diciembre 31, 2015
El mundo está lleno de comienzos y finales. Comenzamos el año nuevo con cierta medida de esperanza: otro año, otra oportunidad, un nuevo día. Sin embargo, llevamos con nosotros los mismos temores, los mismos anhelos, los mismos propósitos. Una réplica más cínica podría ser: ¿En realidad hay algo nuevo en un año que comienza?
Cuando el pasado o el presente parecen tan destrozados que da la impresión de que los fragmentos llegan muy lejos en el futuro, en muchos casos los nuevos días están más llenos de temor que de promesa. Recuerdo que en un tiempo yo podía ver el final de una situación difícil, pero no podía ver un comienzo que no estuviera afectado negativamente por el residuo del pasado. Me preguntaba con desconsuelo: «¿De verdad existe un nuevo día?» Una amiga me dijo lo siguiente y añadió que, en cambio, creyera esas palabras:
«No obstante, aún me atrevo a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente: ¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es Su fidelidad; Sus misericordias son nuevas cada mañana. Me digo: “El Señor es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en Él!”»[1].
Me imagino que esas palabras, pronunciadas en el exilio, fueron tan mordaces para las personas a las que fueron dirigidas como lo fueron para mí. El escritor de la antigüedad se aferró a la promesa de las cosas nuevas, incluso en medio de una situación que no le permitía ver lo que eso podría significar. Dado que lo rodeaba el sufrimiento y la tristeza, no habría sido poco razonable que él reconociera que no veía una salida. Con todo el daño que había sido hecho, con la incertidumbre del exilio y lo irreversible de una Jerusalén destruida, nadie lo habría culpado por ver las nuevas mañanas como solo una promesa cínica de más de lo mismo.
Pero ese no fue el lamento que salió de los labios del escritor. Escrito en el estilo de un cántico fúnebre antiguo, las palabras del escritor, aunque consumido por la muerte, llama a este Dios por Su nombre: «El amor de Yahveh no se ha acabado, ni se ha agotado Su ternura». Otra traducción dice: «No se ha agotado la misericordia de Yahvé, no ha llegado al límite Su compasión. Se renuevan todas las mañanas». Lo que el escritor logró ver en medio de su lamentación es que solo el Dios todopoderoso puede de verdad hacer un nuevo comienzo. Las nuevas mañanas, los años nuevos, por sí solos, son inútiles y peor que eso si no se ven como que pertenecen a Aquel que hace todas las cosas nuevas.
Este día es nuevo porque es un día hecho por el Dios de los planes y los comienzos, el Dios que vino a vivir entre los mortales, el Dios que se ofreció a Sí mismo como una nueva porción cada mañana. Vean que Él viene, pues esta es la esperanza cristiana de lo nuevo. Jill Carattini[2]
Para el año que comienza, oh Maestro,
solo una cosa quisiera:
no te pido felicidad
ni ninguna cosa terrena.
No te pido que yo entienda
el camino que me has marcado;
sino más bien que me enseñes a hacer
lo que sea de Tu agrado.
Quiero conocer Tu voz que me guía
y a Tu lado caminar siempre, Maestro.
Hazme pronto para oír
y para obedecer dispuesto.
Así comienzo el año hoy,
y será bienaventurado
si tan solo procuro hacer
lo que sea de Tu agrado.
Anónimo
Te he guardado a lo largo de otro año. Ha sido un año de cambios, de nuevos desafíos, de pruebas y de progresos. Ahora que te encuentras en el umbral de un nuevo año, te fortaleceré y te daré Mi gracia, y te prepararé espiritualmente para lo que vendrá.
Me agradan los progresos espirituales que has hecho en el curso de los últimos doce meses. Me agradaron todas las veces que acudiste a Mí y me alabaste, que escuchaste Mi voz hablándote al corazón, que me buscaste y bebiste a grandes sorbos el vino de Mi Palabra.
También ha sido un año de lucha. Pero retén firmemente tu corona. ¡No dejes que nadie te la arrebate! Te abriré nuevas puertas mediante el poder de Mi Espíritu. Entra por dichas puertas con fe, para que recibas Mis bendiciones. Responderé tus oraciones. Te acercaré a Mí. Te ungiré para que prediques el Evangelio y lleves el mensaje a los perdidos.
