noviembre 26, 2015
(Nota de María Fontaine: Si estás viviendo uno de esos días o semanas difíciles, las siguientes son algunas palabras de Jesús para alegrarte, para ayudarte a ver más allá de las nubes grises de la lluvia del desánimo, y puedas ver el sol radiante de Su amor que siempre está ahí. No importa lo oscuras que se vean las cosas a tu alrededor; siempre puedes sobreponerte a esa oscuridad con la alabanza, ¡hasta que ya no quede espacio para el desaliento!)
Ha sido un día duro y una semana difícil, puesto que «tenías tantos problemas, y todo te salía mal», y si bien «querías tener un hermoso día, estaba nublado y gris».
Realmente lo siento mucho. Lo siento por ti. En toda vida siempre habrá un poquito de lluvia, ¡y a veces parece más un chaparrón que una llovizna! Miras arriba y ves oscuras nubes y un cielo tenebroso en el horizonte.
Pero nunca dura para siempre, ya lo sabes. De hecho, esas nubes cargadas de agua, y la lluvia misma, son solo una pizca de tristeza comparada con los millones de kilómetros de rayos de sol y calor y luz que hay sobre ti, los que solo te son ocultos por un ratito. La lluvia y las nubes pasarán, tu día brillará nuevamente, y el pronóstico del tiempo para la eternidad es de un cielo azul y libre de problemas para siempre.
Hay mucho que agradecer, aun en medio de la tormenta, y alabarme a Mí por lo bueno ayudará a disipar la lluvia y las nubes. Puedes agradecer si has tocado fondo, porque ahora no te queda más que ir hacia arriba, y las cosas tan solo pueden mejorar. Puedes agradecer por las nubes y la lluvia, las pruebas y las lágrimas que hacen que tu espíritu crezca.
Puedes agradecer si piensas que eres un desastre, pues entonces no te queda duda de que solo Yo puedo hacer cosas buenas a través de ti. Puedes agradecer que en ti, en tu carne, no haya nada bueno, porque entonces hay más espacio para Mí, para que viva, me mueva y obre a través de ti[1].
Da gracias en todo. Alábame en medio de las dificultades y los errores, los deslices y fracasos, tus debilidades y carencias. Alábame por Mi amor, cuidado, ayuda, misericordia, gracia y salvación. Al hacerlo, el cielo gris se despejará, la lluvia parará, saldrá el sol, y el Sol de Justicia te enviará rayos de calor y consuelo, de paz y esperanza, de fortaleza, ¡y hará que tu día brille y se ilumine tu camino!
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La felicidad del Espíritu es muy superior a la que nos aportan los placeres momentáneos que ofrece este mundo. La llevas siempre contigo. Ni la noche más solitaria ni las nubes más grises pueden privarte de ella.
La felicidad material y sensorial es efímera. Depende de tu estado de ánimo, de las circunstancias, de lo visible y lo tangible. En cambio, Mi gozo duradero viene del conocimiento de que soy tu Salvador, de que te amo y velo por ti. Esas verdades son inalterables.
Mi gozo eterno es constante como el sol. ¿Te angustias acaso cuando el sol se oculta en el horizonte, pensando que ha desaparecido para siempre? No. Aunque cae la noche y no puedes verlo, nunca dudas de su existencia ni de que volverá a salir a la mañana siguiente. Mi gozo infinito estará siempre presente, como el sol.
Cuando cae la noche sobre tu espíritu y pierdes de vista la felicidad, es el momento de confiar hasta la mañana siguiente, cuando volverás a ver y sentir la luz y la calidez de Mi amor. Nunca dudes de que llegará la alborada.
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No puedes hacer que salga el sol en un día de lluvia, pero sí puedes modificar el ánimo que prima a tu alrededor.
La mayoría de la gente se siente más contenta y optimista en un día soleado que en uno tormentoso. Puedes irradiar calidez y animar a quienes te rodean proyectando rayos de sol o buenas vibraciones. En cambio, si andas por ahí cargando una nube de disgustos y preocupaciones, es probable que generes una borrasca que desencadene chubascos y les ensombrezca el día a quienes pasen cerca de ti.
Por eso, dondequiera que vayas, lleva contigo un ambiente cálido y soleado. Haz que el sol de tu feliz expresión ilumine y alegre a los demás. Y en los momentos en que no te sientas feliz —cuando la presión te agobie o tengas un nubarrón sobre tu cabeza—, clama a Mí para que despeje esas nubes y enfoque sobre ti la luz de Mi amor.
Donde Yo estoy, siempre brilla el sol. Siempre dispongo de cálidos rayos con que asolearte. Deseo que los absorbas y los reflejes sobre los demás. ¡Hagamos que mejore el tiempo!
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Si te desanimas, intenta entonar una canción. Y si puedes cantar en voz alta, hazlo. Cantar en voz alta, aun cuando no tengas ganas, te sacará de la depresión. Y si la situación no te permite cantar en voz alta, canta en tu corazón, y te quitaré de encima toda carga y peso.
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Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra; adoren al Señor con regocijo.
Preséntense ante Él con cánticos de júbilo.
Entren por Sus puertas con acción de gracias;
vengan a Sus atrios con himnos de alabanza;
denle gracias, alaben Su nombre.
Salmo 100: 1-2, 4 NVI
Publicado en Áncora en noviembre de 2015.
[1] Romanos 7:18.
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