Tallando hondo y profundo: Un relato de administración

febrero 13, 2015

Paul Miller

Mi niñez transcurrió en la cima de una montaña. Había densos bosques que explorar, pero el agua no se encontraba sino en la falda de la ladera. Cuando caía la lluvia, seguía los arroyuelos hasta encontrar la vertiente, que me dirigía a cascadas y lagunas. Siguiendo el arroyo, observaba cómo aumentaba el volumen del cauce, acelerando la velocidad del agua y tallando la roca a su paso, como si se tratara de un cañón formado por el tiempo. Luego las paredes se ensanchaban y disminuía la velocidad de la corriente.

Debo admitir que su vista no era imponente, pero el paso del tiempo era evidente.

La vocación guarda varias similitudes. En ocasiones, nuestras acciones son veloces y el trabajo emocionante. Son las cascadas y caídas de agua. Pero la mayor parte del tiempo, el agua avanza lentamente. Si bien el efecto del paso del agua no es muy notable, talla la roca de manera honda y profunda.

Mi recorrido profesional es ejemplo de ello. Al acercarse mi graduación universitaria, consideré volver a casa para encontrar trabajo o seguir a algunos de mis compañeros en los ministerios del campus. Escogí la segunda opción. No sabía quién era, ni por qué había elegido ese camino, pero al igual que el arroyo, parecía ser el camino más fácil de seguir.

Luego de cinco años de trabajo a tiempo completo en el campus —y más desafíos de los anticipados—, había oficiado en distintos empleos, incluyendo capellán del equipo de Ultimate Frisbee, técnico de la iglesia, predicador, filósofo, consejero, amigo, capataz de construcción y líder de adoración. ¿Todo ello fue un preludio del seminario? No. Asistí a un campamento al aire libre y supe que mi vida había cambiado para siempre.

 

El flujo y reflujo de la administración

La investigación de cómo convertir un camping en una carrera de liderazgo al aire libre fue descorazonadora. Por lo menos al principio. Es una carrera que no ofrece muchos ascensos. Muchos consideran que dirigir el programa universitario al aire libre no es más que consejería de campamento con pretensiones. (Un alto llamamiento a decir verdad; solo piensen en la cantidad de jovencitos que han tenido la bendición de recibir consejería en campamentos.)

No obstante, me dediqué a ello. A pesar de que mis amigos y familiares me declararon demente, mi esposa y yo, con nuestro bebé de tres meses, recorrimos todo el país para atender a una escuela de graduados en un campo que pocos de los que disfrutan del aire libre estudian: administración en educación superior. Yo buscaba desarrollar mi cuidado tanto por el medio ambiente como por el ambiente académico en el que buscaba servir. Dos años y muchas aventuras después, alcancé mi objetivo: volverme director del programa.

Esta posición me brinda la oportunidad de conectar estudiantes de universidades urbanas con el aire libre y con otros estudiantes de forma significativa. Yo les indico la manera en que esas amistades dirigen a interacciones positivas o negativas. Pero si bien el programa ha alcanzado un crecimiento significativo, la emoción empieza a desvanecerse. La verdad es que extraño las altas aspiraciones que tenía antes de mi graduación. El agua del arroyo se ha ralentizado y empieza a estancarse.

Por ejemplo, una parte del programa de liderazgo al aire libre consiste en practicar y enseñar la ética Sin dejar rastro. Cuando la implementé, cuidaba mucho mis acciones, como pisar con cuidado para no dañar un helecho. Trece años más tarde, me preocupa más esa ética, pero todo es más aburrido. Han pasado los días en que me enorgullecía caminar fuera del sendero en amplios giros, una práctica empleada para prevenir crear un sendero que otros sigan. Ya no me obsesiona beber el agua usada para enjuagar los platos —lo admito, una práctica horrorosa— para evitar que los animales dependan de las partículas de alimentos de supermercado que dejaría atrás. En la actualidad, solo deseo llegar a mi destino sin quedar completamente exhausto.

 

Las figuras creadas por Dios

No es fácil seguir siendo paciente cuando nuestra cultura nos impulsa a avanzar sin miramientos. Nuestras instituciones y compañeros nos instigan: Vive a lo grande, Sueña en grande, Nunca dejes de perseguir el éxito económico. La verdad es que me siento tentado a perseguir esas metas. En mi caso, es un doctorado. Para el lector podría ser una meta distinta. Pero la decisión es la misma: escoger entre el poder, el placer y el prestigio o ser fieles a Dios pase lo que pase. Al optar por permanecer tranquilos, tenemos el mismo potencial de crecimiento que al avanzar rápida y libremente, solo que de una manera distinta.  

El agua es una buena metáfora. Muchos buscan la emoción de las cataratas y caídas de agua. Pero, ¿qué pasa al encontrarse en un estanque? Cuando la vida o el trabajo pierden su emoción, resulta fácil sentir la tentación de buscar algo novedoso. En ese momento debo mirar atrás, colina arriba. Debo considerar la roca que permanece y preguntarme: ¿Qué forma han tallado mis decisiones? ¿Dónde he causado erosión? ¿Me siento más a gusto en las emocionantes cascadas o en los estanques, como en el presente? También observo los arroyos que se unen al mío y percibo la manera en que mi cañón conecta con otros.

De modo que permitan que las vueltas y los recodos los animen. Disfruten de la tranquilidad y la quietud. Dios permanece fiel, ya sea que avancemos a toda prisa o que nos detengamos. Ambas experiencias nos moldean y transforman nuestra comunidad. Dios siempre trabaja y edifica Su reino, sin importar el lugar en el que nos encontremos.

Continúa tallando profundo y hondo.

Tomado de http://www.thehighcalling.org/young-professionals/carving-down-carving-deep-tale-stewardship#.VNkhbGjF9ec. © 2001 - 2011 H. E. Butt Foundation. Todos los derechos reservados. Impreso con el permiso de Laity Lodge y TheHighCalling.org. Escrito por Paul Miller.

 

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