septiembre 25, 2014
«Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo». Mateo 5:16[1]
Cuando está oscuro, una velita encendida puede verse desde muy lejos. Cuando una gran oscuridad se apodera de la tierra, el brillo de tu velita resplandecerá muchísimo. Es posible que te sientas pequeño e insignificante, pero seas quien seas y cualesquiera que sean las circunstancias que te rodean, puedes brillar con Mi luz y contribuir a que se enciendan las velas apagadas que hay en el mundo. No necesitas una llamarada gigante para encender la mecha de otra vela. Por eso, enciende tantas velas como puedas y muy pronto habrá millones de velas encendidas por todo el globo terráqueo brillando con Mi luz, aun en el momento más oscuro que el mundo haya conocido jamás. Haz que brille tu luz y compártela.
«Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos». Mateo 28:20[2]
Soy una constante en tu vida. Todos y todo lo demás pueden fallar, desilusionar y dejar de ser, pero Yo nunca te fallaré, jamás te desilusionaré; estaré contigo hasta el fin del mundo y más allá... por la eternidad. Soy tu componente básico, tu piedra angular. Soy el fundamento de tu fe, el alfa y omega, tu principio y tu fin, y el amor de tu vida.
Constantemente te brindo amor, cuido de ti y vivo para ti. Por esa razón puedes llamarme tu constante, pues soy la omnipresencia en quien puedes morar, la suma total de todo. Soy más seguro que la misma vida. Permite que esto sea tu consuelo. Deja que esto aumente y fortalezca tu fe. Permíteme que colme tu vida con Mi amor constante, infinito, continuo.
«El viento sopla de donde quiere, y lo puedes oír; pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu». Juan 3:8[3]
¿Oyes el viento? Escucha el viento de Mi amor. Permite que la brisa te levante y te lleve a Mis brazos, donde puedes estar conmigo en tierna comunión. Deja que elimine todas tus inquietudes, todas tus preocupaciones y todas tus cargas. El viento de Mi amor también susurrará en tus oídos las palabras de amor y ánimo que deseo comunicarte.
Deja que el viento de amor te limpie, te lleve y te susurre. Deja que el viento de Mi amor sople suavemente sobre las brasas de tu espíritu y encienda el fuego de tu fe a fin de que arda e irradie mucha luz para Mí.
«No se turbe su corazón. Ustedes creen en Dios; crean también en Mí». Juan 14:1[4]
¿En qué piensas cuando escuchas la palabra tranquilidad? Hay muchas imágenes que la gente relaciona con la calma y la serenidad. Es posible que sea un lago tranquilo donde el agua es como un espejo y no hay viento ni olas. Tal vez sea un campo de flores delicadas que están en perfecta quietud. O tal vez pienses en un día de invierno cuando cae la nieve y envuelve la tierra de un pacífico silencio.
Sea cual sea la imagen que tengas de la tranquilidad, así quiero que seas en tu interior. Quiero que tengas tranquilidad y reposo. No quiero que seas una persona atribulada. A fin de hallar esta tranquilidad, dedica tiempo a meditar en Mí. La verdadera tranquilidad de espíritu solo puede provenir de Mí, a medida que dediques tiempo a la oración y a la meditación. Así pues, dedica tiempo y halla la tranquilidad que necesitas.
Permite que Mi Espíritu fluya a través de ti. Soy paz y calma. Puedes disfrutar de Mi presencia a medida que medites en Mí y en Mi Palabra. Permíteme que llene tus pensamientos con imágenes de armonía y quietud. Alábame por Mi naturaleza pacífica, tranquila.
«Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia». Santiago 1:2-3[5]
Las batallas te fortalecen. Las penurias te enseñan determinación y perseverancia. Los estrujones exprimen lo malo y hacen resaltar lo bueno. Los fuegos de las pruebas eliminan las impurezas y te purifican. La soledad te acerca más a Mí. La deficiencia te ayuda a darte cuenta de lo mucho que me necesitas. La tristeza te da compasión. Las dificultades hacen que me alabes y me des gracias por los buenos tiempos. La lluvia de adversidad ayuda a aclararte la vista a medida que fijas la mirada en Mí.
Así pues, tengan «por sumo gozo» cuando enfrenten pruebas y tentaciones, sabiendo que en todo eso conmigo serán más que vencedores.
«El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso». Salmo 91:1[6]
Permite que Mi amor te envuelva como una manta que te abriga. Deja que Mi presencia te resguarde del frío de la noche. Deja que te transmita la tierna seguridad de Mi amor e interés. Te envolveré con Mi cubierta protectora, mientras te acurrucas en la manta abrigadora de Mi amor.
Soy la manta que te infunde seguridad, de la que puedes depender para calmar tus nervios alterados y acallar tus temores. En Mí encontrarás la tranquila seguridad de que voy a encargarme de todo. No necesitas preocuparte, porque todo está en Mis manos.
«Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que Yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo». Juan 14:27[7]
La clave para tener paz no es la ausencia de confusión, sino tu estado de ánimo. A veces es posible que te parezca que ni siquiera puedes oír tus propios pensamientos, pero ese no es un obstáculo demasiado grande como para que Yo no lo pueda vencer. Te daré serenidad y paz interior a medida que me entregues todas esas cosas a Mí.
A medida que desempeñas tu labor para Mí, imagina que Mi mente obra por medio de la tuya, que Mis pensamientos se transmiten por medio de tus pensamientos, que Mi Espíritu realza tu espíritu. Te he prometido que todo lo puedes en Mí, pues te fortaleceré para que lleves a cabo Mi voluntad. Así pues, cuando tengas la tentación de fijarte en ti y concentrarte en tus carencias, haz una pausa y visualiza Mi Espíritu en ti, y luego procede a hacerlo todo por medio de Mí.
«Las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las que otros atraviesan. Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo que puedan soportar. Cuando sean tentados, Él les mostrará una salida, para que puedan resistir». 1 Corintios 10:13[8]
Cuando pelees en el cuadrilátero y hayas dado lo mejor de ti, cuando tengas moretones, agotamiento, el cuerpo te duela y quieras que la pelea termine, pide un descanso. Vierto sobre ti Mis aguas refrescantes, vigorizadoras. Te digo que solo falta un asalto y que el Enemigo está prácticamente derrotado. Te digo que puedes lograrlo si luchas un poco más. Te preparé. Sé de qué eres capaz, que tienes garantizado el triunfo si no te rindes.
Mientras descansas y recuperas las fuerzas, te recuerdo por qué luchas. Te doy inspiración por medio de visiones y promesas de recompensas que recibirás. Te digo que aunque sea mucho lo que está en juego, el premio bien vale la pena. Te digo que tu oponente está el doble de agotado que tú, que ya está derrotado y que si sales a luchar en el último asalto, lo dejarás sin sentido. Ganarás la pelea.
Artículo publicado por primera vez en marzo de 2009. Texto adaptado y publicado de nuevo en septiembre de 2014. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
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