Estar en las últimas

julio 21, 2014

María Fontaine

Seguramente han pasado momentos en que sesentían en las últimas, debilitadísimos, en que les parecía queno les quedabani fuerza de voluntad. Hasta «perdieron la esperanza», como Pablo, ¡hasta el punto de que ni siquiera tenían ganas de levantarse por la mañana para no vérselas con otro día! Estoy segura de que en algún momento todos hemos estado así de desmoralizados, y algunos de ustedes se sentirán más o menos así en este mismo instante, y desde hace bastante tiempo. A veces ayuda pensar en cómo Pablo y muchos otros hombres y mujeres de Dios pasaron por cosas similares.

Pero ahí está el detalle: Pablo, a pesar de sus tribulaciones y batallas, tanto en forma de persecuciones externas como de desesperación, desaliento y dudas internos, aguantó y perseveró. Declaró: «De ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios»[1].

Eso es algo que conviene recordar: «De ninguna cosa hago caso».Osea: «Pase lo que pase, voy a persistir. Por nada de eso voy a desistir del supremo llamamiento que me ha hecho el Señor.» Esa determinación era lo que impulsaba a Pablo, de forma que aunque estuviera en apuros, no desesperaba[2].

«Estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano»[3]. ¿Cómo se puede ser constante? Aferrándose a la Roca, Jesús[4]. Todo lo demás es inestable y puede ser arrastrado por las olas de la vida cuando éstas nos zarandean. ¡Lo único que se mantiene inamovible es Jesús! Así pues, si quieren estar «firmes y constantes», solo hay una manera de lograrlo: aferrándose al Señor. Si lo hacen, su trabajo no será en vano. Lo prometen las Escrituras.

Y no se preocupen si por sí mismos no son suficientemente fuertes para aferrarse; no hace falta que sean fuertes por sí mismos. Su fortaleza proviene del Señor[5]. Basta con que pongan su voluntad de Su parte y quieran persistir, y Él les dará fuerzas para aguantar aunque les parezca que ya no pueden más.

¡Lo que sí tienen que hacer es esforzarse por tomar la resolución de seguir al Señor cueste lo que cueste! Como dijo Isaías: «El Señor me ayudará; por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado»[6]. Debió de pasar momentos bastante difíciles; sin embargo, estaba decidido a persistir con el Señor contra viento y marea. Si ustedes hacen lo mismo, tampoco se avergonzarán.

 

¿A qué se deben los problemas?

Al verse agobiados por los problemas, es natural que se pregunten a qué se deben. Entre otras cosas, tenemos problemas porque la vida en sí es una lucha constante. Estemos donde estemos, seamos quienes seamos, sea cual sea nuestro trabajo, la vida —es decir, nuestra existencia humana en este mundo— trae consigo innumerables problemas, y no hay más vueltas que darle. Por raro que parezca, tal es el plan de Dios. No es que algo haya fallado y el mundo entero se haya estropeado, o que Dios se haya equivocado. ¡Es Su plan! Las pruebas, dificultades y batallas son elementos esenciales de la vida. Esa es, pues, una de las razones principales por las que tenemos problemas y siempre los tendremos.

A veces el Señor permite que tengamos problemas para probarnos espiritualmente y ver si tenemos condiciones para seguir adelante y pasar al curso siguiente.

Jesús dijo en profecía:«Miro con honda compasión a los que cruzáis el Jordán; el Jordán de la aflicción, el Jordán de la renuncia, el Jordán del desaliento, el Jordán de la derrota. Conozco la profundidad del Jordán, comprendo la puesta a prueba del corazón de los hombres, la profundidad del desespero, el desaliento y la desesperación. Se me parte el corazón por ti, al verte en tu dolor, en tu lucha y en el fuego de prueba que examina y purifica; cuando te sientes con tan pocas esperanzas, tan perdida y abandonada, cuando te aferras a lo que puedes con todas tus fuerzas, y sin embargo te parece que ya no tienes a qué aferrarte. Ahora te digo: entra en el agua y atraviesa por lo profundo, mas sabe que estoy a tu lado y te sacaré adelante si tu fe no falta.»

Uno no puede esperar que las pruebas de la vida sean pan comido. Todo lo que es importante o valioso tiene su precio.

El Señor sabe cuándo sienten que no dan más y se preguntan: «¿Cómo puedo seguir adelante? Me siento tan agotado, tan vacío, tan falto de energía, fuerzas, paciencia y amor. ¿Cómo puedo continuar?»

