marzo 3, 2015
Hijo mío, si desoyes la corrección, te alejarás de sabios razonamientos. Proverbios 19:27[1]
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El necio piensa que va por buen camino, pero el sabio presta atención al consejo. Proverbios 12:15[2]
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Hijo mío, está atento a mi sabiduría e inclina tu oído a mi inteligencia, para que guardes discreción y tus labios conserven la ciencia. Proverbios 5:1-2[3]
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Durante un día, procuren decir lo menos posible. Esfuércense por no acaparar la atención de los demás. Cuando sientan la tentación de relatar una historia, hagan una pregunta. Cuando sientan ganas de decir: «A mí me pasó lo mismo…», pregunten: «¿Cómo te sentiste en ese momento?» Al final del día, redacten una lista de todo lo que aprendieron. ¿Cuánto se habrían perdido si se hubieran pasado el día hablando de ustedes mismos? Linda Kaplan Thaler y Robin Koval[4]
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Mi primera norma de conversación es: nunca he aprendido nada hablando. Todas las mañanas recuerdo que nada de lo que diga ese día me enseñará algo, de manera que para aprender mucho, tendré que detenerme a escuchar…
Recuerden las señalizaciones de tren en los pueblos y zonas rurales: Para-Mira-Escucha. Demuestren a su interlocutor que sienten interés en lo que dicen. Ellos, a su vez, harán lo mismo. Larry King y Bill Gilbert[5]
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Escuchar con atención requiere esfuerzo. Conviene prestar atención a los buenos oyentes con quienes se conversa. Demuestran interés con su mirada, su postura y sus reacciones. Podría decirse que se trata de una actitud indescriptible que dice: «Me gusta escuchar lo que dices. Eres importante para mí.» Producen una atmosfera de calma y paciencia. Parecen decir: «Tómate tu tiempo. No tengo nada más importante que hacer en este momento que escuchar lo que tienes para decir.»
Escuchar es una manera de cumplir a cabalidad la ley de Cristo. La Biblia la resume en ama a tu prójimo como a ti mismo[6]. Al escuchar a otros para entenderlos, se lleva a cabo la obra de Dios y se demuestra Su amor. Autor anónimo
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Las críticas debieran ser beneficiosas. Dos pares de ojos deberían ver más que uno. Ninguno de nosotros posee toda la sabiduría que hay en el mundo. Sin importar cuán inteligente sea una persona, existen otras que conocen algunas cosas mejor que ella y que pueden ofrecerle sugerencias valiosas y de gran ayuda, al menos en lo tocante a algunas cuestiones de trabajo. Es muy posible que el zapatero no pueda crear una obra de arte, pero puede observar y criticar las hebillas en las nobles creaciones del gran artista. Y el artista debiera ser lo suficientemente inteligente como para aceptar las críticas y mejorar y corregir sus dibujos. Sería un artista muy tonto si se burlara de las sugerencias de terceros y se negara a mejorar gracias a ellas.
Lo mismo puede decirse de numerosas profesiones y trabajos. Nadie posee conocimiento universal. Ninguno es acreedor de más que unos pocos fragmentos de la enorme masa de conocimiento en el mundo. Algunas personas conocen ciertas cosas mejor que nosotros, sin importar el grado de inteligencia que poseamos. Algunas de las personas más humildes pueden ofrecernos sugerencias, y conviene aceptarlas, en especial sobre temas que conocen mejor que nosotros. Quienes deseen perfeccionar su labor deben estar dispuestos a aceptar sugerencias y comentarios de todo el que quiera brindarlas.
También es cierto que otros pueden ver fallas e imperfecciones nuestras que nosotros no alcanzamos a divisar. Nos identificamos demasiado con nuestra vida y trabajo como para ser observadores imparciales o autocríticos. Nunca obtendremos lo mejor y más beneficioso de la vida si nos negamos a aprender de otros. El hombre que alcanza el éxito por sus propios méritos no suele ser muy fuerte, puesto que es producto de los pensamientos de una sola persona. Los puntos fuertes de su individualidad suelen enfatizarse al punto en que se convierten en idiosincrasias, mientras que las otras partes de su carácter se vuelven defectuosas. La mejor versión del hombre es el que recibe el beneficio de críticas constructivas durante sus años de formación. Ello le permite desarrollar su vida en todo sentido. Sus errores son corregidos. Su naturaleza es moderada en los puntos donde tiende a sobrepasarse, mientras que los puntos débiles son fortalecidos. Todos necesitamos —no solo durante nuestra educación, sino también en nuestra vida y trabajo— la influencia correctiva de las opiniones y sugerencias de otros. J. R. Miller[7]
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A todos los líderes les gusta hablar. Disfrutan recitando grandes perlas de sabiduría y haciendo gala de su perspicacia. En ocasiones incluso llegan a creerse sus propios reportes de prensa. Y conforme adquieren autoridad, aumenta su creencia de que no tienen que escuchar a sus subordinados… Pero mientras más personas uno dirige, más se debe escuchar. El liderazgo eficaz tiene mayor relación con escuchar que con hablar. Los líderes, por su propia naturaleza, suelen alejarse del frente de batalla de la organización. Por lo tanto, deben escuchar a quienes se encuentran en las trincheras, y depender de esa información para tomar decisiones acertadas.
Nada estanca el progreso de una organización con mayor eficiencia que los líderes que se niegan a escuchar. El endurecimiento de las categorías, similar al endurecimiento de las arterias, fomenta la rigidez, destruye la credibilidad de un líder y hace que se cierre en sus propias ideas. Todo seguidor desea comunicarse con su líder. De no ser escuchado, se pone su eficacia y satisfacción laboral en riesgo. Hans Finzel[8]
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Yo soy el Buen Pastor y cuido de Mis ovejas, y los cuido de una forma muy personal. Cuando no hay otro consejero terrenal disponible, Yo puedo guiarlos directamente con Mi mano. Pero sé de qué están hechos, y que han sido creados de forma que necesiten de los demás. Los he creado con una necesidad innata de comunicarse, de consultar, de buscar la ayuda de los demás, de pedir oración a otras personas. Por medio de ellos los dirijo, los guío y les enseño lecciones inestimables y de incalculable valor.
El hombre sabio, el hombre próspero, buscará el consejo piadoso, pues en ese consejo hay seguridad. Con consejo sabio los pensamientos se afirman, y en la multitud de consejeros está la seguridad. Jesús, en profecía
Publicado en Áncora en marzo de 2015.
[1] Reina-Valera contemporánea.
[2] Reina-Valera contemporánea.
[3] Reina-Valera.
[4] El poder de la amabilidad (Nueva York: Doubleday, 2006).
[5] Cómo hablar con cualquier persona, en cualquier momento, en cualquier lugar (Nueva York: Crown Publishers, 1995).
[6] Gálatas 5:14; Mateo 22:37-39.
[7] El fortalecimiento del carácter (Thomas Y. Crowell, 1894).
[8] Los 10 errores comunes de los líderes (Colorado Springs: Cook Communications Ministries, 2007).
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