Ayuda de Dios en las tempestades de la vida
Palabras de Jesús
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«Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento». 2 Corintios 4:16-17[1]
Independientemente de las dificultades que tal vez te arroje el mundo, en Mí tienes todo lo que necesitas para perseverar. La desesperación es un pozo profundo; y a veces tambaleas alrededor de la orilla de ese pozo, peligrosamente cerca para caer en él. Tu única esperanza en esos momentos es no apartar los ojos de Mí. Mientras más perplejidad tengas —desconcierto por la situación compleja—, más fácil es que pierdas el equilibrio. Para no caer debes dejar de concentrarte en tus circunstancias y hacer que Mi presencia sea el centro de tu atención. Eso requiere un gran esfuerzo de tu parte, porque no has aceptado totalmente los límites de tu mente. Tu tendencia natural es seguir pensando hasta la saciedad en una situación difícil, tratando de resolver un problema. Sin embargo, Yo siempre estoy cerca, deseoso de ayudarte vez tras vez a cambiar ese enfoque.
Aunque es posible que te veas atribulado en todo, no debes dejarte abatir por las dificultades. No estás solo en tus batallas, porque nunca te abandonaré. Aunque te dieran un golpe mortal, no serás destruido. Soy tu pastor y el guardián de tu alma, la parte de ti que es indestructible. Te doy vida eterna, y no perecerás jamás. ¡Nadie puede arrebatarte de Mi mano![2]
Quiero que salgas adelante
«Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante». Hebreos 12:1[3]
Sigue aguantando; por difícil que se te haga y aunque pienses que avanzas muy poco. Yo veo la actitud de tu corazón, sé lo que experimentas y te ayudaré a cada paso. En tanto que te aferres y luches, a Mis ojos estarás haciendo progreso y estaré complacido contigo.
Sé que estás pasando por una época de pruebas; no ves las cosas muy claras y debes tomar decisiones muy importantes. Estás luchando por saber qué hacer. Te parece que te falta mucha preparación, que tienes tanto agotamiento espiritual que no ves cómo vas a poder triunfar. Sin embargo, he prometido que no permitiré que enfrentes más de lo que puedas resistir. No permitiré ni una pizca más de lo que puedas soportar. Puedes poner toda tu confianza en esa promesa, pues conozco a la perfección lo que estás pasando en estos instantes. No te fallaré; si sigues luchando y confiando, te sacaré adelante.
Sé que en este momento todo te agobia, pero te prometo que hay luz al final del túnel. Si sigues avanzando paso a paso, llegarás al final del túnel y saldrás a la luz. Las cosas no serán siempre como ahora. No sentirás siempre desánimo y preocupación, ni estarás preguntándote por qué debes hacer, pues te sacaré adelante en esta batalla y te remontarás hacia la victoria. Basta con que te aferres a Mí.
¡Quiero que salgas adelante! No quiero que sientas pena ni que estés infeliz. Te ayudaré a triunfar. Lo que debes comprender es que en algunos casos te dolerá un poco y que a veces tendrás que hacer sacrificios. No puedo protegerte de todo dolor en la vida; te dolerá un poco, pero te prometo que cuando acudas a Mí en busca de alivio te consolaré. Mi consuelo borrará el dolor.
Acude a Mí cuando sientas que te asalta el desaliento o te comiences a deprimir. No te quedes esperando durante días. No esperes ni siquiera medio día. Acude a Mí y deja que te hable, que alivie tu corazón y te dé palabras de aliento que te ayudarán a no rendirte.
No te defraudaré. Estoy a tu disposición. Prometo amarte, consolarte, alentarte y darte el ungimiento y el poder para seguir adelante, sea lo que sea que enfrentes; basta con que acudas a Mí.
Voy delante de ti
«No temas ni te desalientes, porque el propio Señor irá delante de ti. Él estará contigo; no te fallará ni te abandonará». Deuteronomio 31:8[4]
Yo mismo voy delante de ti, te abro camino. Nunca te dejaré; jamás te abandonaré. Por lo tanto, no debes tener miedo ni desanimarte. Me doy cuenta, sin embargo, que a menudo los sentimientos no se someten a la lógica. Así pues, que no te sorprenda que tus emociones se rebelen contra tu voluntad. David —que fue un fuerte guerrero y gran poeta— expresó temor, estremecimiento y hasta terror en sus salmos. Sin embargo, su confianza en Mí fue genuina y profunda. Su vida y sus escritos demuestran que el temor no triunfa sobre la confianza: Coexisten los dos. Por esa razón David podía proclamar: «Yo, cuando tengo miedo, confío en Ti»[5].
La confianza es un término relacional. Es una de las formas principales de acercarte a Mí. Cuando tengas miedo, no te culpes por tener esa emoción muy humana. En cambio, reconoce lo que sientes; luego, declara tu confianza en Mí, ya sea en voz alta o en un susurro. Esa afirmación te protege de la mentira de que sentir temor significa que no confías en Mí. Mejor aún, te lleva deliberadamente a Mi presencia, donde puedes hallar consuelo y esperanza. La luz de Mi presencia ilumina las grandes dimensiones de Mi amor por ti, ofreciéndote los medios para que entiendas lo amplio, largo, alto y profundo que es Mi amor[6].
No vaciles en pedir Mi ayuda
«No los abandonaré como a huérfanos; vendré a ustedes. Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero ustedes sí me verán». Juan 14:18-19[7]
No tienes por qué temerle a la debilidad. Cuando estés cansado, cuando no andes muy bien, no seas tímido ni tengas miedo de acudir a pedirme ayuda. No trates de arreglártelas por ti mismo, trabajando penosamente toda la mañana o todo el día —o más que eso—, cuando puedes acudir a Mí y pedirme que te ayude. Me entristece que te agotes y te desanimes esforzándote tanto por hacer algo tú solo, cuando no tienes las fuerzas ni la capacidad necesarias y precisas ayuda.
Ven a Mí cada vez que necesites un estímulo, y te sacaré adelante. No tendrás que tratar de llevar la carga; te ayudaré a llevarla. No tendrás que tratar de pensar en todo por tu cuenta; te ayudaré a hacerlo. El desafío ya no parecerá enorme cuando lo enfrentemos juntos. Conmigo, es posible que tengas que capear la tormenta, pero al menos puedes tener la certeza de que cuentas con un buen Capitán y de que tu seguridad está garantizada, por recia que sea la tempestad. He prometido que no te dejaré en la orfandad.
Publicado en Áncora en agosto de 2015. Leído por Gabriel García Valdivieso.
[1] NBD.
[2] Sarah Young, Jesus Lives (Nashville: Thomas Nelson, 2009).
[3] NBD.
[4] NTV.
[5] Salmo 56:3 RVC.
[6] Sarah Young, Jesus Lives (Nashville: Thomas Nelson, 2009).
[7] NTV.
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