Alegra el día a alguien

agosto 26, 2014

Recopilación

Hazle el día a alguien. Es una de las cosas más fáciles y más gratificantes que puedes hacer. Empieza por buscar qué puedes hacer. No es necesario gastar dinero ni dedicarle un montón de tiempo: en realidad lo que valen son los detallitos. Haz que mejore un poco el día de alguien y verás que tu día mejora un poco también.  Susan Morem

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¿Alguna vez has tenido un mal día por el solo hecho de haberte cruzado con alguien que estaba de mal humor? Tal vez fue alguien en el bus, o un cliente en una tienda, alguien que normalmente habría pasado inadvertido para ti. Sin embargo, esa persona gruñona o desconsiderada te empañó completamente el día.

En contraste, ¿alguna vez has tenido un día estupendo y después te diste cuenta de que se debió a que alguien fue particularmente amable contigo? Tal vez tuvo que ver con la linda sonrisa que te dirigió, o la gentileza con que agarró algo que se te había caído y te lo dio, o te mantuvo la puerta abierta mientras ingresabas a algún recinto. Quizá no fue más que un pequeño gesto, pero tuvo un efecto positivo en ti ese día.

Todo el mundo ejerce influencia. Momento a momento, tu actitud y grado de felicidad se ven reflejados en las cositas que haces y dices, que no pueden menos que tener un efecto en los demás. ¿Qué impresión produces tú generalmente?

Haz memoria de algún gesto que haya tenido contigo una persona con el ánimo de alegrarte la vida. Luego proponte hacer algo parecido por otro. Verás que tú también te sentirás más feliz y optimista.  Jesús, hablando en profecía

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Érase una vez un niño que quería conocer a Dios. Sabía que tendría que recorrer mucho camino, porque el Creador vivía muy lejos. Así que puso en una mochila galletas y unas latas de refresco, y emprendió la marcha.

A pocas cuadras de su casa, vio junto al estanque de un parque a un anciano que observaba con atención los pájaros.

El chico se sentó a su lado y abrió la mochila. Se disponía a tomar un refresco cuando pensó que el anciano tendría hambre, y le ofreció una galleta.

El anciano la aceptó gustoso y le dio las gracias con una sonrisa. Aquella sonrisa era tan increíble que el niño quiso verla otra vez. Y le ofreció un refresco.

El anciano le volvió a sonreír. ¡El chico estaba fascinado! No se separaron en toda la tarde. Comieron juntos y se sonrieron mutuamente, sin que ninguno de los dos pronunciara palabra.

Al caer los últimos rayos del sol de la tarde, el niño se sintió cansado y se levantó, disponiéndose a marcharse. Pero apenas si alcanzó a dar unos pasos, y se dio la vuelta. Corrió hacia el anciano y le dio un abrazo, y éste le dirigió su más espléndida sonrisa.

Cuando poco después el niño abrió la puerta de su casa, su madre, sorprendida por la alegría que se le reflejaba en el rostro, le preguntó:

—¿Qué hiciste hoy que estás tan contento?

—¡Almorcé con Dios! —respondió el niño.

Y antes de que la madre tuviera tiempo de responder, el chico añadió:

—¿Sabes? ¡Tiene una sonrisa tan linda...!

Mientras tanto, el anciano, igual de radiante, volvió a su casa. Su hijo se quedó asombrado al ver la paz que se le reflejaba en el rostro. Le preguntó:

—Papá, ¿qué hiciste hoy, que estás tan contento?

—Comí galletas en el parque en compañía de Dios.

Y antes de que el hijo tuviera tiempo de responder, el anciano añadió:

—¿Sabes? Tiene mucha menos edad de lo que creía.

En muchas ocasiones, tenemos en menos la eficacia de una palmada, una sonrisa, una palabra amable, de saber escuchar, de un cumplido sincero o el menor gesto de interés por los demás. Todas estas cosas pueden darles un día inolvidable o incluso un vuelco a su vida.  Anónimo

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La mejor parte de la vida de un hombre son esos pequeños actos de amor y bondad que muchas veces nadie ve ni recuerda.  William Wordsworth (1770–1850)

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Los detalles importan. Los pequeños actos de bondad pueden crear una atmósfera de amor y ternura. Los detallitos pueden significar mucho porque demuestran que ese ser querido pensó de manera consciente en uno e hizo el esfuerzo de alegrarle y en cierto sentido mejorarle la vida. Y lo hizo sin ningún motivo en particular más que porque nos ama y se preocupa por nosotros.

