septiembre 16, 2014
«Permanezcan en Mí, y Yo permaneceré en ustedes. Pues una rama no puede producir fruto si la cortan de la vid, y ustedes tampoco pueden ser fructíferos a menos que permanezcan en Mí. Ciertamente, Yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en Mí y Yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de Mí, no pueden hacer nada»[1].
¿Cómo producimos mucho fruto? ¿Qué es lo que dice el Señor en ese pasaje?
En el mundo moderno, ¡la ética laboral es conseguir, producir al trabajar más tiempo y con más empeño! El enfoque es obtener resultados por medio del esfuerzo humano. […] Sin embargo, los métodos de Dios son opuestos a ese enfoque; Su método está orientado mucho más hacia un proceso y una relación que en el desempeño y producción. Dios está interesado en los resultados que llama «fruto»; pero no en presionarnos ni azuzarnos para que trabajemos más arduamente o por más tiempo.
El método del Señor es que trabaja en nosotros y por medio de nosotros, de modo que todo resultado o producto proviene de que permanezcamos en Él, pues sin Él no podemos hacer nada.
Eso es lo opuesto a la cultura actual y a la naturaleza humana en general. […] El método de Dios hacia el éxito produce los resultados que Él valora; los resultados que no se consiguen [exclusivamente] por el esfuerzo propio, sino que provienen de una relación íntima con Él, en la que procuramos permanecer.
La única forma en que podemos ser muy fructíferos es al entender el proceso del Señor para llevar fruto. A medida que dejemos el esfuerzo propio, nuestra naturaleza humana e independencia, y busquemos la comunión con Él, permanecemos en la Vid; entonces Su poder, Su voluntad y Sus deseos se llevarán a cabo en nuestra vida, ¡que luego llevará fruto que permanezca por la eternidad! George Whitten[2]
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Cristo dijo: «Yo soy la vid verdadera… vosotros los pámpanos». «Permaneced en Mí, y Yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí».
«Permaneced en Mí» es un concepto comprensible y bello. La palabra «permanecer» básicamente quiere decir quedarse, permanecer unidos a Él. «Permanecer» también puede ser: mantenerse sin cambios en un determinado estado, condición o calidad. Nos viene a la memoria la palabra «permanente». En este caso, el sentido es permanecer para siempre. Ese es el llamado del mensaje del Evangelio… Vengan, pero vengan a quedarse. Vengan con convicción y entereza. Vengan a quedarse permanentemente, por bien de ustedes y por el bien de todas las generaciones que seguirán después de ustedes. Y nos ayudaremos mutuamente a ser fuertes hasta el fin. Jeffrey R. Holland[3]
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Conocemos bien el significado de la frase «si no». Expresa una condición indispensable, una ley inevitable. «El pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí». Hay una sola manera en que el pámpano o sarmiento pueda llevar fruto. No hay otra posibilidad; debe permanecer en comunión inquebrantable con la vid. El fruto no proviene de la rama, sino exclusivamente de la vid. […]
Jesús quiere que dejemos de pensar en nosotros y en nuestra propia fuerza y que pensemos en Él y en Su fuerza. […] Permanecer en la Vid, entonces, viene a ser el sometimiento del alma, que esta se someta y permita que Jesús lo tenga todo y lleve a cabo todo, como lo hace el pámpano o sarmiento de una manera completa. Como lo demuestra la naturaleza, la rama nada sabe y solo busca la vid. Andrew Murray[4]
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El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo. 1 Juan 2:6[5]
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El pámpano no puede llevar nada a cabo si no está unido a la Vid. Si la rama va a echar brotes, hojas, flores y fruto, sus recursos deben venir de la Vid. No puede crear la savia por su cuenta. Su fuerza sustentadora y vivificante solo se puede obtener por asociación.
[Del mismo modo] el hombre solo puede llegar a sí mismo por una alianza íntima con Jesús. […] Si [el hombre] desarrollará sus aptitudes, si sus posibilidades llegarán a ser una realidad, si la rama humana echará brotes, y tendrá flores y fruto, y la vida recibirá su corona adecuada, el hombre debe llegar a tener una comunión profunda y de corazón con Jesús. J. H. Jowett[6]
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Si permanecen en Mí, y Mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y les será hecho. Juan 15:7[7]
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Jesús habló sobre lo que debemos hacer para llevar fruto en la vida. Dijo que si permanecíamos en Él y Él permanecía en nosotros, daríamos fruto.
«El discípulo que sigue unido a Mí, y Yo unido a él, es como una rama que da mucho fruto»[8].
Jesús también dijo: «Y Yo le pediré al Padre, y Él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad… En aquel día ustedes se darán cuenta de que Yo estoy en Mi Padre, y ustedes en Mí, y Yo en ustedes»[9].
Si Jesús y el Espíritu Santo moran en nosotros, llevaremos fruto. Si seguimos la guía del Espíritu Santo, si estamos abiertos al Espíritu, daremos fruto. Si se lo permitimos, nos moverá conforme a Su voluntad. Nos orientará. Nos indicará adónde ir, qué hacer y cómo hacerlo. Si seguimos y hacemos lo que nos indica, llevaremos fruto.
Según lo que dijo Jesús, la productividad está ligada al hecho de que el Espíritu de Dios habite en nosotros, de lo que podemos deducir que también tiene que ver con el grado en que sigamos al Espíritu Santo según nos guíe. A nivel individual, el sitio en que más productivo serás es aquel al que te guíe el Espíritu Santo. El sitio al que te guíe Dios es el sitio al que debes ir. Cuando obedeces, el fruto aparece.
No quiere decir que vaya a ser fruto inmediato. Puede que esta etapa de tu vida vaya a ser como los primeros años de la huerta, que dará frutos mucho mayores tras un periodo de preparación y crecimiento. O a lo mejor el Señor te indique que hagas varias cosas diferentes, algunas de las cuales rendirán fruto inmediatamente y otras que quizás lo hagan más adelante, pero por mucho tiempo. Puede que haya temporadas que requieran mucho trabajo y den poco fruto, seguidas de otras en que experimentes gran productividad.
Algunos elementos clave para lograr hacer lo que Dios te tiene deparado son la fe, la confianza y la paciencia. Fe para seguir adonde sea que te guíe; confianza para tener la certeza de que, al hacerlo, Él te saldrá al paso; y paciencia para esperar hasta que llegue la temporada de cosecha.
Permanece en Él, y tu fruto llegará. Peter Amsterdam
Publicado en Áncora en septiembre de 2014.
Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
[1] Juan 15:4–5 NTV.
[2] http://www.worthydevotions.com/christian-devotional/abide.
[3] https://www.lds.org/general-conference/2004/04/abide-in-me?lang=eng.
[4] Texto adapted de http://www.ccel.org/ccel/murray/true_vine.xi.html.
[5] RV 1960.
[6] Texto adapted de Brooks by the Traveler’s Way (London: H. R. Allenson, 1902).
[7] NBLH.
[8] Juan 15:5 TLA.
[9] Juan 14:16–17, 20 NVI.
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