abril 7, 2015
[Jesús] les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura». Marcos 16:15[1]
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Sea lo que sea que hagamos, no debemos tratar la Gran Misión como si fuera la Gran Sugerencia. Charles R. Swindoll
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Mi padre fue pastor por más de cincuenta años. Desempeñó su labor principalmente en pequeñas iglesias rurales. Él era un predicador sencillo; sin embargo, era un hombre con una misión. Su actividad favorita era llevar equipos de voluntarios al extranjero para construir los edificios de congregaciones pequeñas. A lo largo de su vida, mi padre construyó más de 150 edificios para iglesias alrededor del mundo.
En 1999, mi padre murió de cáncer. En la última semana de su vida, la enfermedad lo mantuvo despierto, casi inconsciente, prácticamente las 24 horas del día. Cuando soñaba, decía en voz alta lo que estaba soñando. […] Revivió las labores de construcción de los edificios de las iglesias, una tras otra.
Una noche, cerca de su fin… mi padre repentinamente se puso muy activo e intentó levantarse de la cama. Por supuesto, estaba muy débil; y mi esposa insistía en que se recostara. Pero él insistía, quería levantarse de la cama. Finalmente, mi esposa le preguntó:
—Jimmy, ¿qué tratas de hacer?
—¡Tengo que salvar una persona más para Jesús! —respondió.
Y repitió varias veces esa frase.
En la hora siguiente, probablemente repitió esa frase unas cien veces: «¡Tengo que salvar una persona más para Jesús!» Sentado al lado de su cama, me corrían lágrimas por las mejillas, incliné la cabeza para darle gracias a Dios por la fe de mi padre. En ese momento, mi padre extendió su frágil mano y la puso sobre mi cabeza, y como si me encargara una tarea, me dijo: «¡Salva una persona más para Jesús! ¡Salva una persona más para Jesús!»
Tengo la intención de hacer que ese sea el tema del resto de mi vida. Te invito a que también lo consideres el centro de tu vida, porque nada marcará tanto la diferencia en la eternidad. […] [¡Dios] quiere que sus hijos perdidos sean encontrados! Nada le importa más a Dios; la cruz es prueba de eso. Oro que estés siempre pendiente de conquistar una persona más para Jesús, de modo que un día cuando estés delante de Dios, puedas decir: «¡Misión cumplida!» Rick Warren[2]
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La característica esencial de todo pionero tiene que ser la misma pasión arrolladora que motivaba al apóstol Pablo, a todos los apóstoles, a todos los mártires y a todo gran hombre o mujer de Dios. Es, de hecho, esa compasión irresistible que debería motivar a todo hijo de Dios en todas las cosas que hace, en todo lo que dice, adondequiera que va y con todas las personas que trata. El fanático gran apóstol lo resumió en esa famosa y resonante frase que surge siempre del corazón de cada verdadero cristiano en toda buena obra que hace: «¡El amor de Cristo nos constriñe!»[3] Un amor por el cual se está dispuesto a morir.
«De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito»[4]. «Dios muestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros»[5]. «En esto hemos conocido el amor de Dios: en que Él puso Su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos»[6]. «Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos»[7].
Si vas guiado por el amor de Dios no hay duda de que conquistarás a la gente, como muchos ya lo han hecho. Ustedes ya han descubierto que el amor de Dios es la solución para todo: salva las almas, perdona los pecados, satisface los corazones, purifica la mente, redime el cuerpo, gana amigos y le da sentido a la vida. Es la única verdad, el único camino y la única paz.
