. «¡Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor!»[4] Me encanta ver a los Míos llenos de alegría, y que esa alegría se manifieste por medio de la risa. Se eleva hacia Mí igual que la alabanza. Se parece mucho a la alabanza y suele estar entremezclada con ella. Es alegría para el mundo y me alegra oírla.
Me refiero a la risa que edifica espiritualmente y trasciende los confines del mundo físico para llenar el Cielo de jubilosa celebración. La risa es capaz de elevar el espíritu humano. Ya saben ustedes cuánto hace falta eso.
Por eso, vayan por los caminos y los vallados y traigan a otros a Mi Reino y motívenlos a estallar de alegría. Vayan a los lugares donde la gente se encuentra sola y propaguen risas y luz. Salgan a hacerla reír, y me darán un alegrón. ¡Sea llena la tierra de risas!
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La alegría, la paz y la felicidad interior deben ser constantes al vivir para Mí. No deben depender de la apariencia de las circunstancias o de lo que ocurra en su entorno.
La clave para tener Mi alegría en su corazón, amores Míos, es recordar que ese gozo es Mío; no proviene de ustedes.
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Mi dicha no se basa en cosas efímeras ni en las circunstancias. Se basa en el futuro feliz, en lo que habrá de llegar, en las posibilidades que encierra cada situación, las aptitudes que he puesto en ustedes. Mi alegría se basa en lo eterno, en amar y en deleitarme con la alegría de Mis criaturas, la dicha del amor y todas las demás alegrías eternas que no se compran con dinero.
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Pueden ser felices si se regocijan con Mi gozo. Mi gozo les permite estar alegres y tener una actitud de alabanza y despreocupación aunque estén llenos de preocupaciones, porque proviene de lo más alto de los cielos, y supera de lejos todo problema terrenal.
Tienen a su disposición mucho gozo y felicidad en Mí, mucho amor en el Cielo, muchos éxitos y triunfos en su futuro y muchas bendiciones y maravillas en su presente. Les permito ser felices a pesar de los aparentes reveses, porque hay todo un mundo de alegría más allá del de ustedes, pero igual está a su alcance.
Yo soy su puente, la puerta que los conduce a ese mundo. A través de Mí, pueden acceder a ese mundo más feliz, pase lo que pase en la Tierra. Pueden ser felices a pesar de todo y remontarse, no solo por encima de las lágrimas, ¡sino riéndose con sonoras carcajadas celestiales!
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Comiencen a buscar los detalles que pongo cada día en su vida para hacerlos felices, para brindarles placer, satisfacción y alegría. También hay cosas grandes, pero concéntrense primero en los detalles, porque todos ellos forman parte del amor que les tengo. Quiero que se deleiten con cada bendición que les doy. Y también quiero inculcarles un gozo más perdurable, una felicidad más duradera que no dependa exclusivamente de lo terrenal.
La felicidad que les ofrezco se basa en la fe; ve más allá del presente y se deleita en la naturaleza eterna del amor que les tengo.
Artículo publicado por primera vez en 2009. Pasajes seleccionados y publicados de nuevo en abril de 2016.
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