¿Se sienten así? Lo lamento sinceramente. Espero que al menos se animen al enterarse de que no son los únicos que batallan con semejante desaliento. Todos pasamos por momentos así en la vida. Espero que se les levante la moral al darse cuenta de que el Señor entiende lo que están pasando.

A veces tendemos a pensar: «¿Cómo nos las vamos a arreglar? ¡Es demasiado!» Pueden hallar consuelo en el hecho de que el Señor lo permite. Forma parte de Su plan para nosotros. A veces nos permite ver la montaña que se alza ante nosotros, y al no poder más nosotros mismos exclamemos: «¡Esto es imposible, Señor! Sabemos que no somos capaces. Hazlo Tú por medio de nosotros.»

Si los problemas fueran más leves y viéramos una posibilidad de resolverlos nosotros mismos, nos veríamos tentados a intentarlo con nuestras propias fuerzas.¿Verdad que a todos nos pasa eso? Es propio de la naturaleza humana. Mientras que si las cosas se nos hacen muy difíciles y el problema es enorme, entonces sí pensamos: «¡No sé ni por dónde empezar, no puedo hacer nada! ¡Me será totalmente imposible!» Ese suele ser el momento en que verdaderamente dejamos que Él lo haga todo.

 

Mantenerse cerca del Señor

Independientemente de cómo nos sintamos, si amamos al Señor y andamos por fe y obedeciendo Su Palabra, sabemos que nuestra relación con el Señor es firme. Y desde luego sabemos que Su amor por nosotros es constante, inamovible. Él dice: «Con amor eterno te he amado. Aunque los montes se movieran, y los collados temblaran, no se apartará de ti Mi misericordia. No te desampararé ni te dejaré»[7].

Entonces, ¿cómo puedes saber si tienes una relación estrecha con el Señor? Puedes saberlo por medio de Su Palabra, que dice que si tú te acercas a Dios —sometiéndote a Él y obedeciéndole—, «Él se acercará a ti»[8]. Aunque no sientas nada, ninguna intimidad, de todas formas puedes saber que estás cerca del Señor si estás haciendo todo lo que puedes por amarle, agradarle, obedecer Su Palabra y hacer lo que sabes que Él te ha pedido.

De hecho, a veces uno puede estar más cerca del Señor cuando se siente alejado de Él. Por ejemplo, cuando nos sentimos humillados por nuestros errores, debilidades y pecados, por lo general no nos sentimos tan inspirados ni muy cercanos al Señor, pero la verdad es que podemos estar muy cerca de Jesús en épocas así.

Estás cercano a Jesús si haces Su voluntad y haces todo lo posible por llevar a cabo lo que Él te ha pedido. Entonces puedes saber que tienes una relación íntima con Jesús, ¡lo cual es muchísimo mejor que simplemente sentir que la tienes!

Cercano estoy a los quebrantados de corazón y doy gracia a los humildes.Eso significa que los que son humildes y dependen de Mí a toda costa adquieren una relación particularmente estrecha conmigo. Y esa humildad y apremio por lo general nacen en los que han tocado fondo y no tienen a qué aferrarse en la vida sino su amor por Mí y su deseo de vivir en el Espíritu y gozar más plenamente de Mí. Es un obsequio muy valioso para ellos, la miel que solo se obtiene al estrujar el panal.  Jesús, hablando en profecía

*

¡Te amo! Sé que lo he dicho muchas veces, y sin embargo, la naturaleza humana hace que te parezca que tienes que esforzarte para ganarte Mi amor. Lo único que quiero es tenerlos a ustedes, ¡por entero! Y a medida que se entreguen de lleno a Mí día a día los acercaré un poco más a la meta cada jornada, y llegarán en el momento ideal que Yo disponga. Y cuando hablo de ese momento ideal, recuerden que Mis caminos son más altos que los de ustedes y Mis pensamientos más altos que sus pensamientos. No llegarán a la meta cuando ustedes lo dispongan, pero eso es bueno y positivo, porque significa que llegarán en el momento que disponga Yo, que es el que de verdad importa.  Jesús hablando en profecía

Publicado en Áncora en julio 2014. Traducción: Luis Azcuénaga y Antonia López.


[1] Hechos 20:24.

[2] 2 Corintios 4:8.

[3] 1 Corintios 15:58.

[4] V. Salmo 62:6.

[5] V. Salmo 46:1; 18:1–2; 121:1, etc.

[6] Isaías 50:7.

[7] Jeremías 31:3; Isaías 54:10; Hebreos 13:5.

[8] Santiago 4:7–8.

 

Copyright © 2024 The Family International