La cocina de la oración

abril 23, 2015

Palabras de Jesús

[The Prayer Kitchen]

Orar por las personas que conocen es lo mejor que pueden hacer por ellos, sin lugar a dudas. Es la forma más eficaz de influir en la vida de los demás. Cuando ustedes oran Yo actúo. Cuando oran, Mi mano obra en su vida. Y Mi influencia, Mis Palabras y Mis caminos son mucho más poderosos que los de ustedes. De modo que no se desalienten si lo único que pueden hacer por un ser querido es orar. Aunque su amigo o ser querido no esté cerca de Mí, la oración no es el último recurso, sino el mejor.

Cuando oran por las personas que conocen, hacen una transferencia a la cuenta de ellos en el banco del Cielo. Los hacen acreedores a las riquezas del Cielo. Aunque lo único que pueden hacer por alguien es orar, igual pueden respirar aliviados, porque a partir de entonces todo depende de Mí. Cuando oran con plena fe, nada es imposible si creen. Las oraciones llenas de fe pueden superar los límites, las barreras y lo imposible.

Cabe añadir que aunque me han encomendado la situación en oración, eso no significa que todo vaya a cambiar como por arte de magia o a quedar de inmediato como ustedes esperaban. Mis milagros —sobre todo la transformación de corazones y vidas— suelen tomar tiempo.

En lo que se refiere a obrar en la vida de las personas y volver su corazón y su espíritu hacia Mí, a veces soy como un buen cocinero. Trabajo concienzudamente, lo cual a veces significa actuar más lentamente. Saco todos Mis ingredientes. Corto, combino, pico, salteo, troceo, mezclo, vierto y pruebo. El trabajo de cocina en la transformación de una vida es un proceso complicado. Es un arte; se debe hacer correctamente y con atención. No se puede acelerar, porque podría pasarse por alto algún paso y no quedaría tan sabroso.

A veces ustedes y Yo trabajamos juntos en la cocina, porque hay tareas que pueden hacer. Ustedes cortan y Yo frío. Ustedes lavan y Yo mezclo. Para Mí siempre es un placer trabajar con ustedes en la transformación de una vida o un corazón. Pero hay ocasiones en que sé que saldrá más hermoso y preciso si Yo lo hago, si lo dejan en Mis manos, si con sus oraciones me dan todos los ingredientes, utensilios y espacio en la cocina para trabajar libremente.

En semejantes ocasiones no quiero que se preocupen de que la vida por la que oran no se vaya a transformar, de que su amigo o ser querido nunca llegue a aceptarme. Tampoco quiero que se preocupen pensando que el proceso no avanza lo bastante rápido. Confíen en Mí, sin preocuparse por la impresión que les dé a primera vista. Confíen en que en el momento que Yo disponga los llamaré a la cocina para que vean los progresos o que prueben el resultado final. Puede que ese momento no llegue tan pronto como desean; de hecho, puede que ni siquiera llegue durante su vida en la Tierra. Pero si han hecho su parte orando y dándome el campo necesario para trabajar en la cocina, la buena obra que he comenzado la llevaré a cabo hasta terminarla[1].

Mi capacidad para obrar en la vida de esas personas también depende de sus decisiones. Si toman decisiones que las alejan de aceptarme o de abrir su vida a Mi Espíritu, limitan lo que puedo hacer por ellas. Pero no dejen de orar, aunque parezca que la persona nunca cambiará o la situación no mejorará. Aunque ustedes hayan perdido las esperanzas con tal persona, no dejen de orar y confiar en Mí y en lo que puedo hacer por ella. Pase lo que pase, siempre pueden orar, y la oración es más poderosa que toda fuerza del Enemigo.

Sigan sosteniendo a sus seres queridos en oración. Sigan obrando con oraciones, y pidiéndome que lleve a cabo maravillas en la vida de esas personas. No se preocupen por el tiempo que les tome ni por el efecto que vayan a tener sus oraciones. Ese es Mi trabajo. Mi parte es generar los frutos y los resultados. La de ustedes, orar. Oren y nunca se den por vencidos. Sus oraciones transformarán vidas y corazones para Mi gloria y para Mi Reino.

*

Sin importar su trabajo, ministerio, vocación o situación inmediata, pueden tener influencia en los demás.

Déjenme valerme de sus ojos para ver las necesidades ajenas, sean grandes o pequeñas. Dejen que me valga de sus oídos para escuchar el clamor de los perdidos, y de su lengua para derramar Mis palabras de amor y compasión, de oración y ánimo para los demás. Dejen que les quebrante el corazón por las multitudes que todavía no han recibido ni conocen Mi amor.

Déjenme valerme de sus manos para enjugar las lágrimas de los que lloran, para dar una palmada de aliento a los abatidos, para tender la mano a los que caen por el camino. No tienen que salir a buscar formas de dar ejemplo de Mi amor; basta con que estén dispuestos y atiendan a Mis suaves susurros escuchando la voz de Mi Espíritu. Yo les pondré en el camino situaciones que aunque les parezcan insignificantes, a Mis ojos son importantes.

*

Las tareas que les he dado pueden parecer excesivamente difíciles, demasiado grandes o superar con mucho lo que pueden hacer las frágiles manos humanas. Sin embargo, para Mí no son excesivas; basta con que echen su ansiedad sobre Mí. Ese es el secreto. Esa es la solución para realizar las tareas que les he encomendado. Ese es el remedio. Depositen sobre Mí sus cargas; pónganlas en el altar; déjenlas ahí que Yo los sustentaré. No las vuelvan a recoger para llevárselas consigo; déjenlas más bien a Mi cuidado. Al remontarse hasta Mí en las alas de la oración, al retirarse a descansar y reabastecerse, les daré día a día, paso a paso, momento a momento las soluciones que buscan. De modo que descansen en Mí y apóyense por entero en Mí.

Publicado por primera vez en 2009 y 1997 respectivamente. Texto adaptado y publicado de nuevo en abril de 2015.


[1] Filipenses 1:6

 

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