Pídeme que te dé ideas de cómo manifestar amor a tus seres queridos. Puedo dictarte una lista personalizada que se aplique a tu situación. Y eso sí: nunca menosprecies el valor de las muestras espontáneas de amor. Inicia hoy una reacción en cadena de gestos de amor, y verás cómo mejora tu propia vida. No te arrepentirás.  Jesús, hablando en profecía

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No se ocupen solo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás.  Filipenses 2:4[1]

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Tras muchos años de experiencia en el campo de la reducción del estrés, enseñando a las personas a ser más felices, sigue sorprendiéndome el hecho de que algunos de los métodos más eficaces para reducir nuestros niveles de estrés y mejorar nuestra calidad de vida son en realidad los más simples. Una de las primeras lecciones de vida que me dieron mis padres de pequeño es tal vez la más básica de todas: Si quieres sentirte bien contigo mismo, haz que otra persona se sienta bien. Es así de simple.

Los actos bondadosos y de buena voluntad son inherentemente maravillosos. Como reza el viejo refrán: «Dar es en sí mismo una recompensa». Esto es completamente cierto. La recompensa que recibes por hacer que otra persona se sienta mejor son los sentimientos positivos y cálidos que acompañan invariablemente tus esfuerzos. Por eso, comenzando hoy mismo, piensa en alguien a quien quieres hacerle sentir mejor y disfruta de tus recompensas.  Richard Carlson[2]

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Ayuden a los hermanos necesitados. Practiquen la hospitalidad.  Romanos 12:13[3]

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¿Recuerdas la última vez que recibiste una llamada, texto o mail inesperado de alguien que te dijo adrede algo halagador? ¿Cómo te hizo sentir? ¿Te alegro el día? ¿Te hizo sonreír? ¿Qué impresión dejó esa persona en ti?

Cuando me pongo a pensar en los distintos tipos de impresión que causamos en las personas, hay pocas tan poderosas como las que dejamos cuando hacemos, inesperadamente, algo para transmitirles a las personas el mensaje de que son importantes para nosotros. Podría tratarse de un simple mensaje de texto o un correo breve dirigido a un compañero de trabajo para felicitarlo por la forma en que manejó hoy una situación difícil en la oficina.

Si te haces el tiempo para sorprender a las personas con actos de bondad o de amor, harás que se sientan tomadas en cuenta, valoradas y apreciadas. Pondrás una sonrisa en su rostro y gozo en su corazón. Mejorarás su autoestima y harás que se sientan más contentos. Los acercarás más a ti y tú te acercarás más a ellos y crearás un lazo extraordinario en esas relaciones. Además, te beneficiarás porque los actos que provienen de la abnegación traen en sí cierta medida de gozo, dar de sí, del tiempo y los recursos de uno.

Te lanzo el reto de que busques situaciones en las que puedas demostrar tu interés por otros haciendo por ellos algo inesperado. Cuando pienses en algo, hazlo sin dudar y alégrales el día…

Cada vez que demuestras interés genuino por la vida de los demás, haciendo algo inesperado para ayudarlos, les dices que quienes son y lo que hacen importa.  Todd Smith[4]

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Sé de los que motivan y construyen. Sé de los que comprenden y están dispuestos a perdonar, de los que siempre buscan lo mejor en las personas. Deja a las personas mejor que cuando las encontraste.  Marvin J. Ashton

Publicado en Áncora en agosto de 2014.  Traducción: Irene Quiti Vera y Antonia López.


[1] NTV.

[2] Don’t Sweat the Small Stuff at Work (No te ahogues en un vaso de agua, New York: Hyperion, 1998).

[3] NVI.

[4] http://www.littlethingsmatter.com/blog/2010/06/17/25-unexpected-ways-to-make-someones-day

 

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