diciembre 22, 2014
La Navidad es un momento ideal para volver a consagrarnos a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, que dio la vida por nosotros para que pudiéramos tener conexión con Dios. Él anhela esa tierna comunión y unión de corazones. Qué meta tan excelente para cada uno de nosotros esta Navidad: ¡volver a encomendar nuestra vida y corazón a Jesús!
Otra buena meta sería transmitir a otros el verdadero sentido de la Navidad llevándoles el amor del Señor y Su regalo de vida eterna. Hay muchos que necesitan el evangelio de la salvación. Podemos promover una Navidad verdaderamente feliz al dirigir a los demás hacia la paz, la felicidad y la alegría del amor de Jesucristo. Regálales a Jesús, de modo que ellos también den al Señor los regalos que lo hacen más dichoso: vidas y corazones de hombres.
En Navidad la mayoría de la gente se abre más a los demás y está más atenta a sus necesidades. Es una época de reflexión, cuando muchos se detienen a pensar en los verdaderos valores. Lo pueden llamar sentimentalismo, nostalgia o sencillamente una buena excusa para hacer una fiesta. En todo caso, es una época en que la gente se reúne para celebrar y a menudo está más receptiva al mensaje de Jesús y la razón por la que Él vino a la Tierra.
¡No dejen pasar esta oportunidad única para testificar! Pónganse una meta personal de ganar un alma al círculo del amor de Jesús.
Durante esta temporada navideña, deja que Jesús adorne tu vida con los dones del Espíritu Santo. Es Su cumpleaños, pero así como Su nacimiento en la Tierra fue un gran regalo para toda la humanidad, Él desea seguir dando Su amor hasta que cubra la Tierra.
Así como el árbol navideño está cubierto de adornos bonitos y llamativos, deja que Jesús engalane tu vida con la belleza del Espíritu Santo, que la iluminará para que reboses la belleza de Cristo sobre cada persona que se cruce en tu camino.
Pese a que en la actualidad la Navidad se ha vuelto un festejo que se ha comercializado en muchas partes del mundo, Jesús nos llama a trascender el comercialismo y llevar con nosotros el resplandor del Señor, sea lo que sea que hagamos. Eso puede influir en la vida de los demás, a medida que este año hacemos nuestra parte por transformar corazones y vidas con el amor de nuestro Salvador.
Que cada día de esta temporada sea un hermoso intercambio de regalos con Jesús. Trata de hacer una pausa cada mañana para llenarte de los dones del Espíritu, puedes brindar a Jesús a lo largo del día los regalos que le gustan difundiendo Su amor a las personas que te encuentres. A cambio, Él ha prometido concederte los dones del Espíritu Santo: amor, gozo, paz, felicidad, valor para enfrentar tus problemas y tranquilidad. Tiene mucho que ofrecer a cada uno de nosotros, una fuente inagotable de fuerzas y de amor que nos ayudarán a superar los problemas cotidianos.
Inicia el ciclo hoy mismo. Aspira profundamente el aire del Espíritu Santo. Que este tiempo sea sagrado entre tú y Jesús. Renueva tu compromiso con Él esta Navidad.
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¿Verdad que sería raro que tus amigos y familiares decidieran celebrar tu cumpleaños haciéndose unos a otros regalos, y a ti nunca te dieran nada? Si la Navidad es el cumpleaños de Jesús, ¿por qué no le hacemos regalos a Él en vez de hacérnoslos unos a otros? Si es Su cumpleaños, en vez de cantar canciones de renos y de Santa Claus, ¿por qué no cantar «Feliz cumpleaños, Jesús», Noche de Paz, u otros villancicos de amor y adoración al Señor, que se entregó totalmente para que pudiéramos vivir? David Brandt Berg
Reunidos para conmemorar Tu nacimiento, alzamos los brazos para alabarte. Gracias, Jesús, por estar dispuesto a dejar atrás Tu hogar celestial. Gracias por descender a la Tierra y adoptar nuestra limitada carne humana. Gracias por vivir y morir por nosotros, por hacer el mayor de los sacrificios. Sabemos que no lo merecemos, y que nos ames tanto nos llena de gratitud y humildad.
