Misericordias renovadas
Palabras de Jesús
¡El fiel amor del SEÑOR nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es Su fidelidad; Sus misericordias son nuevas cada mañana. Me digo: «El SEÑOR es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en Él!» El SEÑOR es bueno con los que dependen de Él, con aquellos que lo buscan. Por eso es bueno esperar en silencio la salvación que proviene del Señor. Lamentaciones 3:22-26[1]
*
¡Cuánto te quiero! Cuánto anhelo estrecharte contra Mi pecho. Eres como una pequeña rosa cuya fragancia encantadora se eleva hacia Mí. Recibo con alegría ese agradable aroma como un obsequio muy valioso. Aunque venga como resultado del dolor y adornado con lágrimas como gotas de rocío, cada gota de rocío luce con el esplendor del arcoíris.
Cada gota de rocío se fundirá y se hará parte de la rosa para realzar su belleza. Y esa rosa destellará como un diamante. Las gotas de rocío del dolor, el sufrimiento y la soledad relucirán como gemas de valor incalculable que darán un carácter singular a la rosa.
No querrías que te secara las lágrimas, ¿verdad? Podría enjugarlas en un instante, pero se perderían los diamantes. Así pues, te pido que aprecies esas gotas de rocío. Rosa Mía, cada punzada de dolor, cada pena y cada momento de soledad es otro diamante que se forma para adornar tu belleza.
¡Llegará para ti una mañana en que todas tus gotas de rocío se habrán evaporado y el sol derramará sus rayos sobre ti! Espera la mañana y espera la salida del sol, mientras asciende tras las montañas. Cuando dé la impresión de que no saldrá, de repente, ahí estará. Llegará para ti el amanecer radiante en que todas las lágrimas que derramaste durante la noche se habrán esfumado. No existirán más, y las recordarás como una inestimable colección de diamantes que serán la recompensa de aquellos momentos de soledad en que me buscaste y me encontraste, cuando se formó este vínculo especial entre nosotros.
*
Cuando la vida no siga el curso que esperas, quieres o habías previsto, acude a Mí. Yo soy el ancla que te mantiene a flote en las aguas turbulentas de la vida. Si no te anclas a Mí, andarás a la deriva y te zarandearán las olas.
Acude a Mí y derramaré sobre ti la paz, la satisfacción y el amor que precisas y deseas.
Las experiencias que estás viviendo te ayudan a ser humilde. Si las aprovechas, te acercarán a Mí. Si dejas que te vuelvan humilde, te quebranten y te muevan a clamar a Mí en busca de ayuda; si acudes a Mí en tu hora difícil, en tu momento de necesidad; si buscas las soluciones de Mi Palabra y procuras fortalecerte en Mí, verás todo el bien que proviene de esas circunstancias aparentemente adversas.
Ves esas cosas como fracasos, pero Yo las veo como peldaños en el camino hacia Mí. Deja que te muevan a acudir a Mí, para que no sean en vano. Aprende de esas experiencias, pero por encima de todo aprende a acudir a Mí y a buscar reposo, paz y soluciones en Mi Palabra. Conéctate conmigo, y encontrarás las fuerzas necesarias para mantenerte firme, para tener convicción, para soportar penalidades; esas fuerzas provienen de Mí, de Mi Palabra.
Ninguna persona, lugar ni cosa puede sustituir Mi Palabra en tu vida. Por medio de ella me hallarás de una forma diferente y aún más grandiosa. Así pues, cuando pases épocas de pruebas, agitación y dudas, búscame en Mi Palabra. Deja que Mi Palabra more abundantemente en ti. Deja que te llene. Deja que responda tus inquietudes. Deja que disipe tus dudas. Deja que apacigüe tus temores. Te ruego que dejes que todas tus experiencias, frustraciones, temores y fracasos sean lavados en el embalse de Mi Palabra que limpia, refresca y fortalece.
Vengan a Mí los que estén agotados y cargados, y Yo los haré descansar. Les daré paz y entendimiento por medio de Mis palabras. Ellas serán la voz de tu Padre, que te habla, te guía, te dirige y te fortalece. No las descuides, pues son alimento para tu alma.
Ahí mismo en el embalse de Mi Palabra encontrarás las respuestas y soluciones que buscas, la purificación y la renovación que deseas, el amor que anhelas y la fortaleza de espíritu y carácter que ansías. El embalse de Mi Palabra es de paz, contentamiento, renovación, sabiduría y amor, y está a tu disposición.
Cuando abras el corazón, la vida y la mente a Mi amor y Mi Palabra, las aguas frescas y renovadoras de Mi Palabra correrán por tu interior y te lavarán, te llenarán, te inspirarán.
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Aunque las higueras no florezcan
y no haya uvas en las vides,
aunque se pierda la cosecha de oliva
y los campos queden vacíos y no den fruto,
aunque los rebaños mueran en los campos
y los establos estén vacíos,
¡aun así me alegraré en el SEÑOR!
¡Me gozaré en el Dios de mi salvación!
¡El SEÑOR Soberano es mi fuerza!
Él me da pie firme como al venado,
capaz de pisar sobre las alturas.
Habacuc 3:17-19[2]
Te abruma el peso de un sinfín de problemas, grandes y pequeños. Parecen exigir más y más de tu atención, pero no debes ceder a esas exigencias. Cuando te parezca que las dificultades de tu vida te van encerrando, libérate al pasar tiempo de calidad conmigo. Debes recordar quién SOY, con todo Mi poder y gloria. Luego, con humildad preséntame tus oraciones y peticiones. Tus problemas parecerán pequeños cuando los veas a la luz de Mi presencia. Puedes aprender a estar feliz por tenerme a Mí, tu Salvador, incluso cuando te encuentres en circunstancias adversas. Apóyate en Mí, que soy tu fuerza. Hago que tus pies sean como los de un ciervo, lo que te permite andar por las alturas[3].
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He oído tus oraciones, he visto tus lágrimas, he sentido tus anhelos, tus deseos y tus intereses y preocupaciones. Mi mano derecha está siempre debajo de tu cabeza para sostenerte, fortalecerte, consolarte y acercarte a Mi seno, a fin de que halles en él solaz, descanso y nuevas fuerzas, para que te puedas volver a llenar y tener consuelo.
Te quiero, criatura Mía. Te tengo muy cerca de Mi corazón. Veo y conozco todo lo que sufres y has sufrido. Me agrada tu buena disposición y la gratitud que has manifestado a pesar de que a veces la situación te parecía casi insoportable. En todos los casos te saqué adelante, y lo seguiré haciendo cada vez.
Artículo publicado por primera vez en 1997, a menos que se indique lo contrario en los párrafos correspondientes. Adaptado y publicado de nuevo en febrero de 2014. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
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