enero 2, 2015
¿Ya tienen una resolución para el año entrante? O tal vez ya han dejado de tomar resoluciones. Es posible que en años anteriores hayan vivido el círculo de optimismo, esfuerzo, decaimiento, desánimo y darse por vencido.
La verdad es que a mediados de febrero la mayoría de la gente abandona su resolución de Año Nuevo. Muchos desechan la idea por entero, argumentando: «Yo no tomo resoluciones de Año Nuevo».
Pero existe otra manera de prepararse para un nuevo año: pedirle a Dios que nos guíe en una Renovación de Año Nuevo. (El artículo entero se encuentra aquí. En inglés.)
Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento. 1 Timoteo 6:6[1]
El 1º de enero suele ser el día en que la vasta mayoría toma sus resoluciones. La mayoría son de autosuperación. Tienden a ser metas económicas, empresariales o de estado físico.
Ello no tiene nada de malo.
A decir verdad, Proverbios 21:5 asegura que los planes del diligente ciertamente tienden a la abundancia.
Sin embargo, siendo hijos del Rey, debemos guardar cautela sobre la motivación detrás de toda resolución que tomemos. (El artículo entero se encuentra aquí. En inglés.)
[1] Versión Reina-Valera
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