Ayúdanos a transmitir Tu amor en esta Navidad. Ayúdanos a aprovechar esta temporada en que la gente está más abierta a Ti para difundir Tu amor y Tu verdad. No queremos fallarte, Señor. Queremos difundir el verdadero mensaje de la Navidad a tantas personas como podamos.
Gracias por esta época en que conmemoramos Tu nacimiento. Gracias por las bendiciones que nos has dado. Qué bien nos tratas. Nos has dado amigos y seres queridos. Provees para nuestras necesidades e incluso para algunos de nuestros deseos.
Sabemos que el encanto de estas fechas no está en los regalos materiales que hacemos o recibimos, las fiestas a las que asistimos ni los adornos que ponemos. Lo hermoso de la Navidad es Tu amor que nos embarga. Ayúdanos a transmitirlo a los demás y a dedicar tiempo a apreciar cuanto nos has dado.
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Padre Celestial,
la Navidad comenzó
cuando nos obsequiaste a Tu Hijo,
y a su vez Él regaló
vida al mundo.
Ayúdame a tener presente
que la Navidad sigue siendo
tiempo de dar.
No es fiestas ni regalos
ni posesiones materiales;
es Navidad
cuando me entrego al prójimo.
Van Varner
Jesús quiere envolvernos a cada uno en amor y alegría eternos para entregarnos de regalo a Su Padre.
Jesús nació en nuestro mundo para que pudiéramos volver a nacer en el Suyo.
El mejor regalo es el amor: el amor de Dios, que es Jesús.
Conmoverse con el auténtico espíritu de la Navidad es recibir el beso de Dios.
La Navidad es algo más que una fecha o una temporada. La verdad de la Navidad es la clave del sentido de toda la existencia.
Si fueras de este mundo, Jesús, recorrería mar y tierra en busca de los más valiosos tesoros para regalártelos en Tu cumpleaños. Pero como no eres de este mundo y lo que más te agrada es que me entregue a Ti, no debo ser tacaño en ese sentido.
La Navidad celebra un momento que cambió el curso de la Historia, pero carece de sentido hasta que altera el rumbo de tu vida.
En Navidad conmemoramos Tu nacimiento, Jesús, el día en que dejaste atrás el esplendor y la seguridad del Cielo para venir a vivir en un mundo pecaminoso y morir a manos de pecadores. Ayúdanos a hacer que aquel sacrificio Tuyo valga la pena.
Hace mucho tiempo en un lecho de heno,
se hallaba acostado un Niño pequeño.
Muy quietecito y sin llorar
lo miraba todo con ojitos curiosos.
Un recién nacido que llegó a la Tierra,
un nacimiento muy singular.
¿No es tan humano
como cualquiera de nosotros?
Pero Su rostro resplandece
con una mirada dulce y llena de gracia.
¿Qué es lo que vemos en el Pequeño?
Lo miramos, mas no comprendemos
Su grandeza mientras Su madre
lo acaricia sonriendo.
Por medios divinos se le ha informado
lo que sucederá cuando sea hombre.
Que enseñará y ayudará a todos
los que aman a Dios y anhelan
aprender a amar más.
Cuánto trabajo tendrá.
Y Él se marchará, y la madre lo sabe,
pues debe cumplir Su destino.
Y un día dará la vida
para que quienes confían en Él vivan.
La madre lo sabe y en su corazón suspira.
Mas con Su sacrificio, Él vencerá al pecado,
el dolor, la muerte y el mal.
Esta promesa la consuela.
Contemplamos el rostro del Niño
que nos sonríe en el pesebre
y vemos cuánto hará
esta Criaturita, el Hijo de Dios.
Chloe West
Artículo de LFI publicado por primera vez en noviembre de 2001. Texto adaptado y publicado de nuevo en diciembre de 2014.
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