Sé como Mi fiel siervo Noé, que se preparó construyendo el arca. Construye tu arca espiritual acercándote a Mí, acudiendo a Mí para todo y encomendándome tu vida y trabajo, testificando y tendiendo la mano a los que pongo en tu camino, de modo que este sea un año de maduración espiritual, en tu testificación y acercamiento a Mí.
No tengas miedo del tamaño ni del poder de las olas que enfrentes el año entrante. Permanece inamovible, sin vacilar y lleno de fe y confianza. Ten la certeza de que estoy siempre contigo; te sostendré y te llevaré a salvo a Mi destino final.
En los momentos sombríos, Yo seré tu luz. En los momentos de tristeza, seré tu alegría. En los momentos de lucha, seré tu liberación. En los momentos de debilidad, te infundiré fuerzas. En los momentos de incertidumbre, seré tu explicación. No te desanimes, pues; no te descorazones. No temas nunca el futuro ni te atormentes por el pasado. Ven a Mí, y encontrarás perfecta fortaleza, perfecto amor, perfecto perdón y perfecto consuelo desde ahora hasta la eternidad. Jesús, hablando en profecía
Hace poco leí esta frase: «Nadie puede volver al pasado y dar inicio a un nuevo comienzo; pero cualquiera puede empezar hoy y hacer un nuevo final». Esa frase me hizo reflexionar. La conclusión fue que no volvemos a empezar desde el principio; empezamos de nuevo en nuestra situación actual, y mejoramos nuestra vida.
Como creyente en Cristo, no se trata de decir que haré esto y no haré aquello; y luego abandonar la idea o fallar. Se trata más bien de pedir al Señor que nos ayude a diario a enamorarnos más de Él. De esa manera nos centraremos en las cosas del Cielo y no en las de la Tierra.
Si fuera a hacer un propósito de Año Nuevo, sería tener un compromiso mayor, un amor más profundo y una adoración más intensa al Señor. Al principio del año que termina, el Señor me habló en oración con ese silbo apacible y delicado, diciéndome: «Soy más que suficiente. Soy más que suficiente en todo aspecto de tu vida». Además, dijo que les dijera lo mismo a los demás.
Este año me he propuesto hacer que el Señor sea todo para mí. Él quiere toda nuestra atención a pesar de las distracciones y tentaciones que esperan a la vuelta de la esquina. Él tiene que ser nuestro principal punto de atención.
Cómo terminaremos este año será determinado por la manera en que lo comenzamos. ¿Quisimos tener una relación más «ÍNTIMA» con el amante de nuestra alma? Busqué en el diccionario la palabra intimidad y significa: amistad íntima; una zona espiritual íntima y reservada de una persona o de un grupo, especialmente de una familia.
¿Quieres un nuevo final este año? ¿Cómo quieres terminar tu vida? Si no eres cristiano, te aseguro que este podría ser el mejor Año Nuevo de tu vida. Tu vida puede llenarse de esperanza y paz. Es una ventaja adicional conocer cuál será el final.
¿Por qué cada año debería ser igual que el anterior, sin un cambio real? Al fin de cuentas, los propósitos de Año Nuevo pueden lograrse o no.
Si eres cristiano y te parece que te has estancado en tu relación con el Señor, ahora es el momento de reavivar la relación amorosa con Él. A cada uno de nosotros nos llama para que nos acerquemos a Él y dice: «Ven». ¿Escuchas Su voz? Él toca tu corazón. El verdadero final en tu vida será cuando Jesús te diga: «Bien hecho. Has sido un buen siervo, y fiel». Esa frase será dirigida a los que hayan dedicado tiempo a conocerlo, a amarlo, y que con obediencia lo hayan seguido. Cathy Irvin[3]
Publicado en Áncora en diciembre de 2015.
[1] Lamentaciones 3:21-24 NTV.
[2] http://rzim.org/a-slice-of-infinity/what-is-new
[3] http://www.cbn.com/SpiritualLife/Devotions/Irvin_newyear.aspx.
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