septiembre 23, 2015
Hace ocho años, cuando me dediqué al pastoreo a tiempo completo, nunca imaginé cuántas lágrimas derramaría por los demás; ni la manera en que Dios se valdría de esas lágrimas.
Un buen amigo que ha pastoreado por casi tres décadas en uno de los vecindarios más violentos del país me presentó lo que llama el «ministerio de lágrimas de Jesús». Coach —como le dicen— es uno de los pastores más vulnerables que conozco. «No pasa una semana en la que no llore con mis oyentes en sus momentos de dificultad», me aseguró.
(El artículo entero se encuentra aquí). En inglés.
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