El amor de Jesús será el único medio para conquistar al mundo. Seguiremos conquistando a la gente si seguimos amándola con el amor de Dios. ¡El amor es infalible! Conquistemos con el amor de Dios. ¡Viva el amor! David Brandt Berg
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Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Hechos 1:8[8]
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«El plan [de Jesús] exigía acción, y al presentarlo ya predijo su éxito. No dijo: “Puede que me seáis testigos”, ni: “Me podríais ser testigos”, ni siquiera: “Deberíais ser Mis testigos”, sino: “Me seréis testigos”». Charles R. Swindoll
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Jesucristo dijo a Sus seguidores que deberían ser Sus testigos «hasta los confines de la tierra»[9] y: «vayan y hagan discípulos de todas las naciones»[10], que es la esencia de conquistar almas para el Señor. Como nuestro Padre que está en el Cielo no quiere que nadie perezca[11], todos los cristianos deberían estar deseosos de atender a ese llamamiento y tener pasión por conquistar almas. […]
Ahora bien, ¿cómo logramos tener pasión por difundir esas buenas nuevas y conquistar a otros para Cristo en esta época difícil? […] Empieza cuando se pone a Jesucristo en el centro de nuestra vida. En efecto, nuestra pasión por conquistar almas aumentará a medida que sea más fuerte nuestra pasión por Cristo y nuestra relación con Él sea más estrecha. Dos de las mejores maneras de fortalecer nuestra vida cristiana son: leer a diario Su Palabra y orar constantemente. Al llenar de Cristo nuestro corazón y mente, inevitablemente tenemos pasión por comunicar el mensaje de Jesús a los demás.
Los obreros más entusiastas son los que están entusiasmados por Cristo. Y en realidad, eso debería ser fácil cuando se tiene en cuenta la envergadura de lo que hizo nuestro Salvador por nosotros en el Calvario, quien llevó una vida sin pecado. […] [Esto] debería motivarnos a ganar a tantas personas como sea posible para Cristo, en particular cuando tomamos en consideración la brevedad de la vida que el apóstol Santiago acertadamente llama «la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece»[12]. Una vez que cruzamos el horizonte eterno, no hay vuelta atrás, y se habrá terminado el tiempo para conquistar almas. Por consiguiente, no solo la cosecha es grande y los obreros pocos, sino que además, no disponemos de mucho tiempo.
En estos tiempos difíciles, sin duda no tenemos que mirar lejos para ver a muchas personas desesperadas. Sin embargo, aunque los cristianos estén en medio de ese caos, pueden hallar solaz en la Palabra de Dios. Por ejemplo, si un cristiano afronta una de las pruebas de la vida, sabe que nuestro soberano Señor lo ha puesto en esa situación o lo ha permitido. En cualquier caso, el cristiano logra hallar sentido a esa confusión al darse cuenta de que Dios tiene un propósito en nuestra prueba, pues sabemos que «Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman»[13]. Además, si alguna que otra vez sucede algo que nos parece que no tiene sentido, está bien, pues sabemos confiar en el Señor de todo corazón y no apoyarnos en nuestro propio entendimiento de una situación[14]. Soportar los apuros que inevitablemente nos llegan en la vida es mucho más fácil cuando sabemos que todo está en manos de Dios.
Nuestros hermanos perdidos pueden hallar ese mismo consuelo cuando pongan su fe en Cristo. Sin embargo, como Pablo explicó a los Romanos: «Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: “¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!”»[15] La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, y que cuida nuestro corazón durante esas épocas difíciles[16], también puede guardarlos a ellos, una vez que lo dejen entrar en su corazón.
No puede haber una mejor vocación que la de trabajar para Aquel que murió a fin de que podamos vivir. Jesús dijo: «Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando»[17]. Y ese mandamiento fue que lo obedeciéramos y que nos amáramos unos a otros como Él nos amó. Está claro que, entonces, nuestro amor por Él se ejemplifica mejor cuando trabajamos apasionada e incansablemente para entregar Su amor a los demás. Tomado de gotquestions.org[18]
Publicado en Áncora en abril de 2015.
[1] RV 1960.
[2] The Purpose Driven Life (Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 2002).
[3] 2 Corintios 5:14.
[4] Juan 3:16.
[5] Romanos 5:8.
[6] 1 Juan 3:16.
[7] Juan 15:13.
[8] RV 1960.
[9] Hechos 1:8 NVI.
[10] Mateo 28:19 NVI.
[11] 2 Pedro 3:9.
[12] Santiago 4:14 NVI.
[13] Romanos 8:28 NVI.
[14] Proverbios 3:5–6.
[15] Romanos 10:14–15 NVI.
[16] Filipenses 4:7.
[17] Juan 15:14 NVI.
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