Superar la condenación

enero 25, 2016

Palabras de Jesús

[Overcoming Condemnation]

«Ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor».  Romanos 8:39[1]

Bienamado, puedes pedir a Mi Espíritu que te ayude a librarte de los sentimientos de condenación. Reconoce que esos sentimientos no se basan en la realidad. Luego, mírame a través de los ojos de la fe. Deléitate en Mi celestial sonrisa de aprobación. Mientras más te comuniques conmigo al concentrarte en Mi presencia, más podrás recibir Mi amorosa aseveración.

El mejor antídoto contra los sentimientos de condenación es experimentar Mi amor por ti. Además, puedes combatir los sentimientos de condenación al cavilar sobre las verdades del Evangelio.

Finalmente, recuerda que Mi Espíritu es el Espíritu de Vida. Los sentimientos de condenación te quitan energía, te dejan vulnerable. A medida que Mi Espíritu te llena de vida, te capacita para vivir en abundancia, plenamente.

No hay condenación para los que me pertenecen, porque por medio de Mí, la ley del Espíritu de vida te libra de la ley del pecado y de la muerte[2].

 

Un panorama mucho más amplio

«Busqué al Señor, y Él me respondió; me libró de todos mis temores. Radiantes están los que a Él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza».  Salmo 34:4-5[3]

Hijo Mío, te estoy llamando para que acudas a Mi lado; reposa y echa sobre Mí tus afanes y preocupaciones, tus pesadas cargas. Los senderos por los que has caminado los últimos kilómetros te han resultado duros y escarpados. Había en el camino un montículo, un tramo pedregoso del camino que te ha hecho tropezar y perder un poco el equilibrio.

Fue algo tan pequeñito, nada más que una protuberancia en el suelo comparado con los muchos kilómetros que ya has caminado, las montañas, los valles y las empinadas colinas que has cruzado. Ese resbalón ha sido apenas un momento en el tiempo, si bien fue muy real y difícil para ti.

No te condenes por las veces que has tropezado y caído, por no caminar erguido y fuerte, ni recorrer con entereza inquebrantable aquel camino difícil y accidentado. No tienes de qué avergonzarte. No hallarás en Mi corazón condenación alguna para ti, hijo Mío.

Yo conocía lo accidentado de esa parte del camino por la que te tocaría pasar y que te resultaría difícil, que te tomó desprevenido. Y ahora ese tiempo difícil te parece una marca dolorosa y fea en el paisaje de este último año. Sé que no lo entiendes cabalmente, pero ten la certeza de que lo que tú desconoces Yo lo conozco. Ves la cuestión por el prisma de tus emociones y la sensación de fracaso. Mas Yo veo un panorama mucho más amplio. Ese ha sido Mi designio. Prueba de ello es que ahora te veo acudir a Mí, como lo hiciste tantas otras veces en que estabas al borde de la desesperación. No sabes qué hacer ni cómo reaccionar ante esta difícil situación.

Cuando acudes a Mí, Yo siempre estoy presente y te recibo con los brazos extendidos. Tengo para ti consuelos, así como socorro, fuerzas, amor y comprensión, si echas todos tus problemas sobre Mí con plena fe y confianza. Ninguna carga es demasiado grande ni ninguna sensación de fracaso demasiado intensa ni compleja como para que Yo no la desvanezca. Cuando oigas Mi voz que te llama para que acudas a Mí una vez más y dejes tu carga, suéltala ahí mismo donde estés y ven a Mi presencia.

Me he valido de ese tramo accidentado de camino por el que has debido caminar, a fin de acercarte a Mí. Cuando caíste a tierra pesadamente, desorientado y sin saber cómo proseguir, te levanté y te acerqué a Mí. Déjame quitarte los sentimientos de culpabilidad, la condenación, las preocupaciones por tus fracasos y tus flaquezas. Reposa plenamente en Mi gracia, en ella hallarás el reflejo de Mi amor y Mi paz, al venir a Mí con las manos vacías: despojado de tu bondad o tu justicia.

Te he atraído hacia Mí para que conozcas Mi paz, Mi consuelo y Mi amor por medio de las lágrimas. Cuando te hayas renovado, continuaremos nuestro largo viaje juntos. Sé que no me soltarás la mano, que caminaremos uno al lado del otro, que seguiremos conversando y disfrutando de grata comunión.

El camino por el que transitemos no siempre será fácil, derecho y libre de obstáculos. Pero cuando vengan los momentos difíciles y aparezcan las dificultades y los escollos en el camino, al detenerte y mirarme, te fortaleceré y daré paz a tu corazón. Tenemos un camino espléndido por delante, hijo Mío, pues te amo; seré tu fuente de fortaleza, tu alegría y tu vida durante la travesía.

 

Empaparse de gracia

«Dios nos escogió en Él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de Él. En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos Suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de Su voluntad, para alabanza de Su gloriosa gracia, que nos concedió en Su Amado».  Efesios 1:4-6[4]

Tu relación conmigo está saturada de gracia. Por lo tanto, nada de lo que hagas o no hagas puede apartarte de Mi presencia. Cuando eres muy consciente de haberme fallado, los sentimientos de culpa y temor conspirarán para convencerte de que has perdido Mi amor. Al sentir que tienes poca valía tendrás la tentación de castigarte por tus pecados. Pero recuerda, te he dado la vestidura de la salvación, te he ataviado con Mi justicia. Tu salvación se debe a Mí exclusivamente y a lo que he hecho para rescatarte. Permíteme que te ayude a que sientas más seguridad en Mi amor.

En momentos de gran arrepentimiento debes aferrarte a la gracia para salvar tu vida. Es imposible que deje de amarte. Tu relación conmigo está tan saturada de gracia que somos para siempre inseparables.

A la carne que se ha puesto a adobar ya no se le puede quitar el adobo. Mientras más tiempo quede en remojo, más profundamente penetra el adobo, más se realza el sabor y la carne se vuelve más tierna. Te has empapado de gracia desde que confiaste en Mí como tu Salvador. Mientras más estés en adobo, por así decirlo, más a fondo penetra Mi gracia en nuestra relación. ¡Es imposible que algo pueda despojarte de la gracia!

Quiero que descanses en la perfección de tu salvación. Mi gracia gloriosa te convierte en una persona santa y sin mancha a Mis ojos. Así pues, nada de lo que hagas o dejes de hacer podría apartarte de Mi amor[5].

Publicado en Áncora en enero de 2016.


[1] NVI.

[2] Sarah Young, Dear Jesus (Thomas Nelson, 2007).

[3] NVI.

[4] NVI.

[5] Sarah Young, Jesus Lives (Thomas Nelson, 2009).

 

Copyright © 2024 The Family International